Cuántos
han oído en casa de pequeños: hijo, hija, tu ante todo ¡No seas vago! ¡No seas
vaga! Y otras frases similares cómo: “El tiempo es oro y el que lo pierde un
bobo” “A Dios rogando y con el mazo dando” o “Ganarás el pan con el sudor de tu
frente”.
Cultura
del trabajo, del esfuerzo, que algunos llevan en vena y otros tienen totalmente
olvidada. La clave es encontrar el equilibrio entre trabajar y el concepto de
hacer el vago. Para algunos hacer el vago es dedicarse a cualquier cosa que
disfruten, incluso jugar con sus hijos o pasar una tarde con los amigos.
Hay
adictos al trabajo que ni son conscientes de su adicción. Una adicción que está
bien vista y que normalmente lleva al éxito profesional, sacrificando otras
parcelas de la vida. Adicción
justificada en creencias bien arraigadas.
¿Hace
cuánto que no te permites una tarde de sofá, tele y palomitas? ¡Menudo cargo de
conciencia! ¡Con la cantidad de cosas que tengo que hacer! Incluso si solo estás
un rato puedes sentirte culpable.
Adicción
que puede presentarse antes de empezar a trabajar en el mundo laboral, obsesión
por los estudios con olvido de la vida u obsesión por las labores de casa
(¡cómo yo no lo va a hacer nadie!).
Puedes
estar añorando el poder parar, descansar y disfrutar sin sentirte mal, sin
sentirte culpable por no pasarte el día haciendo algo “productivo”. Como si
descansar cuando hace falta no fuese productivo.
Muchas
veces no tenemos el indicador de cansancio activo, no nos damos cuenta de que
estamos agotados y nos llega una enfermedad que nos obliga a parar, como si nos
hubiésemos quedado sin gasolina por no sentirnos. Hasta se dice que el
cansancio es psicológico, como si no existiese.
La
clave está en el equilibrio. Tenemos derecho a sentirnos cansados y a actuar en
consecuencia. Puede que estemos sintiendo rozaduras en los pies y no paramos
porque se puede andar un poco más… Pues las consecuencias pueden ser las que vemos
en la foto, seguro que esas consecuencias no han sucedido de repente, aunque pueden
suceder casi sin darlas importancia.
Cuando
estás trabajando, trabajar y cuando estás a otra cosa, estar en esa otra cosa
sin cargo de conciencia, equilibrando los tiempos. En el largo plazos acabamos
recibiendo las consecuencias de trabajar muchas horas, las buenas y las no tan
buenas, puede ser agotamiento o estrés u otras peores.
Parar
cuando has hecho demasiado y estar atento a las señales de agotamiento. Como
reza el cuarto acuerdo del doctor Miguel Ruiz “hacer todo lo que puedas y no
más”. Muy importante el corolario de hacer lo que puedas y no más.
Y
si ya estás con las ampollas, permítete recuperarte, tomarte el tiempo de descanso
necesario, sin agobiarte porque otros en tus circunstancias han ido a trabajar
(tampoco conoces sus circunstancias) y “disfrutar” cuidándote cuando es
necesario.
Esta
mañana me comentaba un compañero antropólogo que el secreto de los maratonianos
africanos es el descanso, no tanto las rutinas de entrenamiento. No sé cuánto
habrá de verdad en esto, lo que sí es claro es que el descanso es
imprescindible para un vida bien vivida y también si queremos productiva.
Quizá
a ti como a mí aún nos suene mal “ser un vago”, también es cierto que de vez en
cuando es imprescindible hacer el vago, y mucho mejor sin cargo de conciencia.
Bienvenidos
y bienvenidas al club de los vagos temporales, aquellos que a temporadas hemos
trabajado demasiado. A veces nos podemos permitir ser vagos. No hace falta un
club para permitirnos hacer el vago de vez en cuando.
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