Sufrimos una epidemia de miopía, de no ver a distancia, de ni siquiera querer mirar, solo ver lo que tenemos cerca.
Esto
es especialmente así en el entorno político, donde muchos se sienten de paso y
da lo mismo lo que sucederá dentro de cuatro años, si el que lidera la política
cuenta con no estar ahí. También en muchas empresas, donde el gerente no
permanece en su puesto mucho tiempo.
Si el
entorno no acompaña, si los que dirigen no miran a medio o largo plazo, el que
lo hace se encuentra solo, es un bicho raro. Mirando a lo que viene, tiene una
visión distinta, no compartida, sus propuestas se pierden, chocan contra un
muro. Es probable de se canse de intentar adaptar la organización al entorno
cambiante y se adapte a la visión miope, de corto plazo. De esta forma, la miopía
se contagia, puede que sea más fácil así e incluso más inteligente.
Miopía: foto tomada de La Vanguardia |
Para
los exámenes estudiamos la respuesta correcta, la lista de lo que se valora, lo
que van a preguntar. Nos ceñimos a un temario, más allá de la curiosidad, un
temario que quizá quede rápidamente desfasado.
Estoy
en un entorno parecido, el universitario, no solo para los alumnos, también para
los profesores. Si quieres avanzar en la carrera universitaria hay un sistema
de acreditación, con la lista de lo que tienes que hacer y lograr.
Un
sistema así invita a hacer, a trabajar, en eso que se valora. Lo cual tiene su
parte positiva, el número de publicaciones del sistema universitario español ha
crecido de forma importante en los últimos años.
También
tiene sus pegas. Para poder valorar hay que poder medir. Muchos intangibles,
difíciles de medir, quedan fuera. La tabla de lo que se tiene en cuenta deja fuera
muchas cosas que aportan. Centrados en la acreditación, olvidamos cosas
importantes, que no se miden, que condicionan el futuro.
Reconocer
solo lo medible deja fuera los intangibles
Es difícil
mirar más allá, encontramos muchas excusas. En un entorno tan cambiante como
este, para qué conjeturar que es lo que vendrá, ya nos ocuparemos cuando llegue.
Incluso, dejamos el problema para el siguiente, que resuelva el que venga.
¿Dónde
crees que nos lleva la miopía? Sobre todo, si no nos ponemos las gafas.
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