domingo, 19 de mayo de 2024

Constancia, perseverancia ¿Dónde se aprenden?

Mi abuelo Ignacio era un hombre de montaña. Nació y creció en un entorno desafiante, donde las dificultades del terreno y el clima forjan un carácter. Tuvo que desarrollar cualidades para sobrevivir en un entorno riguroso. Complicado imaginar para un niño de hoy como era ser niño en esas condiciones, hace más de 100 años (nació en 1910).

Nuestros mayores nos dejan un legado, de mi abuelo recuerdo su constancia y perseverancia. Con más de 90 años le costaba caminar. Aun así, todos los días, caminaba. Recuerdo verle dando sus paseos diarios, incluso en el pasillo de casa y contento porque un día más había dado esos paseos. Resalto lo de diarios, porque ahí está la clave, no fallar ni un día. Si lo dejas por un día, porque total un día, va siendo la excusa perfecta para fallar más días. Todos los días, aunque cueste; no abandonar a las primeras de cambio.

Mi abuelo Ignacio, su constancia y perseverancia que dejan legado
Aprendemos de nuestro entorno, de los ejemplos que vemos. Creo que también soy constante, perseverante, alguno diría que cabezota. Cuando se me mete una idea en la cabeza, la persigo. Creo que es herencia de lo que he visto en mi familia, herencia intangible que vale más que la tangible, lo que me configura como persona.

Es un legado que me gustaría dejar a los que siguen, la capacidad de ponerte incluso los días que apetece menos. Que me vean mis hijos me impulsa a seguir los pasos de mi abuelo. Dicen que se enseña más con el ejemplo que con las palabras.

Las cosas que merecen la pena suelen necesitar de constancia. Casi todo lo que nos gusta tiene también partes que nos gustan menos y que también hay que hacer. Como un músculo, la constancia se trabaja, la fuerza de voluntad se ejercita. Si nunca la entrenas, no va a estar disponible cuando la necesites.

Supongo que el entorno ayudó, las dificultades de la montaña desarrollan la capacidad de mantener un esfuerzo sostenido, a pesar del cansancio y las adversidades. Precisamente, ese entorno difícil, actúa de campo de entrenamiento. La importancia de hacer lo que hay que hacer para la supervivencia.

Me pregunto si ahora la vida no será demasiado fácil o si será que me estoy haciendo mayor y por eso pienso que es más fácil. Ahora los retos de nuestros niños y jóvenes son distintos. Me pregunto si les dejamos enfrentarse a esos retos como entrenamiento, si dejamos que se den cuenta de que sus acciones tienen consecuencias, si les permitimos navegar las dificultades de la vida y desarrollar la constancia y la perseverancia. No les solucionemos lo que pueden solucionar por sí mismos.

Dice un proverbio inglés que “un mar en calma no hace buenos marineros”. Las dificultades son un campo de entrenamiento para abordar retos mayores. Dejemos que nuestros niños y jóvenes aprendan, que aborden sus propias dificultades, forma parte de la vida y del aprendizaje. La perseverancia en el aprender nos ayuda a estar mejor preparados cuando el mar no está en calma.

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

lunes, 13 de mayo de 2024

El saber del Monasterio

La semana pasada estuve en Silos con unos amigos. La mayoría del grupo de sistémica del que hablé el 21 de diciembre (Saber juntarse es todo un arte). El grupo crece, se han incorporado dos más, que enriquecen lo que ya había. Encuentro para caminar juntos, aprender y avanzar.

El miércoles tuvimos la suerte y el privilegio de poder conversar con el abad del Monasterio de Santo Domingo de Silos. Inicialmente nos ilustró sobre la regla de San Benito y su aplicación a cualquier organización.

Santo Domingo de Silos (foto tomada de sitiosdeespana.es)
La Regla de San Benito, escrita en el siglo VI, es un conjunto de principios y directrices para la vida monástica. Aunque muchos de sus principios pueden aplicarse de manera efectiva a cualquier organización y a su dirección:

  • Liderazgo de servicio, basado en la comunidad: la regla expresa como la autoridad debe ejercerse con humildad y en beneficio de la comunidad monástica. En las organizaciones, esto se traduce en un liderazgo que valora y promueve la colaboración, la participación y el bienestar de todos los miembros del equipo.
  • Las cosas importantes hay que consultarlas, aunque es responsabilidad del que dirige decidir, después de haber consultado. Dar voz y participación a las personas y a la vez no eludir la responsabilidad del cargo.
  • Equilibrio entre trabajo y descanso (ora et labora): la Regla promueve el equilibrio entre trabajo y oración, tiempo para el descanso y el recreo. Invita a las organizaciones a equilibrar también los tiempos. Nos dijo el abad que San Tomas de Aquino invitaba a tener aficiones, también a los monjes y mucho más a nosotros.
  • Respeto por la individualidad: La Regla de San Benito enfatiza el respeto por cada individuo en la comunidad, reconociendo sus dones y talentos únicos. La atención a la diversidad, que suena tan moderna, ya estaba presente hace 1500 años.
  • Responsabilidad personal: La Regla hace hincapié en la disciplina personal y la responsabilidad individual para el crecimiento espiritual y el bienestar de la comunidad. Fundamentales en el desarrollo de cualquier organización o de cualquiera a nivel personal.

