martes, 4 de marzo de 2025

El poder transformador del silencio y la pausa

Este fin de semana he estado en un retiro de silencio. Me costó apuntarme, me gusta la acción, hablar con la gente y estar en constante movimiento. Además, meditar nunca ha sido mi fuerte y, para ser sincero, la dieta vegetariana no me convencía demasiado. Animado por Amor Hernández, decidí darme la oportunidad de experimentar el silencio, aprovechar para desconectar con lo externo y conectar conmigo mismo, desconectar del ruido externo para conectar con el mundo interior.

Vivimos en un mundo lleno de ruido y actividad. Desde el momento en que despertamos hasta que nos dormimos, estamos rodeados de sonidos, conversaciones, notificaciones y distracciones constantes. En medio de este caos, la idea de un retiro de silencio puede parecer desafiante, incluso intimidante. Sin embargo, es un viaje profundamente transformador.

Este retiro ha sido corto, desde el viernes al domingo. Durante ese tiempo nos hemos abstenido de hablar, usar dispositivos electrónicos, leer o escribir. Tuvimos meditaciones guiadas, tiempos de meditación juntos y meditación individual, cada uno en su habitación. Comidas en silencio acompañados (una gran experiencia comer parando el discurso automático) y tiempos de “descanso” para simplemente estar.

Agradezco a Miguel Angel de Alvaro, gestaltista ordenado monje y lama,  su guía suave y desde el humor, quitando peso, haciendo fácil lo que parece difícil y acompañando la dificultad que también aparece.

El silencio puede parecer incómodo, acostumbrados como estamos a llenar el vacío con palabras y distracciones. Sin embargo, el silencio, más que ausencia se convierte en presencia, surge una nueva conciencia sobre el cuerpo, la mente, las emociones y el entorno.

Serenidad e introspección del silencio
Al dormir los sueños son más vividos, la mente se calma y aparece la claridad, como cuando el agua de un estanque está en calma y podemos ver más profundo. A mi me ha aportado tranquilidad y calma, incluso al volver, cuando el mundo sigue con su vorágine.

Después de este fin de semana creo que me conozco un poco más, estoy más conectado con el ahora, con el presente (espero que no se me pase demasiado pronto), me es más fácil respirar antes de responder y creo que el silencio me ayuda a escuchar mejor.

Curioso ha sido como en los momentos libres sentía esa ansia por coger el móvil. Afortunadamente estaba lejos, en una caja, para no “entretenernos” con lo que no merece la pena. No me daba cuenta de mi dependencia, de mi enganche (o un poco sí). Ahora mi objetivo es alejar el móvil, al menos unas horas al día.

Salir de un retiro de silencio puede ser tan impactante como entrar en él. El bullicio del mundo parece más intenso, pero la percepción ha cambiado. Por mi parte he regresado con una nueva apreciación por el silencio, con otro ritmo, con una consciencia que me permite incorporar momentos de quietud a mi vida diaria.

Si alguna vez has sentido el deseo de desconectar para reconectar contigo mismo, un retiro de silencio puede ser una experiencia que marque un antes y un después (al menos eso ha sido en parte para mi). En el silencio, lejos del ruido del mundo, es donde realmente podemos escucharnos. La transformación se queda con nosotros para poder vivir de otra manera, incorporar un nuevo registro.

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domingo, 23 de febrero de 2025

Tu actitud cambia tu resultado, puedes elegir

Uno de mis primeros trabajos fue en un puesto de cajero en Caja Madrid, en una oficina cerca de la plaza Colón, en Madrid, donde estábamos cuatro personas atendiendo la ventanilla toda la mañana, sin parar. La cola era constante, no dejaba de entrar gente. Entre los clientes había de todo, algunos con prisa y otros con poca paciencia

En mi cuarto día de trabajo un compañero me tenía admirado, atendía a todo el mundo con una sonrisa en la cara, no importaba cuántas personas tuviera delante o lo complicadas que fueran las operaciones, él seguía igual: amable, tranquilo, sonriente y con una actitud envidiable.

No pude evitar preguntarle ese día:

  • ¿Cómo lo haces? ¿Cómo puedes estar siempre tan sonriente y de buen humor?

