Cuántas
veces vamos a toda prisa a ningún sitio. Tan deprisa vamos que no nos damos
cuenta de por dónde pasamos. Cuántas veces actuamos sin darnos cuenta y si nos
preguntan a qué hemos dedicado el día ni nos acordamos.
Como
los aviones tenemos piloto automático y lo activamos, dejamos que gobierne
nuestra vida, nuestro tiempo, especialmente cuando estamos cansados o cuando no
queremos darnos cuenta, no queremos decidir nuestro rumbo.
Llegamos
a casa tan cansados por la noche que después de cenar cualquier cosa solo
tenemos fuerzas para pulsar el mando a distancia y ver lo que nos echen, sin
pararnos a pensar que podía ser mejor ir a la cama y descansar.
También
el piloto automático nos permite hacer sin detenernos a pensar para qué
hacemos, evitando que nos demos cuenta del absurdo de tanto hacer, de tanto
correr, para no llegar a ninguna parte ¿Nos sentimos importantes por lo
ocupados que estamos? ¿Es un lujo dejarse un espacio para pensar? ¿No podemos
permitirnos parar a sentir?
Lo
peor del piloto automático no es que nos lleva a cualquier parte, sin pensar a
dónde queremos ir, mucho peor es que no nos deja disfrutar del camino, darnos
cuenta de lo que vamos viviendo.
El
piloto automático es sobrevivir sin vivir, como los zombis vivientes, muertos a
los 30 y enterrados a los 85. Recuperemos el saber vivir, el saber disfrutar
con lo sencillo, el ir despacio, el disfrutar de las buenas conversaciones y de
la puesta de sol, de los cercanos y lo cercano. Vivir cada día, sus 24 horas,
sus 1.440 minutos. Como hacen los niños y cómo todos sabíamos hacer cuando éramos
niños
La sabiduría de Mafalda y de todos los niños |
Para
vencer el automático:
- Darnos cuenta: ser conscientes de lo que hacemos y nos pasa. Para eso hay que parar y observar.
- Decidir si el piloto automático nos conviene: es legítimo elegir.
- Cambiar y vivir si decido que no me conviene.
Te
invito esta semana a explorar tus automatismos, por mi parte me meto tanto en
el hacer distintas cosas que me disperso y acabo abrumado, lo que no me
conviene. Receta: parar y pensar antes de hacer.
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