Hoy mi hija tenía examen de matemáticas y ayer lamentaba que no le iba a dar tiempo. Había dejado una parte porque no la entendía y seguía sin entenderla (no se había producido ningún milagro). Ante la proximidad del examen le costaba concentrarse y se perdía en lamentaciones.
Un amigo,
en cada examen, se lamentaba de no haber tenido un día más para estudiar.
Siempre faltaba un día, incluso si retrasaban el examen, seguía faltando un
día.
Vamos
dejando para más adelante, para después, el comenzar a estudiar, hasta que el
examen está demasiado cerca. Entonces, en lugar de ponernos, nos dedicamos a
lamentarnos de no haber empezado antes.
Lo mismo
sucede para otras muchas cosas que vamos dejando, después lamentamos no
habernos puesto antes, nos metemos en un hoyo de quejas y culpabilidad. La
desesperación no ayuda a salir del hoyo, lo va haciendo más hondo.
Si quieres
salir del hoyo, deja de cavar. En lugar de lamentar lo que no has hecho empieza
a caminar, hasta donde llegues. Mira a ver lo que sí puedes hacer y empieza.
Si estás
ante un examen y estimas que no te da tiempo, no ganas nada lamentándote.
Aumentas las posibilidades de mejorar el resultado si te pones a estudiar, hasta
donde llegues. Hacer lo que puedas y no más.
Lo
mismo aplica para cada reto que lleves retrasado, no vale lamentar lo no hecho,
más vale ponerse a hacer lo que sí puedes hacer, mirar hacia delante, hacia los
siguientes pasos.
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Si
estás convencido de que no vas a sacar un examen adelante, es muy difícil que
lo apruebes, la desconfianza minará la fuerza de voluntad para ponerte, es
difícil ponerte a estudiar sin confianza en el resultado. Lo mismo pasa con
cada reto.
Deja
las lamentaciones, agua pasada no mueve molino. Lo pasado, pasado está. Las
lamentaciones te anclan en el pasado, enganchado a la idea de lo que no he
hecho, me castigo, me entretengo en la queja y sigo sin hacer, sin avanzar.
No está
mal mirar atrás para aprender, para emprender las próximas acciones con más
posibilidades, evitando la parálisis.
Ante
cualquier reto, como pueden ser los exámenes, puede surgir cierta inquietud,
incluso ansiedad. En su justa medida nos puede impulsar a concentrarnos,
llevarnos hacia delante. Siempre y cuando no nos dejemos enganchar por la
queja.
La
queja es uno de los canceres de la productividad. Abandona tu queja y aléjate de
los quejosos. La queja es contagiosa. Mejor rodearse de los que miran hacia delante.
Qué buen texto, Nacho. Me quedo con esta frase "Si quieres salir del hoyo, deja de cavar."
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