¿Hacer
planes o no hacerlos? Esa es la cuestión ¿Hasta dónde me planifico? Muchos se
niegan a hacer planes ¡Para qué voy a hacer planes si después no salen! ¡Para
qué voy a planificar si después no cumplo! ¡Es que a mí lo que me gusta es
fluir, ir viendo en cada momento! Muchos se niegan a planificar. A mí no me
gusta estar muy planificado, me gusta poder sentir que es lo que me apetece en
cada momento.
En mi
caso, cuando planificaba las horas de estudio detalladamente, con sus descansos
correspondientes, lo único que cumplía era con los descansos. Sería porque en
esos descansos solía haber quedado con alguien y ya no lo iba a cambiar (parece
que los compromisos con otros me ataban más que los compromisos conmigo mismo).
Después
aprendí a planificarme de otra forma, planificaba cuantas horas de estudio
podía sacar ese día y después iba fluyendo por el día, avanzando a ratos hacia el
objetivo, lo que solía conseguir. Esa planificación más flexible me funcionaba
mejor.
Dicen
que si fallas al planificar estás
planificando fallar. Un mal plan será más difícil de seguir, en algún caso
imposible y es la antesala de la frustración. Tómate el tiempo para hacer un buen plan.
Las vacaciones pueden ser más una fuente de estrés que de descanso, con tantas cosas previstas que cada día es salir corriendo para poder llegar. Quizá también hay que reservar tiempo para descansar, para no hacer, el tiempo libre que a veces llenamos de planes y ya no es tan libre.
La
cosa se complica si no solo eres tu el involucrado, cuando haces con otros o
cuando viajas con otros, solo con un plan somos capaces de hacer algo. En un
grupo grande, sin un plan, es más difícil ponerse de acuerdo, a no ser que se
confíe en alguien que lidere y sea capaz de tomar decisiones. Te puedes quedar
paralizado por la búsqueda de consenso, intentando contentar a todo el mundo
(algo que se acerca a la utopía).
También
si me apetece ver a alguien y somos gente ocupada, o quedamos o no nos vemos.
Quedar viene a ser un plan, algo que dejamos para más adelante y que nos compromete,
en este caso con otro.
En
otras ocasiones los planes solo son compromisos con nosotros mismos. Alguien
nos genera confianza cuando hace lo que dice que iba a hacer. Podemos ganar en
autoconfianza cuando hacemos lo que hemos planificado hacer. Ganamos en autoconfianza y autoestima
cuando cumplimos con nosotros mismos.
Una buena
organización, un buen plan, es la clave para una buena y fácil ejecución. Una
compañera, cuando los niños eran pequeños, siempre planificaba, con gran inteligencia
y proactividad, los horarios de los niños en la extraescolares, equilibrando su
disfrute y aprendizaje con la compatibilidad de horarios en su trabajo. El año
escolar era mucho más fácil. Un error de planificación te tiene todo el año
haciendo desplazamientos que en otros casos serían innecesarios.
Cuando
planificas con otros o para otros, los intereses y los gustos no siempre son
los mismos. Imprescindible la comunicación que mejorará el plan para todos y
las posibilidades de que vaya bien.
Ahora
que se acercan las vacaciones escolares es buen
momento para el diálogo. Conocer a nuestros hijos y saber que les interesa,
les apetece y les gusta. Hacer el plan de vacaciones, de las vacaciones conjuntas
y de lo que van a hacer ellos mientras los adultos trabajan. Con hijos pequeños
hay que coordinar más situaciones.
Póntelo
fácil para disfrutar (incluso de las vacaciones)
Hacer
el plan da pereza, son muchas variables a tener en cuenta, muchas las
posibilidades. Cuanto más tardes, menos posibilidades. Planificar es elegir
para el futuro, también puedes dejarlo para más adelante, ya irás viendo el
camino. También en el futuro puedes cambiar tu elección, tu plan, al fin y al cabo,
es tuyo.
No todo va a salir según lo previsto, un buen plan nos ayudará a adaptarnos ante los imprevistos. En cualquier caso, eres el dueño de tu plan y puedes cambiarlo cuando quieras. Hay cosas más importantes que el plan, tu sabrás cuales son las tuyas.
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