Más sabe el diablo por viejo que por diablo, por eso me gusta aprender de los que tienen más experiencia, más vida. La sabiduría de los que dicen “¡Estoy mayor para tonterías!” ¿A qué edad se está mayor para tonterías?
Estar
mayor para tonterías está relacionado con la capacidad para decir “NO” a las
peticiones irracionales, con las que no comulgas. Decir “NO” al comienzo para
no tener que estar enfadado conmigo mismo (por acceder) o con los demás por
haber aceptado, quejándome, resentido.
Es
mejor ponerse rojo un día (al decir no) que colorado todos los días
(arrastrando el sí que no querías).
Cuesta
decir “NO” por si se enfadan (temor al rechazo). Si observamos a quienes dicen
“NO”, el resultado suele ser que se los respeta más. Los que siempre dicen “SI” acaban haciendo lo que nadie quiere hacer.
También
has de tener en cuenta que, si siempre has dicho “Sí”, siempre has accedido a
las peticiones de alguien, cuando comiences a decir “NO”, es probable que se
enfade. Está acostumbrado a que accedas, se sorprenderá de tu negativa,
intentará que vuelvas a aceptar, no entenderá el cambio. Pasará un tiempo antes
que se dé cuenta de que “estás mayor para tonterías”, que como adulto tomas tus
decisiones, que ha de respetar, que en ocasiones estarás dispuesto y tendrás
capacidad de echar una mano y en otras ocasiones no.
Tomar tus
propias decisiones es también aceptar las consecuencias, la posibilidad de que
se enfaden. El enfado injusto es una forma de manipulación.
Es
distinto caer bien a todos, cumplir con lo que todos necesitan, que ser
respetado como adulto. El respeto de los demás comienza por el respeto por ti mismo,
por lo que quieres y no quieres. Respeto por tu persona y no solo por lo que
haces o eres capaz de hacer.
Encontrar
el equilibrio entre el respeto al otro (echar una mano cuando lo necesita) y el
respeto por mí mismo (atender también a lo que necesito). Jesucristo dijo “ama
al prójimo como a ti mismo”; lo que no dijo es que amases al prójimo más que a ti
mismo.
Antes
de contestar a una petición, date tiempo, permítete sentir que es lo que
quieres, pensar cómo será si aceptas, a qué tendrás que renunciar, qué otras
cosas no harás. También qué es lo que sí conseguirás comprometiéndote. No te
lances automáticamente al sí, de forma que te puedas comprometer con tu
decisión, sin resentimiento, si finalmente decides aceptar.
Si
aceptas algo y después te arrepientes, forzándote a continuar, el resentimiento
puede crecer y con el tiempo, explotar, haciéndote sobre-reaccionar. El cabreo,
que sorprenderá, puede ser desproporcionado.
No
quiero decir que sólo hay que hacer lo que te apetece, puedes y está bien hacer
por los demás, vivimos en comunidad y nos ayudamos unos a otros, la ayuda mutua
y las relaciones son base de nuestro bienestar. Aunque esa ayuda no se puede
prestar a cualquier precio. Que sea una decisión consciente, de la que no te
estés arrepintiendo a los 10 minutos, con la que puedas comprometerte y no
acabar con el resentimiento hacia ti y hacia el otro por haber aceptado.
Puedo
decir “sí” cuando quiera, puede ayudar, a un amigo o a quien le apetezca. Esto
es distinto que decir “sí” a todo, todo
el tiempo.
Si no
decides como quieres vivir tu vida otro decidirá por ti
Si no
eres capaz de decir “NO”, si dices “sí” a cada petición, es probable que acabes
siendo explotado.
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