¿Qué
tal vas con los planes que tenías previstos los últimos tres meses? Seguro que
se han visto alterados. Planificar puede ser complicado si el entorno es
cambiante y ahora muchas veces lo es. Los cambios forman parte de nuestra
época, donde todo evoluciona muy rápido.
Y
así ya tenemos la excusa perfecta para no planificar ¡Para qué voy a planificar
si el futuro es incierto! Así reza el chiste que da título a este escrito “Si
quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”.
Cuándo
en los cursos de gestión del tiempo hablo sobre la “importancia” de
planificarse casi siempre encuentro algún resistente a la planificación, que
prefiere dejarse llevar, ir viendo ¡Para qué voy a planificar si nunca cumplo
con lo planificado! Una buena pregunta puede ser ¿Por qué no cumples con tus
planes? ¿Son tuyos o son de otros? ¿Para qué eso que ibas a hace es importante
para ti?
Los
planes nos pueden estresar, por eso mucha gente decide no hacer planes. Y puede
ser una buena opción, en algunos casos, valora si es el tuyo. Si no hay plan
puedes acabar no haciendo nada, lo cual no tiene por qué estar mal.
También
está el hiper-planificado, donde cada segundo está planificado. Esa persona que
va de viaje de “vacaciones”, madruga, lleno de actividades hasta la hora de
acostarse. Y a algunos les va bien, aunque a mí eso sí me estresa y no me descansa
en vacaciones.
Entre
los dos extremos de no planificar nada y de planificarlo todo puedes encontrar
tu equilibrio. A mí me gusta la
planificación de grandes líneas, sabiendo lo que quiero, hacer un plan para el
camino, saber lo que hacer para llegar, disfrutando del camino.
¿Cuál es el plan cuando haces surf? Sólo líneas maestras (Imagen de Free-Photos en Pixabay) |
Grandes líneas que se puedan ir adaptando a los cambios, una planificación flexible para tiempos revueltos, que te ayude a encontrar espacio para lo importante, que lo importante para ti no quede a merced de lo urgente, de la corriente que te arrastra, porque todos los días encuentras unos minutos o unas horas para ello, porque lo has planificado.
“En tiempos de incertidumbre (siempre), marcar líneas
maestras, flexibles, adaptables a lo que vaya sucediendo”
Y
para avanzar en tu plan, encontrar la gasolina, la fuente de energía que te
ayuda a seguir el plan. Puedes encontrar gasolina en distintos sitios: en el
para qué de lo que haces, en el puro disfrute de hacer lo que haces (divertirse
cómo un niño jugando), en la contribución, etc.
Me
gusta la frase “Fallar al planificar es planificar fallar”. Y es que, sin antes
conocerte, sin conocer tú entorno, es difícil hacer planes viables, que vayan a
funcionar. La buena planificación necesita de experiencia, anticipando las
dificultades que te vas a encontrar, que solo conoces cuando has recorrido
otros caminos similares.
Ir
aprendiendo a planificar, revisar cómo ha ido el plan, qué ha funcionado bien,
que no ha funcionado, qué cambiar para la próxima, celebrar los logros.
Empezar
por el largo plazo, no ser miopes y solo mirar cerca, tener una visión, ver e
imaginar dónde queremos llegar, para encontrar el mejor camino, encontrando
también el equilibrio entre el largo plazo y el ahora.
Disfrutar
de la ILUSIÓN de los planes, jugar a imaginar, visualizar tu futuro. La gran y
muchas veces con tan fácil pregunta ¿cómo quieres vivir? ¿qué quieres?
Encontrar la ilusión en el plan para que te ilusione llevarlo a cabo.
El
plan es el hilo que guía tus pasos, la fuente para el plan está en tus valores,
en lo que valoras, en lo que es importante. Encuentra lo importante y desde ahí
construye tu plan que te ayude a caminar.
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