Me miró, sonrió (una vez más) y me dijo algo que nunca olvidaré:

  • Mira, tenemos que estar aquí siete horas al día sí o sí. Eso no va a cambiar. Así que prefiero pasarlas con una sonrisa y atendiendo bien a la gente; Cuando sonrío me suelen sonreír de vuelta. Si estoy cabreado o con mala cara, no solo hago que el día sea peor para mí, sino también para los demás. Al final del día, me voy a casa más contento y tranquilo, menos amargado y con la sensación de haber hecho las cosas bien.

Un consejo, simple y efectivo, que cambia el impacto en los demás y en el que tiene una buena actitud. La ley de la reciprocidad hace que si tratamos bien a la gente tiendan a tratarnos bien, si sonreímos tienden a sonreírnos. Algo que siempre podemos hacer, elegir la actitud con la cual hacemos las cosas.

Tu actitud cambia tus resultados. Sonríe y te sonreiran de vuelta
No siempre podemos controlar las circunstancias, pero sí cómo reaccionamos ante ellas. Pasar horas en un trabajo que puede ser repetitivo o estresante es una realidad para muchos. Pero vivir esas horas con amargura o con una sonrisa es una elección personal.

Además, una actitud positiva no solo nos beneficia a nosotros. Los clientes lo notan, los demás lo detectan y lo reciben. El ambiente mejora. Y, sobre todo, nuestra salud mental nos lo agradece.

Aquel día aprendí una valiosa lección que me acompaña, que procuro que no se me olvide, que puedo hacer las cosas con buen humor, con una sonrisa. Sin duda hay días difíciles y momentos de frustración, pero si recuerdo sonreír, conectar con las personas desde la amabilidad, todo es mucho más llevadero.

“Una sonrisa no cuesta nada, pero vale mucho”

A veces subestimamos el impacto de los pequeños gestos. Una sonrisa puede desarmar a una persona enfadada, aliviar tensiones o incluso alegrarle el día a alguien que lo está pasando mal. Y lo mejor es que también nos hace sentir mejor a nosotros mismos.

Si tienes que estar en tu trabajo siete horas (o más), plantéate esto: ¿cómo quieres vivir ese tiempo? ¿Desde la amargura o desde la calma? No se trata de forzar una felicidad falsa, sino de encontrar el equilibrio y cuidar de ti mismo mientras haces tu trabajo.

Porque al final del día, como me enseñó mi compañero, te irás a casa más tranquilo, menos amargado y, sobre todo, más en paz contigo mismo. Tu eliges.

El momento publicitario: Vivir tu tiempo de una mejor manera tiene que ver con la actitud. Si vives en Burgos o cerca tienes la oportunidad de reflexionar sobre esto y otras cosas parecidas, lanzo una nueva edición presencial en Burgos del curso de “Gestión de tiempo, gestión de vida”. Máximo 15 personas, empezamos el 3 de marzo, no te quedes sin sitio. Más información en el siguiente enlace

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jueves, 20 de febrero de 2025

Crisis: entre el abismo y la transformación

A lo largo de la vida, todos atravesamos momentos en los que el suelo parece desaparecer bajo nuestros pies: pérdidas, fracasos, dudas existenciales, momentos en los que no sabemos para donde tirar o situaciones que desafían nuestra identidad.

La palabra “crisis”, que recoge el significado de esos momentos, proviene del griego krisis, que significa decisión o cambio. También se ha extendido la idea de que “crisis” en chino se compone de dos caracteres, el primero de los cuales significa “peligro” y el segundo “oportunidad”.

Así que las crisis aparecen en momentos de cambio, externos o internos, y las podemos vivir con un peligro o una oportunidad. La crisis se identifica con períodos oscuros, muchas veces dolorosos, que tienen el potencial de convertirse en catalizadores para un crecimiento profundo.

Ante una crisis, a menudo nos sentimos atrapados en un abismo emocional. El miedo, la ansiedad y la confusión nos invade; nuestra mente solo puede enfocarse en el peligro, donde nos sentimos especialmente vulnerables y sin saber por dónde tirar.

Es fácil quedar paralizados por el miedo, evadir la situación o adoptar actitudes que no nos sientan bien. Reconocer el abismo es el primer paso para salir de él.

