domingo, 27 de diciembre de 2020

La pausa de cinco segundos, para vencer el piloto automático

A veces, sin darnos cuenta, nos encontramos enganchados a internet, al móvil, a los video juegos o estamos mirando en la nevera que podemos comer cuando no nos conviene.

Internet es una gran red, que como una tela de araña nos atrapa. Vamos saltando de una página a otra y el tiempo va pasando. Si no entras con un objetivo, es probable, que después de dos horas de navegación, al día siguiente ni te acuerdes de que estuviste haciendo.

Esos descansos de estudiante, que van a ser de cinco minutos y se convierten en una hora, si es que consigues volver a ponerte. En ocasiones, abandonar una tarea a medias, pensando en retomarla más tarde, es abandonarla para siempre.

Una vez que comenzamos, que nos enganchamos a cualquier actividad, es difícil parar, cuesta dejarlo. Me llego por correo un cuadro de equivalencias de tiempo en internet:

En esa misma tabla nos vemos atrapados, con la televisión por la noche o con cualquier otra actividad, que nos despista de lo que queremos hacer o de lo que nos conviene.

Conocemos la dinámica de cómo nos quedamos enganchados, cada uno tenemos la nuestra: Abrir el correo electrónico y ya que estoy conectado mirar las noticias en internet, desde ahí me puedo quedar horas; aburrido, decido jugar una partida con el móvil, que llevará cinco minutos y eso se convierte en hora y media; también vale para esos cinco minutos que voy a pasar con el WhatsApp, de donde paso a Facebook… y que se convierten en una hora.

Hay un espacio, antes de quedar atrapados, donde podemos intuir hacia dónde vamos, cómo vamos a pasar las siguientes horas si comenzamos, si nos dejamos llevar.

A veces está bien, puede compensarnos y es algo que disfrutamos. Otras veces sabemos que nos arrepentiremos, que hubiésemos estado mejor durmiendo o haciendo otra cosa.

El momento de elegir es antes de empezar. El truco, podemos hacer una pausa, antes de dejarnos llevar por el piloto automático. Es como el viejo dicho de las abuelas de contar hasta 10, dar tiempo para que podamos valorar los pros y los contras.

En Mindfulness, para tomar consciencia, para darnos cuenta, encontramos una herramienta, el DROP. Este acrónimo nos recuerda sus componentes, antes de engancharte en algo que no te conviene puedes Detenerte, Respirar (dos o tres respiraciones profundas), Observar y Proseguir.

El detenerte y darte un tiempo permitirá que te des cuenta de por donde quieres seguir. Quizá es el momento de quedarte enganchado a internet toda la noche o quizá es mejor que te vayas a la cama, tú decides.

El parar y observar te da la capacidad de elegir. Si quieres hacerlo más fácil, basta con que pares 3 segundos antes de empezar una nueva actividad y decidas.

También vale para las visitas a la nevera por aburrimiento ¿Eres capaz de abrir la nevera y no comer? ¿Eres capaz de ir a ver tiendas y no comprar? Todo un reto para vencer el impulso que nos lleva a la acción inmediata.

Tú decides, vivir en automático o elegir cómo vivir.

domingo, 20 de diciembre de 2020

El secreto para conseguir resultados

En este mundo de la inmediatez, donde todo lo queremos para ya, hace dos semanas escribía sobre la paciencia y la constancia para llegar donde queramos. La energía la podemos encontrar en el propósito, en la meta clara, en un objetivo donde encontrar motivación, el motivo para la acción.

A veces esa constancia supone sacrificio y esfuerzo, acompañados de fuerza de voluntad. Otras veces parece más fácil, hay un secreto para conseguir la constancia necesaria.

Quería escribir una entrada en el blog todas las semanas y encontré mi rutina de domingo por la mañana: Al levantarme me ponía a escribir lo que me había venido rondando por la cabeza durante toda la semana. Resultaba fácil, casi automático, el sábado me venían muchas ideas a la cabeza y el domingo escogía sobre qué escribir.

Ahora, la rutina ha cambiado, el domingo por la mañana vamos al monte. Me levanto, me calzo las botas de montaña y nos vamos a respirar aire puro y a disfrutar del almuerzo. Un hábito que también me encanta.

De repente se hace más difícil escribir la entrada el blog, ahora supone esfuerzo, no tiene su hueco automático y tengo que buscárselo. Las ideas no avanzan solas. Cuando sabía el momento en el que iba a escribir, era como si cuerpo y mente se preparasen automáticamente.

Si quiero seguir escribiendo semanalmente puedo dejarlo a encontrar el momento y poner fuerza de voluntad cada semana o encontrar el mismo espacio de tiempo todas las semanas (día y hora), para que se convierta en rutina y funcione casi solo. Poner esfuerzo las primeras semanas para que después funcione en automático.

Ayer oía hablar a Nadal de las rutinas para sacar cuando juega al tenis, algunos lo pueden llamar manías. Dice que esas rutinas solo las tiene cuando compite, que ayudan.