Después tuvimos oportunidad de conversar. En el monasterio se vive a otro ritmo, con más pausa. La conversación del abad era meditada y profunda, a la par que sencilla y accesible.

Me encantó escuchar la perspectiva de cientos de años, el respeto con el que se expresaba. Cuando hablamos de visión a largo plazo en la empresa pensamos en tres, cinco o diez años (ese plazo ya nos parece una barbaridad). El abad hablaba con una perspectiva mucho más amplia sobre las consecuencias en 30 a 60 años.

Hablamos de como llevar la rutina. Para el la rutina, más que aburrida, era más fácil. Contó como los días que pasa fuera del monasterio echa de menos las horas de levantarse, de comer, el ritmo marcado por la oración (de Laudes a Completas). Los hábitos nos ponen las cosas más fáciles.

Recalcó como todos tienen que aportar, el que puede mucho que aporte mucho, el que puede menos que aporte menos. Pero que no por poder aportar menos deje de aportarlo. Todos tenemos una contribución que hacer.

La vida en el monasterio no es tan distinta de la vida en cualquier organización. Las enseñanzas del siglo VI siguen siendo aplicables ahora, igual que las enseñanzas de los filósofos griegos. Tenemos más tecnología, pero no somos tan distintos.

No apunté lo que dijo, estaba absorto escuchando. Me quedé con unas cuantas ideas que se van diluyendo en mi memoria, espero que mi cuerpo las haya absorbido, que queden en mi subconsciente, para cuando sean necesarias. Nos regaló la regla de San Benito, la leeré despacio, creo que tiene mucha sabiduría en sus letras.

Gracias por aportar tanto.

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

viernes, 10 de mayo de 2024

La energía que da el cabreo. Cuando la impuntualidad se convierte de desfachatez

Esta entrada del blog es extra, no estaba prevista, ya tengo en mente la próxima, que saldrá el domingo. Pero no me puedo contener, tengo que escribir, necesito expresar y hacer público mi enfado, mi cabreo. El enfado nos da energía ante la injusticia, para defendernos, y me siento injustamente tratado.

En resumen, Alberto Martín Pérez, habilitado en clases pasivas, con oficina en Burgos (mi ciudad), me ha dado un soberano plantón. Me ha dejado plantado, esperando durante una hora, hasta que me he cansado y me he ido de su oficina. Lo siento por Dolores, que es quien ha tenido que escuchar mi cabreo, y sus compañeros (parece que ya tienen la costumbre de escuchar cabreos).

Había intentado en distintas ocasiones hablar con Alberto o que me llamase, sin suerte. Lleva la gestión de una herencia de unos primos de Argentina que se está alargando, ya se cuenta por años el tiempo. No reciben información de cómo va el tramite y por eso me acerque hace unas semanas (tres), otra vez, para ver cómo iba.

Me dieron cita para hablar con él hoy a las 13 horas en su oficina. Haciendo un esfuerzo, allí estaba. He aparcado muchas cosas para poder ir, adaptándome a su horario (cuando me dijo su secretaria) y su lugar (su oficina).

He llegado a las 12.55, me gusta llegar con tiempo, ser puntual significa que respetas al otro, que respetas su tiempo y el tuyo, que consideras el encuentro importante y para mí es una regla de urbanidad.

Cuando he entrado me han invitado a sentarme y esperar, puedo entender que esté ocupado, que tenga que acabar algún trámite. Cuando habían pasado 20 minutos he preguntado si él sabía que estaba ahí. Me han dicho que no había llegado.

Supongo que en ese momento le han avisado, porque 5 minutos más tarde me ha dicho Dolores que había mandado un mensaje de que me fuese informando que ahora llegaba. Me ha contado lo que sabía y he seguido esperando.

15 minutos más tarde me ha dicho que si me quería ir no creía que Alberto me fuese a contar mucho más. Le he dicho que me quedaba, que ya me había resultado muy difícil conseguir cita. Si había dicho que ahora llegaba, esperaba a que llegase, así podría explicar como estaba el trámite. También contarme que es lo que le había retenido. Me enfada que me hagan perder el tiempo.