La crisis es un momento entre lo que es y lo que puede llegar a ser, es un periodo en el que nos vemos impulsados al cambio, al desarrollo, a dar un paso adelante. Anhelamos el cambio y a la vez el cambio asusta. No queda otra, el cambio es necesario, la crisis hace que seguir igual no sea viable.

“La crisis impulsa al cambio necesario”

La crisis tiene una oportunidad oculta, la transformación. El caos aparente es una invitación al cambio, nos hace cuestionarnos lo establecido y abre a nuevas posibilidades, surge la posibilidad de reinventarnos, de hacer las cosas de otra forma.

“La crisis puede liberar la creatividad”

La transformación no ocurre de inmediato ni sin esfuerzo. Requiere introspección, aceptación y, a menudo, apoyo externo. Es un proceso de reconstrucción interna donde, poco a poco, descubrimos nuevas fortalezas, redefinimos nuestros valores y encontramos un propósito renovado.

Algunas recomendaciones ante la crisis:

  • Aceptar la crisis, ver nuestra parte vulnerable y lo que nos duele.
  • Buscar apoyo de amigos, familiares o profesionales que nos puedan aportar nuevas perspectivas.
  • Practicar la introspección consciente, buscar momentos con nosotros mismos para mirar hacia dentro y entender lo que necesitamos.
  • Abrazar el cambio, ante el obstáculo no queda otra que cambiar de camino, que adaptarnos a lo que es, a la realidad, no a lo que nos gustaría que fuese.

Aunque la crisis puede parecer insuperable también nos impulsa al crecimiento y la transformación. Tu actitud ante las crisis, ante los momentos difíciles, puede cambiar el resultado.

Si estás en crisis puede ser buen momento para parar y reflexionar hacia dónde vas, cómo vives tu tiempo. Si vives en Burgos o cerca tienes la oportunidad de hacer algo al respecto, lanzo una nueva edición presencial en Burgos del curso de “Gestión de tiempo, gestión de vida”. Máximo 15 personas, empezamos el 3 de marzo, no te quedes sin sitio. Más información en el siguiente enlace

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domingo, 9 de febrero de 2025

Optimista o pesimista ¿Ser optimista nos hace ser mejores?

Hoy he estado escuchando una charla de Estanislao Bachrach sobre cómo tomar mejores decisiones. Uno de los asistentes ha dicho que en nuestra sociedad “El pesimismo se ve como algo malo y el optimismo como un gran valor” y ha lanzado la pregunta de si ser optimistas nos hace ser mejores.

A la que ha contestado con un cuento de la India, de una familia que tiene tres hijos a los que mandan a por aceite con una botella.

El primero va a por el aceite, tropieza en el camino de vuelta y se le cae la mitad del aceite. Cuando llega a casa llora y se lamenta amargamente con su madre de haber perdido la mitad del aceite, pide perdón y se preocupa de haber perdido la mitad del aceite.

El segundo va a por el aceite, también tropieza en el camino de vuelta y se le cae la mitad del aceite. Cuando llega a casa se lo cuenta a su madre y se alegra de que ha salvado la mitad del aceite y de las muchas cosas que pueden hacer con ese aceite, se alegra por haber salvado la mitad del aceite.

Al tercer hijo le sucede lo mismo, en el camino de vuelta también se le cae la mitad del aceite. Cuando llega a casa cuenta a su madre que se le cayó la mitad del aceite pero que queda la otra mitad, con esa mitad podemos cocinar y yo voy a hacer lo posible por recuperar la otra mitad.

Podríamos decir que el primero es pesimista y se fija especialmente en lo que perdió; el segundo es optimista y pone atención en lo que tiene, olvidando lo que perdió; el tercero podemos decir que es optimista-realista y pone atención tanto en lo que tiene como en lo que puede hacer para estar en una mejor posición.

Como uno piensa tiene impacto en cómo se siente y esto impacta en cómo actúa. No es lo que sucede sino como reaccionamos ante lo que sucede lo que marca la diferencia en cómo nos encontramos y qué es lo que hacemos.

A todos nos van a ocurrir cosas buenas o malas y también tenemos nuestro papel en lo que nos sucede, aunque no podemos controlarlo todo.

“Lo que hacemos impacta en cómo nos sentimos y los resultados que tenemos”

Podemos buscar excusas y lamentarnos por la situación o ver lo que tenemos y buscar soluciones para obtener lo que queremos y hacer lo que podemos al respecto.

Ser optimista fomenta la resiliencia ante los problemas, la capacidad de enfrentarnos a ellos y no quedarnos paralizados, esperando que lo que hacemos mejore las cosas. Nos anima a perseguir nuestras metas con confianza. Aunque también, cuando tenemos un optimismo excesivo, puede hacer que confiemos en la suerte de forma poco realista y no hagamos lo que nos conviene.

El pesimismo puede ayudarnos a prevenir problemas, preparándonos para ellos. Un amigo me dice que lo que aporta a los proyectos es pesimismo, detectar lo que puede ir mal para solucionarlo. Este es un pesimismo activo, que busca soluciones, aunque es probable que te prepares para muchas cosas que terminan por no ocurrir.

También encontramos el pesimismo pasivo, relacionado con lo que los psicólogos llaman “la indefensión aprendida”, suponiendo que no podemos hacer nada, nos quedamos parados y solo nos lamentamos como víctimas, en lugar de buscar soluciones.

El pesimismo pasivo solo lleva a lamentaciones, el activo busca soluciones y previene problemas. El optimismo extremo hace que lo confiemos todo a la fortuna. Lo más adecuado parece ser practicar un optimismo realista, ver el lado positivo con una visión consciente de las dificultades, confiar en que nuestros esfuerzos darán sus frutos.

Hay quienes se quejan de que no tienen tiempo, en lugar de ver que todos tenemos el mismo, 24 horas todos los días. Son precisamente los que más se quejan lo que creen no tener tiempo para aprender a aprovecharlo mejor. Nunca es tarde para reflexionar sobre este tema y aprender nuevas habilidades, si vives en Burgos o cerca tienes la oportunidad de hacer algo al respecto, lanzo una nueva edición presencial en Burgos del curso de “Gestión de tiempo, gestión de vida”. Si quiere apuntarte, serán 8 lunes, de 18 a 20, empezando el 3 de marzo. Más información en el siguiente enlace

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lunes, 3 de febrero de 2025

¿Cuándo es tarde? Nunca es tarde (o sí)

La vida no deja de sorprendernos y si estamos abiertos podemos aprender y disfrutar cosas nuevas. Este fin de semana he estado en Palma de Mallorca, me fui a la presentación del libro de poemas “Versos abuhardillados” de mi amigo Gabriel Briones.

Imagen inspirada en la firma de libros tras la presentación
La poesía nunca me había enganchado, las clases de lengua y literatura las sufría más que disfrutarlas y es posible que eso me alejase de las letras. Recuerdo todavía algún poema que me hicieron aprender de memoria.

Tuve la suerte de llegar por la mañana, con Javier Revilla, otro amigo al que llamamos “el poeta”, que iba a hacer de maestro de ceremonias. Pasé unas horas acompañando los preparativos y rodeado de poesía, mientras veía como escogían de entre diversos autores que les habían influenciado. Ahí me enganché a lo que oía, pude ojear y leer por mi cuenta algunos libros y puedo decir que he leído más poesía en estos cuatro últimos días que en los 50 años anteriores (como supondréis no había leído mucha). Aquí tengo a mano un libro con una antología poética de Roger Wolfe.

Esto me lleva a reflexionar sobre las creencias que muchas veces nos limitan. Con la creencia de que la poesía no me gusta me he privado de ella muchos años, teniendo al lado a amigos que me podían enseñar a disfrutarla y orientar sobre su lectura.

También pensamos que no podemos hacer ciertas cosas porque no somos “expertos” o porque alguien, en algún momento, nos hizo creer que no seríamos buenos en ello. Yo no era muy bueno escribiendo, tampoco sé si lo soy ahora, aunque me permito escribir y lo disfruto.

Cuando nos atrevemos, cuando nos lanzamos a hacer algo simplemente por el placer de hacerlo, ocurre algo maravilloso: disfrutamos, aprendemos y crecemos; al menos me gusta pensar así.

Hay quienes dicen que te haces mayor cuando dejas de aprender. Yo prefiero pensar que la juventud del espíritu se mantiene mientras sigamos abiertos a nuevas experiencias. Con el paso del tiempo, tenemos la oportunidad de redescubrirnos y de encontrar placer en cosas que antes ignorábamos.

