Una
pregunta me ronda la cabeza, ¿Por qué sabiendo lo que nos va bien, lo que nos
conviene y lo que nos satisface, en muchas ocasiones no lo hacemos? Y en la
otra dirección ¿Por qué a veces hacemos cosas que no nos convienen?
Un
compañero de trabajo que de forma habitual iba a correr a las seis de la mañana
y había dejado de hacerlo me comentó un día en un café: “Desde que he dejado de
ir a correr me encuentro más cansado”. Siendo consciente de esto la decisión es
sencilla, vuelve a correr, aunque la acción igual no lo es tanto, seguro que
cuesta levantarse pronto para hacer ejercicio, especialmente los días de frío.
Mi
mujer se levanta ya desde hace un tiempo a hacer bicicleta a las 6.30 de la
mañana, después unos estiramientos y a continuar el día. Una buena forma de
empezar el día si encuentras la energía.
Empezar bien el día - dibujo de Leyre Fontaneda |
Voy
a cambiar las preguntas iniciales ¿Por qué sabiendo lo que me conviene no lo hago? Y ¿Por qué a veces hago lo que no me conviene? Cambiar el plural por el singular
nos responsabiliza más.
Enseguida
me puedo olvidar de las preguntas, de poner conciencia en lo que me conviene y
me cuesta, así no tengo que hacerlo.
Hay
buenos hábitos que quizá podemos adquirir en un par de repeticiones, otros que
llevan las famosas 21 repeticiones y otros hábitos, que según nuestra
naturaleza, siempre llevan un poco de esfuerzo consciente, nunca son totalmente
automáticos, aunque la repetición ayuda, para algunos puede ser el ejercicio
(si no han encontrado uno que les guste), para otros el parar (acostumbrados a
sentirse culpables si paran) o el leer, conversar con los que apreciamos… para
lo que nunca encontramos un rato.
Y
es que si nos paramos a pensar que es lo que nos conviene enseguida aparecen
algunas ideas, algunos comportamientos, puedes hacer la prueba, los clásicos:
ejercicio, comer sano, dormir lo suficiente, leer, etc.
Una
vez que seamos conscientes de que es lo que necesitamos, en lugar de apartar la
atención, lo podemos hacer más concreto y decidir acciones específicas, como ir
andando al trabajo, subir por las escaleras si son menos de tres pisos, etc.
En
muchas ocasiones nos cuesta hacer lo que nos conviene porque hacerlo es ahora,
o en el corto plazo y los beneficios son en el largo plazo, o en el futuro
¿Cómo voy a hacer un esfuerzo ahora para el futuro? El futuro es tan incierto
que mejor no preocuparse, ni ocuparse. El presente tiende a pesar más que el
futuro.
Para
re-equilibrar el futuro (que esperemos llegará) con el presente tenemos que dar
entrada a nuestro cerebro reflexivo, cuando llegue el momento de decidir, si
ascensor o escaleras, darnos una pausa de dos segundos, para que no decida el
impulso sino la parte más analítica del cerebro y compense presente-futuro para
tomar las decisiones que más nos conviene.
Gran reflexión Nacho. ¡Cómo cuesta empezar acciones beneficiosas pero sacrificadas!
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar