Esta
semana mi hija me ha ayudado a reflexionar. Estamos en Irlanda, está haciendo
la tarea que mandan en el colegio de Irlanda y no se encontraba muy motivada
para hacerla (así que decidió no hacerla). Hemos venido unos meses, llegamos a
principios de febrero y volvemos a España para empezar de nuevo el curso allí,
no encontraba el sentido a hacer algo que desde su punto de vista no la aportaba
para continuar el curso el año que viene.
Creo
que las notas, los exámenes, la evaluación externa, nos hace perder la
perspectiva, nos hace perder la ilusión por el aprendizaje, por lo que hacemos.
Un niño mira con curiosidad, quiere aprender y matamos esa curiosidad, esa
ilusión, cuando lo enfocamos en las notas, en la competición y no en el
disfrute del descubrimiento.
Afortunadamente
(especialmente para sus padres), parece que ha encontrado el sentido y la
motivación. Todos tenemos derecho a desanimarnos de vez en cuando, hacer una
pausa, observar hacia dónde vamos y decidir si queremos aceptar las
consecuencias de no hacer (las del corto y las del largo plazo), que no siempre
son fáciles de ver, sobre todo si no queremos mirar.
Y
la importancia de disfrutar del camino, en este caso del aprendizaje, del
descubrimiento de esta semana, de cómo fue la revolución industrial, con sus
interpretaciones y de cómo ha ido cambiando la Unión Europea. Me alegro que
haya encontrado ese disfrute, las notas solo motivan en el muy corto plazo.
Por
mi parte aprendí tarde a leer, recuerdo como mi hermana, un año menor que yo,
ya podía leer el periódico y yo no era capaz de leer la cartilla. Me pinchaban
tratando de motivarme y no funcionaba. También recuerdo el momento en el que
decidí aprender, mediados de agosto, encontré la motivación, y para cuando
comenzó el curso a mediados de septiembre yo había hecho un gran progreso,
porque la motivación me venía de dentro, no de las presiones o de las
expectativas externas. La filosofía me interesa más desde que no tengo que
estudiarla (no tengo examen) y leo por el puro disfrute de la reflexión.
Cada uno hace lo que quiere (y
puede), bien porque quiere hacer eso, porque le gustan los
resultados a los que lleva, porque se siente obligado, los motivos son
diversos. Si no encontramos un motivo es difícil que queramos o decidamos hacer
algo.
Hasta
que no encuentro la motivación interna puede ser que trabaje, que avance en
algunas cosas, a costa de un gran esfuerzo. En el momento que encuentro esa
chispa interior, esa fuerza que nos acompaña, se me olvida el esfuerzo y las tareas
fluyen solas.
Para
algunos subir una montaña es el mayor de los castigos y para otros el mayor
disfrute, en gran medida depende de cómo interpretemos lo que estamos haciendo,
de cuáles son nuestros motivos.
Disfrutar del esfuerzo con propósito. Imagen de Free-Photos en Pixabay |
El
motivo puede estar en la contribución.
Ese sentimiento de contribución que ha hecho que muchos, ante una crisis como
la del coronavirus, puedan estar dando lo mejor de sí mismos, siendo soporte de
una sociedad que sufre, con esfuerzo, constancia e ilusión.
Encontrar
los motivos, los objetivos, que son importantes para mí, ayudan a encontrar la
energía, el foco y la constancia para continuar. Casi todos aprendemos a andar,
a pesar de caernos muchas veces, porque encontramos la fuerza para perseverar:
andar es importante y posible.
“Encontrar un objetivo claro que sea importante para ti”
Creo
en la ley de la causa y el efecto.
Qué unas causas, unas acciones, llevan a unos efectos. En función de cómo
vivamos y cómo vayamos viviendo, así será nuestro futuro. En función de si
hacemos ejercicio o no, estaremos en forma o no.
“El destino al que llegues depende del camino que recorras”
Para
estudiar en casa o para teletrabajar, a distancia, sin una vigilancia externa,
sin la clave del horario… es necesario encontrar el propósito, la motivación.
La motivación que está en los motivos, no en frases de ánimo.
Sin
esa motivación entramos en la apatía, sin ganas de hacer todo se convierte en
esfuerzo y sacrificio, acabamos arrastrándonos para sacar el estudio o el
trabajo adelante, olvidando la satisfacción del aprendizaje y el trabajo bien
hecho, del que podemos sentirnos orgullosos y satisfechos.
“Encuentra tus motivos para avanzar con menos sacrificio”
Y
menos sacrificio, hacerlo más a gusto, no significa falta de esfuerzo. El que
disfruta de subir a la montaña se esfuerza y encuentran la satisfacción en ese
esfuerzo, que entonces no es penoso. Dejemos la cultura de lo fácil, para
llegar hay que esforzarse.
“Muchas veces, lo que merece la pena, supone esforzarse,
que es distinto de sacrificarse”
Genial!!
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