Podemos sorprendernos a nosotros mismos disfrutando de una pintura cuando alguien que sabe del tema nos comparte su visión. Lo mismo sucede con la poesía: es más fácil apreciarla cuando estás con alguien que la ama y te muestra cómo encontrar esas sutilezas que antes te pasaban desapercibidas. Así que para aprender y disfrutar de cosas nuevas viene bien encontrar la buena compañía.

La clave está en estar dispuestos a aprender de los que saben, de los que disfrutan. Esto se puede aplicar a casi cualquier cosa: el campo, la vela, o incluso algo que ni siquiera imaginabas que podía interesarte ¿De qué te estás privando que quizás disfrutes?

Hoy me doy cuenta de que las nuevas experiencias no tiene edad. Solo necesitamos la voluntad de abrirnos a lo desconocido y dejar de lado esas creencias que nos atan. Porque la vida, en cada una de sus facetas, siempre tiene algo nuevo que enseñarnos.

Recuperar la niñez, la mentalidad de las primeras veces, la ilusión por cada momento, como este fin de semana veía a Lara, la hija de Gabi, de cinco años, llena de energía, con la ilusión de ir probando.

Nunca es tarde para empezar a vivir tu tiempo, tu vida, como tú quieras. Lanzo una nueva edición presencial en Burgos del curso de “Gestión de tiempo, gestión de vida”. Si quiere apuntarte serán 8 lunes, de 18 a 20, empezando el 3 de marzo. Más información en el siguiente enlace

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domingo, 26 de enero de 2025

El Arte de Comprometerse: Por Qué Decir Sí a Planes a Largo Plazo Puede Cambiar Tu Vida

Me cuesta quedar a dos o tres meses vista ¿Quién sabe qué es lo que puede surgir o qué me puede apetecer dentro de dos o tres meses? Las circunstancias pueden cambiar, no sé como andaré de energía, qué imprevistos traerá el tiempo o cómo estaré emocionalmente ¿Te suena esta dificultad?

Comprometerte puede parecer una trampa, como si al fijar una fecha estuvieras renunciando a tu libertad de decidir más adelante en función de lo que sientas o las oportunidades que puedan aparecer. Es lógico que, cuando vivimos centrados en el presente, con la agenda de la semana ya llena, planear con meses de antelación se sienta como una carga innecesaria. A menudo pensamos: "Ya veremos lo que nos deparará el futuro".

Sin embargo, hay ocasiones en las que ese compromiso lejano es la única forma de que algo significativo ocurra. Especialmente cuando un grupo grande está involucrado, cuadrar agendas y encontrar un momento para coincidir es un desafío que solo se supera con organización. Si realmente queremos construir algo que valga la pena, ya sea un proyecto, una relación o incluso un recuerdo, los planes a largo plazo se convierten en aliados, no en enemigos.

Es cierto que los compromisos pueden ser flexibles. Las cosas cambian, las circunstancias evolucionan, y los imprevistos suceden. Pero cuando un plan ha costado tiempo y esfuerzo, especialmente cuando involucra a muchas personas, los cambios suelen tener un coste emocional. Cancelar o modificar un compromiso puede generar decepciones o dificultades logísticas que, aunque no son insuperables, se sienten como una pequeña derrota colectiva.

Hace poco, experimenté esta situación en carne propia. Hace un par de semanas, acordé reunirme con un grupo prometedor el sábado 8 de marzo para explorar ideas y ver cómo podíamos colaborar y construir algo juntos. Pero luego recordé que, como cada año (con la excepción de la pandemia), ese mismo fin de semana ya estaba reservado para una salida con la asociación del pueblo, un evento al que asisto con toda mi familia de viernes a domingo. Para complicar las cosas, la reunión del sábado sería en mi casa.

¡Uff! Dilema complicado. Es un ejemplo de cómo los compromisos a largo plazo pueden cruzarse y generar situaciones que parecen imposibles de resolver. A veces, las cosas se arreglan solas, pero otras requieren decisiones difíciles, de esas en las que priorizar lo que realmente importa se convierte en un acto de equilibrio entre responsabilidad, ilusión y relaciones.

No podemos decir que sí a todo. Sobrecargar la agenda futura nos deja sin margen de maniobra, sin flexibilidad y, muchas veces, con más estrés que satisfacción. Pero tampoco podemos vivir en el "ya veremos", dejando que la espontaneidad sea la única guía de nuestras acciones.

La clave está en escoger con cuidado. Reservar tiempo para aquello que de verdad importa: las conexiones significativas, los proyectos que te entusiasman y los momentos que te llenan de ilusión. Tener algo emocionante en el horizonte puede ser una fuente de motivación, una razón para mantenerte enfocado cuando el presente se complica.

Aceptar compromisos con antelación no es solo una cuestión de planificación, sino también un ejercicio de disciplina, organización y, sobre todo, priorización. Es elegir conscientemente qué merece espacio en tu vida. Al final, hay cosas que no son factibles con dos días de aviso, y algunos momentos simplemente no ocurrirán si no los planeas.

Decir "sí" a algo con meses de antelación puede dar vértigo, pero también es una forma de invertir en experiencias significativas. No se trata de llenar el calendario sin criterio, sino de reconocer que el futuro también es un lugar donde suceden cosas maravillosas.

Comprometerte no significa renunciar a tu libertad, sino darle forma al tiempo para que lo que importa tenga un espacio reservado en tu vida. Construir algo que valga la pena siempre empieza con una decisión: hacer tiempo para ello.

Un compromiso que te puede merecer la pena. Lanzo una nueva edición presencial en Burgos del curso de “Gestión de tiempo, gestión de vida”. Si quiere apuntarte serán 8 lunes, de 18 a 20, empezando el 3 de marzo. Más información en el siguiente enlace

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martes, 21 de enero de 2025

Enganchado a las notificaciones, por miedo a perderme algo

Como muchas personas yo también me hice con una pulsera inteligente, que te informa de los pasos que has dado, cuanto has dormido y en la que además puedes ver si te llega un correo electrónico, un WhatsApp, alguna notificación en Facebook, LinkedIn o en otras muchas aplicaciones. Avisa de cuando sucede algo en tu mundo electrónico con una vibración.

No me daba cuenta de cuanto vibraba la pulsera hasta que se rompió la correa y la dejé a un lado. He recuperado mi Casio de toda la vida, el F91W que ya es mítico, con su reloj, alarma y cronómetro tengo más que de sobra.

Esto me ha permitido darme cuenta de mi relación con la pulsara. Cada vez que vibraba, ya automáticamente, sin pensarlo, miraba para ver que tenía para mí. Sin darme cuenta andaba con FOMO (Acrónimo de Fear Of Missing Out en inglés), miedo a perderme algo. Sentía incomodidad si estaba en una situación en la que vibraba y no podía mirar.

Era un adicto, o supongo que lo sigo siendo, si me pongo otra vez la pulsera enseguida volveré a los antiguos caminos conocidos, dejándome arrastrar por cada vibración, por cada toque de atención. Esto me dejaba con menos foco, con distracciones constantes que secuestraban mi atención y me desviaban de lo que quería hacer.

Esto se llama adicción, quizá a ti también te pase, cuando haces de manera automática, sin darte cuenta, algo que no te sienta bien. En este caso, consultar constantemente cuando cualquier aplicación a la que le das permiso te envía una notificación.

También la semana pasada he leído el libro “Enganchado (hooked)” de Nir Eyal. Donde se explica como las empresas tecnológicas crean productos que forman hábitos, que nos enganchan. Forman el hábito de que volvamos una y otra vez. Un hábito es una especie de adicción.

Los hábitos se disparan por un estímulo externo o interno. Nir explica como inicialmente necesitamos estímulos externos como puede ser la vibración de la pulsera que hace que consultemos el móvil, después ya aparecen los internos que nos llevan sin necesidad de vibración, por ejemplo, te vas para tu red social favorita ante el menor sentimiento de aburrimiento (esto es señal de enganche).

El disparador acaba generando ansiedad si no llevas a cabo la acción, el comportamiento con el que estás anticipando la recompensa. La recompensa puede darse o no con el comportamiento, varía, y eso engancha todavía más. Hay veces que la notificación te lleva a algo que te agrada o te interesa, otras veces es simple despiste.

