Abrumado,
con demasiadas cosas que hacer, desorientado, sin saber por dónde empezar. Días
atareados, sin parar y con la sensación de no hacer nada. Se presenta la ansiedad por no saber si lo vas a
conseguir y la frustración por la
falta de avance.
“Todo el día haciendo y al final no parece que haya hecho
nada”.
Con
todo lo que tienes pendiente no te puedes parar a pensar, enfrascado en la
acción acabas el día agotado, las
horas se vuelven poco productivas de tanto alargarlas y los días van pasando,
con cada vez más cosas pendientes.
Quizá
la clave está en el “demasiadas”. Demasiado para que puedas hacerlo, demasiado
para que quieras hacerlo. No somos “todopoderosos”, no lo podemos hacer todo y
si nos empeñamos conseguiremos sobrevivir, sin apenas vivir de verdad.
Entretenidos
en el ajetreo, distraídos haciendo sin pensar ni sentir, la vida se va pasando
sin darnos cuenta. Y en muchas ocasiones nos entretenemos haciendo lo que no
merece la pena hacer, solo para anestesiarnos con la sensación de que no
paramos.
El mayor desperdicio de tiempo se produce cuando no
tienes claro el objetivo, no sabes qué te propones, no sabes a dónde vas.
Cuando te encuentres abrumado es tiempo
de parar, de sacar de la cabeza y del cuerpo todo eso que crees
que tienes pendiente y dar tres pasos, por este orden:
1.- Eliminar: Tachar todo aquello que no
merezca nuestro tiempo, eso que puede haber estado en pendiente mucho tiempo y
vamos dejando porque no merece la pena (de vez en cuando procrastinar – dejar
para más adelante – nos puede dar pistas de que no tenemos que hacer nada).
Quitarnos la sensación de culpa, porque estamos decidiendo no hacer estas cosas
para hacer otras que merecen más la pena.
2.- Delegar: buscar ayuda, personas que nos
pueden ayudar con la labor y que además pueden encontrar satisfacción o
desarrollo con en ella. No todo lo tenemos que hacer nosotros. El mayor freno a
la delegación es la soberbia de pensar que nadie lo va a hacer tan bien como
nosotros.
3.- Priorizar: poner por orden de
importancia y empezar por lo más importante.
Las
consecuencias hacen a las acciones importantes de dos maneras:
- Si lo hago las consecuencias van a ser muy buenas.
- Si no lo hago las consecuencias van a ser muy malas.
Con
las prioridades claras es tiempo de ponerse en camino. No hay tiempo para todo
y hay que buscarlo y reservarlo para lo importante. El resto de actividades se
tendrán que conformar con el hueco que quede.
Muchas gracias por éstos artículos (a más de uno seguro nos ayudarán a quitarnos un peso de encima). Saludos y los mejores deseos desde México.
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