Este fin de semana he estado en un retiro de silencio. Me costó apuntarme, me gusta la acción, hablar con la gente y estar en constante movimiento. Además, meditar nunca ha sido mi fuerte y, para ser sincero, la dieta vegetariana no me convencía demasiado. Animado por Amor Hernández, decidí darme la oportunidad de experimentar el silencio, aprovechar para desconectar con lo externo y conectar conmigo mismo, desconectar del ruido externo para conectar con el mundo interior.
Vivimos
en un mundo lleno de ruido y actividad. Desde el momento en que despertamos
hasta que nos dormimos, estamos rodeados de sonidos, conversaciones,
notificaciones y distracciones constantes. En medio de este caos, la idea de un
retiro de silencio puede parecer desafiante, incluso intimidante. Sin embargo, es
un viaje profundamente transformador.
Este
retiro ha sido corto, desde el viernes al domingo. Durante ese tiempo nos hemos
abstenido de hablar, usar dispositivos electrónicos, leer o escribir. Tuvimos meditaciones
guiadas, tiempos de meditación juntos y meditación individual, cada uno en su habitación.
Comidas en silencio acompañados (una gran experiencia comer parando el discurso
automático) y tiempos de “descanso” para simplemente estar.
Agradezco
a Miguel Angel
de Alvaro, gestaltista ordenado monje y lama, su guía suave y desde el humor, quitando peso,
haciendo fácil lo que parece difícil y acompañando la dificultad que también aparece.
El
silencio puede parecer incómodo, acostumbrados como estamos a llenar el vacío
con palabras y distracciones. Sin embargo, el silencio, más que ausencia se
convierte en presencia, surge una nueva conciencia sobre el cuerpo, la mente,
las emociones y el entorno.
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Serenidad e introspección del silencio |
Después
de este fin de semana creo que me conozco un poco más, estoy más conectado con
el ahora, con el presente (espero que no se me pase demasiado pronto), me es
más fácil respirar antes de responder y creo que el silencio me ayuda a
escuchar mejor.
Curioso
ha sido como en los momentos libres sentía esa ansia por coger el móvil. Afortunadamente
estaba lejos, en una caja, para no “entretenernos” con lo que no merece la
pena. No me daba cuenta de mi dependencia, de mi enganche (o un poco sí). Ahora
mi objetivo es alejar el móvil, al menos unas horas al día.
Salir
de un retiro de silencio puede ser tan impactante como entrar en él. El
bullicio del mundo parece más intenso, pero la percepción ha cambiado. Por mi
parte he regresado con una nueva apreciación por el silencio, con otro ritmo,
con una consciencia que me permite incorporar momentos de quietud a mi vida
diaria.
Si
alguna vez has sentido el deseo de desconectar para reconectar contigo mismo,
un retiro de silencio puede ser una experiencia que marque un antes y un
después (al menos eso ha sido en parte para mi). En el silencio, lejos del
ruido del mundo, es donde realmente podemos escucharnos. La transformación se
queda con nosotros para poder vivir de otra manera, incorporar un nuevo registro.
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