Los productos están creados para generarnos compulsión, para que automáticamente respondamos a lo que nos piden. La pulsera es una vía para que nos lancen su publicidad, su anzuelo, y nosotros picamos sin cesar y sin darnos cuenta del precio que pagamos. Al menos eso me ha pasado a mí.

Dicen que el primer paso para salir de la adicción es darse cuenta, por eso que se rompa la pulsera ha sido un regalo que me deja más foco y atención para lo que realmente quiero. Tener notificaciones constantes es como tener a alguien esté entrando por tu puerta cada poco tiempo, rompiendo tu concentración al comentarte algo corto.

De momento me quedo con mi reloj clásico. Echo de menos la pulsera, pero no tanto como pensaba. Seguro que tardo más en contestar al WhatsApp, pero no es tan grave. Lo miro menos veces y eso me deja más tiempo para estar con los que están cerca y haciendo lo que escojo hacer en cada momento. La pulsera me restaba presencia y yo ni me daba cuenta (o un poco sí, pero no quería prestarle atención).

 

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domingo, 12 de enero de 2025

Madrugar o no madrugar

En español tenemos dichos para todo, también para lo que tiene que ver con el dormir. Por un lado, encontramos “Al que madruga Dios le ayuda” y su aparente contrario “No por mucho madrugar amanece más temprano”. El primero nos anima a madrugar, el segundo a descansar lo suficiente y a no tener prisa por la mañana.

¿A cuál de ellos hacer caso? ¿Qué es lo que conviene? ¿Dormir hasta tarde o madrugar? Muchos libros aconsejan madrugar y levantarse mucho antes de que salga el sol. Puede que a ti te funcione, cada uno tenemos nuestros ritmos.

Hay días que cuesta levantarse, salir de la cama, abandonar el cálido refugio de las sábanas, especialmente si sacas el brazo fuera y notas el frío del invierno, si todavía fuera es de noche ¿Cómo ponerse en pie con lo bien que se está en la cama?

Para madrugar con energía hay un truco. Me baso en otra de mis tretas, de sentido común, para llegar puntual o llegar pronto. La estrategia para llegar pronto es salir pronto. Los desplazamientos llevan lo que llevan, y si vamos más rápido de lo que debemos corremos el riesgo de accidente o multa.

Así que el truco para madrugar con energía es fácil, de sentido común (el menos común de los sentidos):

“Para levantarse pronto y con energía, acostarse pronto”

Si nos acostamos tarde y nos levantamos pronto dormiremos pocas horas, es posible que no las suficientes, con lo cual al día siguiente estaremos cansados y despistados. Más si llevamos varios días no durmiendo lo suficiente. Si te tienes que levantar pronto, acuéstate pronto.

No dormir lo que necesitamos afecta a nuestra concentración y memoria, hace que nos sintamos fatigados y somnolientos, que nos enfademos con más facilidad, con lo que empeora nuestras relaciones. Si no descansas no tendrás energía para el día.

Puede pasar que madrugues para aprovechar el día y que acabes madrugando para desaprovechar las horas, sobre todo si no tienes un foco claro de que es lo que vas a hacer. Cansado te entretienes con cualquier tontería, entretenimientos sobran.

Puede que aproveches mejor la noche que la madrugada, puede que te compense levantarte tarde si prefieres acostarte tarde. Pronto y tarde son conceptos subjetivos, cada uno tiene su opinión al respecto, cada uno tiene que encontrar su propio ritmo.

Y en el dormir ¿Cuánto es suficiente? Porque ese también es un concepto subjetivo, de cada uno. Hay mucha variabilidad, lo recomendado para un adulto es de entre 7 y 9 horas diarias, pero puede que necesites menos o más. Lo cantidad que te sienta bien también varía con la edad, así que presta atención a tu nivel de cansancio, a tu capacidad de concentración o a si te duermes en cualquier sitio.

Mi consejo, duerme lo suficiente (para ti), levántate con las pilas cargadas, con foco, con claridad en lo que quieres hacer con tu día. Madruga si te sienta bien, a mi me encanta ver como sale el sol y los sonidos de la naturaleza cuando se despierta. Además, empezar con calma, leer o escribir un rato antes de que la casa se despierte, me predispone a tener un buen día.

