Los
objetivos marcan la dirección hacia dónde queremos caminar en nuestra vida, las
metas a alcanzar, la visión que tenemos para nosotros dentro de un tiempo, cómo
nos vemos o nos soñamos en unos días, meses o años.
Si nuestro
objetivo es ganar mucho dinero puede que estemos luchando en nuestro propio
negocio o, si nos daba miedo montar un negocio, puede que estemos trabajando
con todas nuestras fuerzas en busca del mejor salario posible.
La
sociedad actual presiona para valorar a la persona por lo que tiene y ha
olvidado valorar a las personas por lo que son. Como dice Covey, en busca de
ese reconocimiento social trepamos por la escalera del éxito sin darnos cuenta
de si la hemos apoyado en la pared equivocada, si es allí dónde queremos subir.
No
siempre somos conscientes de nuestros objetivos, al igual que una corriente de
agua suave, que nos arrastra sin darnos cuenta lejos del sitio dónde estábamos,
hay objetivos que nos van arrastrando y en unos años nos damos cuenta que no
tenemos la vida que queríamos tener.
Si
no vamos en la dirección que queremos es que no perseguimos los objetivos
adecuados, probablemente perseguimos otros inconscientemente, sin darnos cuenta
Una
pregunta difícil es ¿qué es lo que quiero? Y acompañada de la pregunta ¿Qué
estoy haciendo? nos permite saber si realmente estoy caminando hacia el sitio
dónde quiero ir.
Hace
unos cuantos años trabajaba de consultor, muchas horas a la semana y coincidí
comiendo con el jefe a nivel europeo, un modelo para todos los que allí
trabajábamos. Un modelo que nos invitaba a trabajar duro si no lo mirábamos
bien.
Charlando
comentó que lo que más disfrutaba era estar en verano, sentado en un banco, en
un pueblo pequeño de montaña, casi una aldea, al que iba de vacaciones,
charlando con los vecinos de la aldea.
Para
estar sentado en un banco cómo ese sólo hace falta querer e ir. Aunque si estás
demasiado entretenido trabajando para poder comprar muchas cosas, hacer muchos
viajes y dar a tus hijos todos los caprichos (el éxito social), te va a quedar
poco espacio para sentarte tranquilo y pasar tiempo con los que quieres.
Si
te despistas persiguiendo el éxito social te pierdes el éxito personal.
Por
eso para tener una vida equilibrada tienes que tener unos objetivos equilibrados.
Hay que trabajar para vivir, si estás viviendo para trabajar mira a ver si eso
es lo que quieres.
Unos
objetivos equilibrados que te permitan cuidarte a ti, estar con los cercanos,
la familia y los amigos y también trabajar y disfrutar con el trabajo,
aportando a los que te rodean.
Una
reflexión parecida a mí comida con el jefe la podemos encontrar en la historia
del inversor y el pescador que he visto ya en varios sitios:
Un experto
en inversiones, estaba en el muelle de un pequeño pueblo, cuando llegó un
pescador en su bote. Dentro del bote había varios atunes amarillos bastante
grandes y el banquero elogió al pescador por la calidad del pescado y preguntó:
-¿Cuánto
tiempo le tomo pescarlos?
-Muy
poco tiempo, respondió el pescador.
-¿Por
qué no se quedó más tiempo pescando, podría haber traído más peces? Preguntó el
banquero.
-Sí,
seguramente, pero esto es suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas
de mi familia, dijo el pescador
-Permíteme
que te pregunte, dijo el banquero ¿qué haces con el resto de tu tiempo?,
-Después
de pescar, descanso un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta, luego
acompaño a mi esposa hacer las compras y por las noches me reúno con los amigos
para pasar un buen rato conversando. Llevo una vida tranquila y despreocupada,
dijo el pescador.
-Mira,
yo soy un especialista en marketing y asesor de grandes empresas y podría
ayudarte a desarrollar un negocio. Lo que tendrías que hacer, es dedicar más
tiempo a la pesca y con los ingresos podrías comprar un bote más grande. Al
tener un bote más grande puedes pescar mucho más que ahora, de manera que
duplicarías las ganancias. Con el tiempo podrías comprar varios botes y tener
empleados que pesquen para ti.
El
siguiente paso es que en lugar de vender el pescado a un intermediario, lo podrías
vender directamente a la empresa que distribuye el pescado una vez envasado y
empaquetado y con el tiempo podrías tener la distribución para la provincia o
el país entero.
Claro
cuando eso ocurra, tendrías que dejar este pequeño pueblo para instalarte en la
gran ciudad, desde donde manejarías tu empresa, sin tener que salir a pescar.
-¿Pero,
cuánto tiempo hace falta para que ocurra todo eso? Preguntó el pescador.
-Entre
diez y quince años, dijo el banquero.
-¿Y
luego qué? Dijo el pescador.
-Después
se puedes vender las acciones de tu empresa al público. Te harás millonario.
-¿Y
luego qué? Le preguntó sonriendo al banquero.
-Luego
te puedes retirar. Te compras una casita en un pueblecito de la costa, donde
puedes descansar, dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, ir
con tu esposa de compras y reunirte con
tus amigos y familiares para pasarlo bien. Dijo el banquero.
-¿Acaso
no es eso lo que ya tengo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario