En este mundo de la inmediatez, donde todo lo queremos para ya, hace dos semanas escribía sobre la paciencia y la constancia para llegar donde queramos. La energía la podemos encontrar en el propósito, en la meta clara, en un objetivo donde encontrar motivación, el motivo para la acción.
A
veces esa constancia supone sacrificio y esfuerzo, acompañados de fuerza de
voluntad. Otras veces parece más fácil, hay un secreto para conseguir la
constancia necesaria.
Quería
escribir una entrada en el blog todas las semanas y encontré mi rutina de
domingo por la mañana: Al levantarme me ponía a escribir lo que me había venido
rondando por la cabeza durante toda la semana. Resultaba fácil, casi
automático, el sábado me venían muchas ideas a la cabeza y el domingo escogía
sobre qué escribir.
Ahora, la rutina ha cambiado, el domingo por la mañana vamos al monte. Me
levanto, me calzo las botas de montaña y nos vamos a respirar aire puro y a
disfrutar del almuerzo. Un hábito que también me encanta.
De
repente se hace más difícil escribir la entrada el blog, ahora supone esfuerzo,
no tiene su hueco automático y tengo que buscárselo. Las ideas no avanzan solas.
Cuando sabía el momento en el que iba a escribir, era como si cuerpo y mente se
preparasen automáticamente.
Si
quiero seguir escribiendo semanalmente puedo dejarlo a encontrar el momento y poner
fuerza de voluntad cada semana o encontrar el mismo espacio de tiempo todas las
semanas (día y hora), para que se convierta en rutina y funcione casi solo.
Poner esfuerzo las primeras semanas para que después funcione en automático.
Ayer
oía hablar a Nadal de las rutinas para sacar cuando juega al tenis, algunos lo
pueden llamar manías. Dice que esas
rutinas solo las tiene cuando compite, que ayudan.
Las rutinas y los hábitos son casi
sinónimos. Nos llevan por un camino, en una dirección, casi sin darnos cuenta.
En algunos casos nos ayudan y en otros nos pueden perjudicar, sobre todo si nos
llevan al exceso.
Dicen
que un hábito necesita de 21
repeticiones para establecerse. Es una gran mentira, que a base de repetirse
parece verdad. Lo cierto es que cuando repetimos algo, con cada repetición, la
siguiente resulta más fácil. Con el tiempo lo convertimos en parte de nosotros.
Si me
acostumbro a leer todos los días antes de acostarme me costará dormir si no
leo. Si me acostumbro a correr todos los días, el día que no corro me duelen
las piernas, es su forma de decir que falta algo.
Las
rutinas, los hábitos, pueden ser difíciles de establecer. Lo más difícil es
empezar. Después continuar resulta más fácil. La inercia hace que después sea
difícil frenar, dejarlo.
La
primera ley de Newton, la ley de la Inercia, dice que todo cuerpo continuará en
su estado de reposo o movimiento rectilíneo uniforme a no ser que se le aplique
una fuerza que le haga cambiar de estado. Como los cuerpos de Newton tenemos
inercia, nos mantenemos en nuestras rutinas a no ser que hagamos algo para
cambiar.
La
clave está en el comienzo, aplicar la fuerza
de voluntad inicial suficiente para empezar a movernos o cambiar de hábitos. Escoger los hábitos que nos
convienen, empezar y con cada repetición nos costará menos seguir.
Ahora
que llega el nuevo año, que seguro vendrá acompañado de buenas intenciones,
regálate buenos hábitos, que te hagan más fácil tener una buena vida.
Los
hábitos nos evitan tener que hacer con esfuerzo y tener que decidir en cada
momento que hacer. Nos llevan a la meta pudiendo disfrutar del camino, sin
desgastar la fuerza de voluntad, que es limitada.
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