Rutina de Rafa Nadal. Tomado de sextoanillo.com

Las rutinas y los hábitos son casi sinónimos. Nos llevan por un camino, en una dirección, casi sin darnos cuenta. En algunos casos nos ayudan y en otros nos pueden perjudicar, sobre todo si nos llevan al exceso.

Dicen que un hábito necesita de 21 repeticiones para establecerse. Es una gran mentira, que a base de repetirse parece verdad. Lo cierto es que cuando repetimos algo, con cada repetición, la siguiente resulta más fácil. Con el tiempo lo convertimos en parte de nosotros.

Si me acostumbro a leer todos los días antes de acostarme me costará dormir si no leo. Si me acostumbro a correr todos los días, el día que no corro me duelen las piernas, es su forma de decir que falta algo.

Las rutinas, los hábitos, pueden ser difíciles de establecer. Lo más difícil es empezar. Después continuar resulta más fácil. La inercia hace que después sea difícil frenar, dejarlo.

La primera ley de Newton, la ley de la Inercia, dice que todo cuerpo continuará en su estado de reposo o movimiento rectilíneo uniforme a no ser que se le aplique una fuerza que le haga cambiar de estado. Como los cuerpos de Newton tenemos inercia, nos mantenemos en nuestras rutinas a no ser que hagamos algo para cambiar.

La clave está en el comienzo, aplicar la fuerza de voluntad inicial suficiente para empezar a movernos o cambiar de hábitos. Escoger los hábitos que nos convienen, empezar y con cada repetición nos costará menos seguir.

Ahora que llega el nuevo año, que seguro vendrá acompañado de buenas intenciones, regálate buenos hábitos, que te hagan más fácil tener una buena vida.

Los hábitos nos evitan tener que hacer con esfuerzo y tener que decidir en cada momento que hacer. Nos llevan a la meta pudiendo disfrutar del camino, sin desgastar la fuerza de voluntad, que es limitada.


Te deseo un 2021 lleno de buenas rutinas.

domingo, 6 de diciembre de 2020

Con constancia y tiempo, se llega

Vivimos en un mundo de inmediatez, parece que todo tiene que estar a un clic de distancia. La cultura nos empuja al corto plazo, olvidando el largo recorrido ¡Lo queremos todo para ya!

Vivimos como la liebre, del cuento de la liebre y la tortuga, corriendo en distintas direcciones, en ocasiones sin dirección. La tortuga va despacio y llega, siempre llega. Mientras la dirección está clara todo le lleva a la meta ¿Cuál es tu meta?

Las cosas que merecen la pena, muchas veces, llevan su tiempo. No aprendimos a andar en un día, tampoco a hablar. Cosas, aparentemente sencillas, que nos permiten movernos y comunicarnos. Nos llevó su tiempo aprender, así aprender otras habilidades también lleva su tiempo.

Teníamos claro el propósito, dicen que un niño se cae, de media, 4000 veces antes de aprender a andar. Aun con todas esas caídas, aprendemos, somos constantes, tener claro el objetivo y ver a otros que lo han logrado nos estimula, sin darnos cuenta.

Descendemos de agricultores, que con paciencia y constancia cultivaban la tierra, la preparaban, sembraban y seguían cuidando la planta para que creciese, nutriéndola en cada caso con lo que necesitase. No se puede obligar a la planta a crecer más rápido tirando del tallo, la arrancaríamos.

Una planta no crece más rápido si tiras de ella, la arrancas y no podrá crecer

Dibujo de Leyre Fontaneda

Cultivar, con paciencia y constancia es la clave de la cosecha. La ley de la cosecha “recoges lo que siembras” y cuidas. Aunque a veces hay reveses, agentes externos que perjudican la cosecha, lo que está claro es que si no siembras no recoges.

Muchos no quieren pensar en objetivos, no quieren mirar al futuro, dicen que les estresa o se escudan en la importancia de “vivir el presente” ante un futuro indeterminado. También es una forma de vivir.

Por mi parte me gusta apostar por el equilibrio, entre presente y futuro, entre la producción de hoy y la inversión para el futuro. El disfrutar hoy y sentar las bases para seguir disfrutando en el futuro. De la cosecha de hoy, dejar semilla para sembrar y poder recoger mañana.

El futuro, sin olvidar el presente, que la meta no borre el camino que ahora recorres. Sin caer en la trampa de la felicidad derivada, esa que llegará algún día, olvidando la felicidad de cada día.

Como regla, hacer todos los días algo que disfrutes, para no perderte en el futuro, en lo que vendrá. Equilibrar el largo plazo con el corto plazo, los frutos que recoges y disfrutas hoy con la siembra y la cosecha futura.

La vida no es una carrera hacia la tumba ¿Dónde vamos corriendo tan rápido? Vivir a ritmo lento para poder contemplar el paisaje, disfrutar de la compañía y de los regalos de cada día.

La obsesión por el futuro, la prisa porque llegue, puede hacer que te olvides de vivir hoy. También el descuido del futuro lo hace más incierto. Hoy estás construyendo tu futuro. Encuentra tu equilibrio, no siempre es fácil.