Te
ha pasado alguna vez que te has pasado toda una mañana haciendo sin parar, a
toda velocidad, y al acabar te da la sensación de que no has hecho nada, aunque
no has parado de hacer, cambiando de una cosa a otra y dejando un montón de
cosas a medias.
Cuantas
veces no encontramos el tiempo suficiente porque tenemos demasiadas cosas que
hacer y al final no acabamos nada, que es lo mismo que decir que no hacemos
nada.
Y
al ir cambiando de actividad,
siempre haciendo, nos agotamos. Es cómo empezar un pozo, para encontrar agua,
sabiendo que el agua está a tres metros, y antes de llegar al segundo metro
estamos cavando otro, con un propósito parecido y así vamos saltando de un pozo
a otro, todo el día cavando, sin encontrar agua, porque no hemos cavado los
tres metros en ninguno de los pozos empezados.
Cavando pozos sin parar y sin acabar ninguno - dibujo de Sofía Fontaneda |
Tenemos
la conciencia tranquila, porque hemos trabajado, hemos estado haciendo, en la
cultura del hacer, estamos de acuerdo con lo que se nos demanda, no estar parados. Cuanto mejor si de
vez en cuando nos parásemos a pensar: “¿para qué estoy haciendo esto?” o “¿Por
qué es importante acabarlo?”
Se
habla de la multitarea, de hacer varias cosas a la vez, simultáneamente. Aunque
podemos pensar que es más efectivo, en muchos casos disminuyen nuestros
resultados o estos desaparecen. Es como estar escuchando a alguien (nuestra
pareja, hijos, una compañera de trabajo) y a la vez estar con el móvil. Esta es
la multitarea simultánea, aunque
realmente es secuencial, porque lo que nuestro cerebro hace es ir cambiando de
tarea muy rápidamente.
También
está la multitarea secuencial, donde
dedicamos tres minutos a algo y pasamos a dedicar otros tres minutos a otra
cosa, sin acabar. Empezamos por arreglar un enchufe mientras hacemos las
lentejas y dejamos el enchufe a medias porque tenemos que ir a comprar algo, al
volver ya nos faltan cosas para continuar.
Esta
es una de las enfermedades del mundo moderno, con tantos estímulos que llaman
nuestra atención que somos incapaces de mantenernos enfocados en un objetivo.
Como puede ser acabar de cavar el pozo y encontrar agua. Seguramente no tenemos
la sed suficiente para mantenernos constantes en la tarea.
Además,
ser conscientes de que queremos avanzar en algo, que queremos acabarlo y sentir
la satisfacción de su finalización, nos
puede ayudar a rechazar interrupciones:
tanto las que nos vienen de fuera,
como alguien que quiere tomar un café, el correo electrónico que pita o la
consola que nos llama para echar una partida solo 15 minutos (que después se
convierten en tres horas o las que nos vienen de dentro, cuando sentimos la urgencia de saltar a otra cosa, quizá
porque esto nos está costando.
Te
preguntaría ¿Cuántos pozos tienes empezados? ¿Cuáles quieres acabar? Pues
escoge cuál es el más importante y a por él, hasta encontrar el agua, hasta
acabar, porque
No cuenta lo que empiezas, cuenta lo que acabas
La verdad es que estoy pasando una temporada con esa sensación en el curro. Se acumulan cosas y empiezas una y otra y otra y no terminas nada. Llego a casa reventado y con la sensación de no haber hecho nada.
ResponderEliminarA veces me toca centrarme, tirar de freno de mano y organizarlas por importantancia e ir acabándolas.
Buen post!!!
Un saludo!!
Muy buena reflexion. Es la lucha de hoy en día. Bonito dibujo!! Menuda ayudante.
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