Hay días que soy un maestro de la procrastinación (hacer cosas triviales posponiendo las importantes), de dejar para mañana lo importante, entreteniéndome con mil tareas menores, sin importancia, que me dan la sensación de que hago algo productivo, mientras lo importante, lo que quería hacer sí o sí se queda en el tintero, sin hacer. Nos consolamos diciendo, “al menos estoy haciendo algo”.
El
problema se agrava si esté hábito improductivo se alarga: una semana, varias
semanas... Puedo ser consciente si me doy cuenta de que lo importante lleva
demasiado tiempo sin avanzar.
“Posponiendo
lo importante provocamos crisis en nuestra vida cuando se convierte en urgente”
Lo
importante puede pasar inadvertido cuando no hay fecha límite, lo podemos
posponer de manera infinita. Suelen ser las que nos llevan a resultados muy
positivos si las hacemos y que, sin embargo, pasan desapercibidas si no las
hacemos. Si pones fecha a lo importante, al menos te darás cuenta de por cuanto
tiempo lo vas posponiendo.
Lo
importante es lo que tiene consecuencias. Lo que hacemos nos lleva a
resultados. Las consecuencias pueden ser muy buenas cuando hago algo con
importancia o al hacerlo puedo evitar unas consecuencias negativas.
Dejar
para mañana es un hábito, cuanto más
vas dejando una cosa más fácil es que la sigas dejando para más adelante. Si
procrastinas en algún ámbito de tu vida es más fácil que también lo hagas en
otros. Si quieres obtener resultados diferentes tienes que romper el hábito.
“Si lo
dejas para mañana un día, es probable que los días vayan pasando uno tras otro”
Puedes
ir dejando lo que te desagrada, aun
sabiendo que lo tienes que hacer, con lo que la preocupación y el desagrado
irán creciendo. Hazlo primero, cuanto antes, y disfruta del resto. Es más fácil
hacer lo que nos gusta, aunque las consecuencias no sean las que nos gustan.
Inteligencia para ver las consecuencias de nuestros actos.
Otro
motivo es encontrar la tarea abrumadora
o demasiado difícil, no sabes por dónde empezar. Puedes dividirla en tareas más
pequeñas, empezar a hacer y normalmente el camino aparece ante ti. No puedes
ver todos los giros hasta que no empieces a andar ¡Cuantas veces lo que parece
tan difícil no lo es tanto si nos ponemos a ello!
“No puedes acabar una tarea a menos que la
empieces”
También
nos lleva a posponer las cosas el perfeccionismo,
que nos paraliza, la indecisión ante la necesidad de acertar, no equivocarnos.
Aunque no actuar puede ser un error
mayor. Los autores perfeccionistas siempre están revisando el primer
capítulo, así que rara vez terminan un libro.
Algunas
preguntas que te pueden ayudar a tomar conciencia: ¿Qué suelo procrastinar?
¿Qué estoy posponiendo ahora? ¿Cómo me siento al darme cuenta? ¿Qué causa mi
hábito de dejar para más tarde? ¿Cuáles son las consecuencias?
Por
otra parte, ver lo que dejas para más adelante, puede hacerte ver que realmente
no lo quieres hacer, no te toca (es responsabilidad de otro), no está de acuerdo
con tus valores y prefieres aceptar las consecuencias de no hacerlo. En ese
caso, es momento de pasar página, dejarlo y dejar de sentirte culpable por no
hacerlo.
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