Soy
profe, comienza el curso y las expresiones que me salen son ¡menudo follón!
¡Vaya lío! ¡cuánto cambio! Más que un cambio es una revolución. Este año
académico va a ser todo un reto, un reto anunciado porque llevamos más de seis
meses conviviendo con el COVID-19.
El miedo, la incertidumbre, se palpan en
el ambiente. Cada uno vive su propia realidad. El miedo puede llevar a
quedarnos paralizados, a salir corriendo. Ese miedo desata las críticas al que
hace y al que no hace, críticas no siempre constructivas, que entorpecen más
que facilitar. Lleva a discusiones, que, sin nuevas soluciones, nos dejan a
todos peor.
Cómo
profesores somos responsables de facilitar
el aprendizaje de nuestros alumnos y también de cuidar la salud, la suya y la nuestra, en su
triple dimensión: física, mental y
social. Así lo recoge la definición de la Organización Mundial de la Salud.
No
estamos solos. A pesar de las críticas, veo a muchos que han estado trabajando
estos meses, entre ellos la dirección de mi centro, con las herramientas que
tienen, con las dudas y la incertidumbre.
La
desconfianza se ha extendido, ya no sabemos que pensar, en quien confiar. Sin
confianza estamos perdidos. Elijo
confiar en los que han estado trabajando, los que son responsables de
dirigir, los que tienen más información, los que saben con qué medios podemos
contar.
“No se
puede vivir con desconfianza en todo y en todos, la vida deja de ser vida”
Escojo
asumir mi responsabilidad, en mi ámbito, emplear la energía y el
tiempo en lo que depende de mí. Dejar de perder energía y tiempo en lo que
corresponde a otros. Dejar que aquel que tenga la responsabilidad de dirigir de
directrices claras.
“Si no
lo hacemos en equipo, todos juntos, va a ser mucho más difícil”
Son
demasiadas cosas, demasiados problemas, para asumirlos todos, centrarse en lo
importante. Conocer hasta dónde llega mi responsabilidad. En ese ámbito, hacer todo lo que pueda, y no más,
cuidándome para poder cuidar. Cada día cambia, no puedes controlarlo todo,
el camino se va abriendo al andar.
Las
directrices se están ocupando de la dimensión física, de que no nos
contagiemos. Es nuestra labor complementar, si podemos, lo que se puede estar
olvidando más. El cuidado de las dimensiones mental, emocional y social de la
salud.
Y cómo
profesor, algo tan simple y complicado cómo facilitar el aprendizaje. El
aprendizaje que será diferente, como cada año es diferente. Los nuevos retos de
este año nos traen nuevos aprendizajes, también a los profesores, que
emplearemos nuevos medios.
Como
empezaba, este año es todo un reto, en casa, en la educación, en el trabajo, en
el día a día de cada uno. Tiempo para ocuparse y adaptarse, hacer lo que
podemos y aparcar lo que no podemos (No podemos con todo). Tiempo de apoyar a y
apoyarse con los demás; las dificultades del camino se superan mejor
acompañado.
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