El reloj y el calendario miden el tiempo y nos ayudan a coordinarnos con otros. Nos ayudan a poder organizarnos y programarnos, sabiendo a qué hora sale el autobús y lo que tarda podemos planificar mejor (si vivimos en un entorno donde el autobús llega puntual).
Cada
uno tiene su concepto de puntualidad. Para uno puede ser llegar antes, otro
piensa que es llegar a la hora y un tercero considera que se debe dar un margen
de 5, 10 o 15 minutos.
Encontramos
al estricto, que no se puede relajar, intransigente con el tiempo. Por otra parte,
el que, aunque lo intenta, nunca llega a la hora, siempre con una “razón” para
llegar tarde. El que se retrasa siempre
tiene una excusa.
Quizá
ambos descontentos si se tienen que encontrar. El inflexible, enfadado por
tener que esperar, por todo lo que ha dejado de hacer para ser puntual,
sintiendo que le roban el tiempo. Y el que llega tarde, por el conflicto que
supone si el primero se lo recrimina o porque se pregunta por qué siempre llega
tarde.
La
impuntualidad de unos condiciona al resto. En un entorno donde sobra el tiempo
quizá no es tan importante. Cuando hay “demasiado” o “mucho” que hacer, va
penalizando otras cosas.
Para
poder ser puntual hay que percibir el paso del tiempo, hay que saber cuánto
lleva aproximadamente una actividad o desplazamiento. Si calculamos con
demasiado optimismo, estimando que tardaremos menos de lo que habitualmente se
tarda, llegaremos tarde. El mejor truco para llegar pronto es salir pronto, para terminar pronto es empezar pronto.
Es
difícil planificar un día cuando dependes de otros que no son puntuales. Puede
pasar, por ejemplo, si un día tienes que ir al médico, aunque te dan una cita para
una hora determinada, nunca estás muy seguro de si el horario se va a cumplir y
de cuánto tiempo va a llevar. De esta forma ya te condiciona el resto del día.
El
retraso en una actividad se va arrastrando a las siguientes. Para no arrastrar
los retrasos puedes añadir un cierto margen. Puede que te resistas a añadir un
margen porque te parece una pérdida de tiempo, si es así selecciona algo que
podrías hacer si tienes ese tiempo, aunque no lo vas a hacer si no lo tienes
(si después te empeñas en hacerlo, aunque no tengas margen, volverás a ir
retrasado).
El que
llega tarde hace “perder” el tiempo a los que llegan puntuales, si es que le
esperan. A veces, no hay otra opción, hay que esperar al impuntual. O visto de
otra forma, siempre cabe no esperar y aceptar las consecuencias, incluso aunque
sea el jefe.
En
grupo la impuntualidad se puede convertir en hábito. Soy profesor, si empiezo
la clase dos días cinco minutos tarde enseguida esos cinco minutos se
convertirán en la norma. La única forma de que esto no ocurra es mantener
cierta tensión, empezar puntuales a pesar de los rezagados. Lo mismo pasa con las
reuniones en la empresa o entre los amigos. El impuntual hace perder el tiempo
a los puntuales.
La impuntualidad es contagiosa, cuando
empezamos tarde por un impuntual un encuentro habitual, poco a poco la
impuntualidad se irá contagiando, cada vez serán más los impuntuales, sabiendo
que ser puntual no importa en este caso.
Sabiendo
que la reunión siempre empieza 15 minutos tarde, que nadie va a llegar puntual,
pues tampoco tú llegas a la hora fijada. La reunión empieza como siempre,
puntualmente 15 minutos tarde. Y si te sigues empeñando en llegar a la hora
dedicarás 15 minutos a socializar o a cualquier otra cosa. Ya se pierde
suficiente tiempo en reuniones como para empezarlas tarde.
También
la puntualidad es un hábito. Si empezamos a la hora todos lo saben y actúan en
consecuencia. Me encantaba ir a comer a casa de mi abuelo, allí siempre se
comía a las 3, estuviese quien estuviese, el que fuese llegando ya comería lo
que quedaba. Todos lo sabíamos y actuábamos en consecuencia.
Llegar
con tiempo muestra la importancia del encuentro o del asunto. Ser puntual es
señal de aprecio y respeto, es valorar el tiempo propio y ajeno.
Algunas ideas:
- Empezar a la hora. Es regla de cortesía para con los puntuales, en lugar de guardar un tiempo de cortesía para el que llega tarde.
- Un truco casi infalible para llegar pronto es salir pronto. Si salimos tarde, podemos intentar solucionarlo corriendo y no siempre funciona.
- La puntualidad y la impuntualidad son hábitos. Aunque para ser puntual alguna vez hay que ejercitar la fuerza de voluntad y hacer un esfuerzo.
- El impuntual no va a cambiar porque nosotros queramos. Podemos aceptarlo y adaptarnos. También podemos dejar de esperar y aceptar las consecuencias de seguir adelante sin el que se retrasa.
En un curso aprendí que no empezar 5 minutos antes era guardar el tiempo de cortesía :-)
ResponderEliminarEstuvimos en el mismo curso :-). Esperar cuando ha llegado la hora es una descortesía para los que han llegado puntuales. El tiempo de cortesía está antes de la hora fijada para comenzar.
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