Ya
llevamos 5 semanas de cuarentena, 35 días. Los niños dejaron el colegio hace 38
días, nos acercamos a los 40 y todavía esto se va a alargar más. Esta semana he
sentido cómo se me hace largo, será que veo el final.
Lo
siento como un maratón o un viaje largo, donde cuesta ponerse en marcha, hasta
que coges ritmo, hábito, y los kilómetros parecen pasar más rápido. Cuando ya
sientes que llegas, cuando ya ves el
final del camino, esos últimos kilómetros se hacen eternos, sobre todo si
tienes ganas de llegar.
Así
siento la cuarentena, siento o quiero sentir que el final está cerca, y eso
hace que los días pasen más despacio, pongo más atención al aburrimiento, a la
rutina de los pequeños pasos. Y resulta que, cuando el final parece que está ahí, llevan la meta más lejos (alargan la cuarentena), como cuando subes una
montaña, crees que ya falta solo el último repecho y al llegar a
lo que crees que es la cumbre tienes ante ti una nueva pendiente.
No
sabemos cuánto se va a alargar, la incertidumbre pesa ¡si al menos supiese
cuando podré volver a la normalidad! ¿Cuál va a ser la nueva normalidad? Cada
día vemos, leemos, oímos noticias nuevas.
¿Cómo
quieres que pase el tiempo? ¿rápido o despacio? Haciendo cosas nuevas el tiempo
pasa más despacio y lo podemos disfrutar y apreciar. Las rutinas hacen que el tiempo
pase más rápido, casi sin darnos cuenta. Lo nuevo se puede transformar en
rutina, como ese primer café que disfrutaba y ahora lo tomo sin darme cuenta, y
el tiempo vuela sin darnos cuenta.
La persistencia en la memoria de Salvador Dali (relojes blandos o derretidos) |
Podemos
escoger a que prestamos atención. Ya
hemos visto qué si estamos prestando atención a la meta, al final del camino
(de la cuarentena), empezamos a sentir que el tiempo se hace largo, que cuesta,
que nos aburrimos. En cambio, si prestamos atención al camino, a lo que hacemos
cada día, a lo que nos gusta de la nueva situación, la sensación, el
sentimiento, puede ser muy distinto (disfrutar del paisaje subiendo la montaña,
sin pensar de momento en lo que vamos a contemplar desde la cima).
“Dejar de fijarnos tanto en la meta para disfrutar del
camino”
Cada
uno aprecia distintas cosas, hay a quien le gusta ir a correr (a mí) y para
otros es un castigo (para mi hija). Algunos que gozan el tiempo en la montaña y
otros en el centro comercial. Al que no le gusta ir de compras una hora
comprando se le hace eterna, al que le gusta está esperando la oportunidad para
pasar toda una mañana.
Lo
que tenemos es vivir cada día, cada día tiene su afán, su camino en sí mismo. Y
me pregunto ¿qué oportunidades me brinda este día? ¿qué me gusta de estar en
casa? ¿qué disfruto?
Tenemos
libertad de escoger, tenemos
multitud de opciones, y tenemos libertad de decidir a qué préstamos atención, a
lo que nos gusta o a lo que nos hace sufrir.
Un
libro para este confinamiento, si no lo has leído, es “el hombre en búsqueda de sentido” de Víctor Frankl, que vivió
durante la segunda guerra mundial en un campo de concentración. Para él, siempre
nos queda la capacidad de elegir la
actitud personal ante un
conjunto de circunstancias. Las
circunstancias son las que son ¿cuál va a ser tu actitud?
Como
dice la canción de Rozalén (enlace), estamos como aves enjauladas con ganas de
volar, aun así vivimos y aumentamos nuestras ganas de vivir, de compartir.
Podemos volar con la imaginación, viajar sin salir de casa, solos o inspirados por un libro, una
película, una canción. Y llegará el día en el que volvamos a volar.
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