Tanto
pensar en lo que tengo que hacer no hago nada. Tantas cosas pendientes que creo
que lo mejor será hacer un buen plan para poder hacerlas y así planificar
durante horas sin avanzar en nada.
No
cuenta lo que piensas hacer sino lo que haces. Y en ocasiones nos quedamos
paralizados de tanto análisis.
En
el otro extremo nos encontramos cuando nos lanzamos a hacer sin tener muy claro
el propósito, el para qué, el qué y el cómo vamos a hacer. Si no sabes a dónde
vas es muy probable que acabes en cualquier otro lugar.
Demasiada
acción sin reflexión lleva a muchos errores, es como el que dice todo lo que
piensa sin pensar lo que dice. Y demasiada reflexión sin acción nos lleva a no
movernos y no avanzar.
Cada
uno tiene su tendencia hacia la reflexión o hacia la acción ¿cuál es la tuya? Y
esa tendencia puede ir cambiando en distintas épocas. Tomar conciencia de
nuestra forma y encontrar nuestro equilibrio.
Equilibrar el tiempo dedicado a planificar y a actuar. Dibujo de Leyre Fontaneda |
Equilibrar
el visionario, el que mira hacia el futuro y planifica con el operario, el que
ejecuta. El visionario sin acción es el soñador, que solo sueña con cosas que
hacer, objetivos que alcanzar, sin hacer nada. Y el operario sin visión, sin
plan, es el pollo sin cabeza, corriendo a todos lados sin saber a dónde vas, dando
tumbos y cambiando de actividad sin darnos cuenta.
Para
encontrar este equilibrio un camino de tres pasos:
- Encuentra y reserva momentos para ver y mirar, reflexionar, decidir y planificar.
- Con el plan claro es el momento de la acción, de mantenernos enfocados y comprometidos con lo decidido y planificado.
- Establecer los hitos donde parar y reflexionar cómo estamos siguiendo el plan, si hace falta ajustar y cambiar.
Te
invito a que pares diez minutos, observes y reflexiones dónde te ves: como un
soñador, en equilibrio entre el planificar y el hacer, o haciendo en muchas
ocasiones sin plan claro. Tú decides cómo quieres continuar tu camino.
Somos
dueños de nuestro plan, podemos cambiarlo cuando queramos, aunque demasiado
cambio nos puede hacer perder el norte, despistarnos sin saber dónde estamos.
Buenísimo
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