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domingo, 5 de enero de 2025

Los objetivos del año

Empieza el año y lo podemos aprovechar para marcar el comienzo de una etapa. Mirar atrás, al año pasado, para aprender y coger impulso, decidiendo qué queremos para este 2025.

En la entrada anterior del blog invitaba a revisar el año que termina con una mirada amable, para reconocer lo que sí ha habido, lo que sí hemos hecho, lo que sí hemos vivido. Eso nos anima a seguir con lo que queremos, con lo que y con quienes nos han aportado. Por mi parte me propongo seguir con una entrada semanal en el blog, esta es la primera de otras cincuenta y una que vendrán.

Ahora te invito a plantearte un reto que pueda hacer que el año que empieza merezca la pena ¿Qué es lo que si tienes concluido hará que estés satisfecho? Por mi parte estoy escribiendo un libro que espero tener terminado y publicado a final de año.

Cómo no hay dos sin tres y tres objetivos los puedes mantener en mente, si ya tienes dos, como es mi caso, puedes escoger uno más, algo que te cueste y te lleve a avanzar. En mi carrera profesional, lo que me lleva a avanzar en la Universidad es publicar resultados de investigación, así que me comprometo a publicar dos artículos en revistas científicas este año, una con cada una de las personas a las que acompaño en el doctorado.

Seguro que tienes tus objetivos para el año y puede que ahí se queden. Hay gente que tiene los objetivos en piedra, así le sirven los de este año para el año que viene, se quedan en pendientes y así podemos repetir objetivos, todos los años los mismos.

Otros no se ponen objetivos ya que consideran que después solo sirven para frustrarse al no conseguirlos. Simplemente con tener objetivos no es suficiente, incluso si has dado el primer paso que es tenerlos escritos y verlos de vez en cuando para ver como avanzas (hay una diferencia entre escribirlos y solo tenerlos en la cabeza).

Una guía para establecer objetivos es la regla SMART, de inteligente en inglés, los objetivos deben ser:

  • eSpecíficos: Tener claro qué es lo que quieres conseguir.
  • Medible: Cómo vas a medir el avance, cuánto quieres conseguir.
  • Alcanzable: si es imposible solo lleva a la desmotivación, tampoco tiene que ser demasiado fácil, un reto anima a dar lo mejor de ti.
  • Relevante: tiene que ser importante para ti, tiene que haber un por qué, un motivo para que ese sea el objetivo.
  • Tiempo: poner un plazo, para cuándo ese objetivo.

Te recomiendo empezar por plantearte objetivos relevantes, que sean importantes, que supongan algo bueno. Escribir el libro me lleva a seguir aprendiendo y a enfocarme en algo que disfruto, impartir formaciones y conferencias sobre la gestión del tiempo para una vida más productiva y disfrutada. Además, se supone que si he escrito un libro tengo algo que contar.

Ser específico, saber qué es lo que quieres conseguir, tener una imagen clara de lo que pretendes. Esa imagen se puede concretar más cuando la haces medible, para saber cómo va el marcador, si te vas acercando al objetivo. Si juegas un partido de baloncesto y no sabes cómo va el marcador no vas a tener tan claro como jugar. Definir el cómo vas a ir avanzando y cómo lo vas a medir. Si dices que vas a comer más sano y no defines lo que es comer sano y cómo lo vas a hacer, pues no sabrás como vas y al final tampoco sabrás si has conseguido el objetivo. Para ver que voy avanzando en escribir el libro lo concreto en dedicar a escribir diez horas semanales, dos diarias de lunes a viernes y recuperar los sábados y los domingos lo que no he hecho durante la semana.

Diez horas semanales no parecen muchas, creo que puedo alcanzarlas, pero la experiencia me dice que son un buen reto, que ponerlo así de claro va a hacer que lo tenga en mente a diario y que dedicar dos horas, aunque parece poco, va a haber días que me cueste.

El plazo en el tiempo está claro, tanto para el objetivo global de tener el libro escrito a final de año, como para el más medible en avance de diez horas semanales dedicadas a la escritura. Además, aquí lo hago público, lo que me compromete con vosotros a hacerlo. Ahora si no cumplo no solo pesará sobre mi conciencia.

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