La semana
pasada fui a Vitoria a un tratamiento médico, unos 120 kilómetros (pago de
gasolina y autopista) más el tiempo invertido. Al llegar resultó que me habían
cambiado la cita para esta semana y el viaje había sido para nada. Además había
ido en ayunas y tenía bastante hambre.
Con
toda amabilidad me comentaron que me habían dejado un mensaje de voz, que yo no
había escuchado, avisando del cambio. Ante esta situación ¿Qué hubieses hecho?
Podía
escoger enfadarme, montar un pollo a la persona que me estaba atendiendo y
mostrarme muy indignado. Creo que sólo hubiese conseguido irme cabreado, con
mal cuerpo y que la mala sensación me durase hasta la semana siguiente para
volver a ir cabreado.
Podía
escoger empeñarme en que me hiciesen el tratamiento, consiguiendo en el mejor
de los casos que varios profesionales dejasen lo que estaban haciendo e
improvisasen una solución, con lo cual igual el tratamiento no era óptimo.
En
su lugar escogí ver cómo yo había contribuido y desde ahí aprender, escuchando
los mensajes todos los días (así no me hubiese pasado) o quitar el buzón de voz.
Por
otra parte decidí hacer lo que mejores resultados podía dar para todos, para la
persona que me atendía, para mi mujer que me acompañaba y para mí mismo: Disfrutar
de un estupendo pincho de tortilla y un café con leche en buena compañía,
disfrutar de la conversación en el camino de vuelta. Aunque ir a Vitoria a
comer un pincho de tortilla saliese un poco caro, no estuvo mal.
Además
esta semana he podido ir con más ganas, mejor carácter y mejor dispuesto otra
vez a Vitoria. El que primero hubiese sufrido el cabreo hubiese sido yo y
después los más cercanos.
Hay
veces que las cosas no salen cómo queremos, estamos en un aeropuerto y se
retrasa el avión (algo habitual), podemos cabrearnos o aprovechar para hacer
muchas de las cosas que se pueden hacer en un aeropuerto. En una ocasión que
viajaba con un compañero se nos retrasó el vuelo cuatro horas y el aprovecho
para hacer deporte y darse una ducha. Hasta ese momento no se me hubiese pasado
por la cabeza algo así.
Si
te encuentras en un atasco del que no puedes salir, el cabreo sólo te va a
hacer daño a ti mismo y a los que te acompañen. Puedes escoger cómo encararlo,
como te vas a sentir y quizá hasta aprovechar para relajarte o escuchar música.
Un libro que no te puedes perder |
Víctor
Frankl en su libro “El hombre el búsqueda de sentido” afirma que siempre
podemos escoger cómo sentirnos ante las situaciones y hacía esta afirmación
desde un campo de concentración en la segunda guerra mundial. Si no has leído
el libro te lo recomiendo para este verano ;-).
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