El enfado ha ido creciendo. De Alberto ya no daban más referencias. He pedido su móvil para llamarlo y me han dicho que no están autorizados a facilitarlo. Curioso un gestor inaccesible. Seguro que aprovecha bien su tiempo haciendo perder el de sus clientes.

He intentado verlo en diversas ocasiones, poder hablar con él, pero ha sido imposible. Yo lo he intentado porque los primos de Argentina lo tienen aún más difícil, cuando me dicen que no les contesta los correos y tampoco les quieren facilitar un móvil donde llamar. Tampoco parece posible una videoconferencia. No me lo tomo personalmente, no soy el único por lo que he encontrado en la red. En la foto muestro las tres primeras reseñas que aparecen en Google.

Las tres primeras reseñas de Google de Alberto Martín (habilitado...)
Después de una hora de espera infructuosa me he ido echando humo. He dejado mi móvil para que pueda llamar (7 horas después todavía no ha llamado). El lunes 20 lo tiene libre, según me han dicho en su oficina, lo he reservado espacio en mi agenda entre las 12 y las 14.30. Puede llamarme, pedirme cita y venir a verme. Le daré cita sin problema y yo sí estaré allí para recibirlo; ya le he dejado dicho dónde puede encontrarme.

Si recibo una explicación razonable puedo borrar la entrada. Si al menos me llama, lo pondré en comentarios más abajo, si no pongo ningún comentario es que ni siquiera me ha llamado. No sé porque tampoco me extrañaría.

Soy profesor universitario, tengo muchos alumnos en Burgos, al menos me queda la posibilidad de contarlo como ejemplo. Muestra bien aspectos de los que explico en mi asignatura.

Seguro que algún conocido común lee esto, ruego le informe a Alberto Martin de esta entrada del blog. Ilustra algo que considero fundamental, el respeto por las personas o la falta de respeto. Además, así estará informado.

No sé si confiar en su profesionalidad, dado que ya debe haber cobrado puede que piense que ya está todo hecho, sin haber acabado de prestar el servicio para el que se le contrato, con la debida diligencia. Puede ser que tenga demasiado trabajo, que no esté bien organizado u ocurran otras cosas. Estaría bien poder hablar con él sin tener que escribir. Al menos el enfado me hace escribir fácil.

Con la experiencia que tengo con Alberto desconfío. No sé si puedo confiar. Espero que el tema avance y en tres o cuatro semana, como me ha dicho Dolores, esté todo solucionado. Confío en que informe debidamente a mis primos de Argentina y cuando la herencia esté donde debe estar, borraré esta entrada.

Tengo que agradecer a Alberto que su falta de educación (al menos aparente) me haya ayudado a escribir esta entrada del tirón. El justo cabreo da mucha energía.

También agradecer a Dolores la información que me ha dado. Al estar en la puerta supongo que ha tenido que soportar alguna bronca que no la correspondía.

Espero que Alberto Martín venga a verme el día 20 o al menos me llame. También puede mandarme su teléfono, para que yo pueda llamarlo. Creo que el paso le toca ahora a él.

Si nos conoces a ambos, a Alberto y a mí, te agradeceré que me llames y me cuentes porque esto es solo anecdótico o si es lo habitual. Seguro que tenemos muchos conocidos en común.

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

lunes, 6 de mayo de 2024

Mejor acompañado

Este fin de semana estaba un poco amontonado, con demasiadas cosas en la mochila. Soy de los que se apuntan a un bombardeo, enseguida me apetecen muchas cosas y de vez en cuando se me escapan un poco de las manos.

En la Universidad, donde trabajo, nos dan la oportunidad de hacer distintos cursos. Te apuntas como interesado y después, a veces te los conceden y otras veces no. Así que me había apuntado a tres cursos, con la suerte de que me concedieron los tres (en fechas coincidentes). Todos temas interesantes: Inteligencia artificial, Power BI y herramientas para la publicación web. Muchas horas extra.

Lo primero es organizarse, empecé por el primero que había que acabar que era el de Inteligencia artificial (ese ya lo había acabado antes del fin de semana). El siguiente era el de Power BI, que para mí acababa el lunes, día 6 de mayo, así que el viernes me sentía con margen de sacarlo adelante.

Ese viernes, hablando con un compañero de trabajo, me comentó que también lo había hecho, que era un curro. ¡Anda! Le dije ¡Yo también estoy apuntado y no he empezado! Esta mañana he instalado el Power BI desktop y me iba a poner con ello.

¡¡Uuff!!, me dijo, te queda un montón por delante, unas 10 horas de vídeos junto con los ejercicios. Además, hay que entregar el trabajo final antes del sábado a las 24. De repente me habían desaparecido 48 horas de margen, no era el lunes, había que acabar el sábado.

Como me acuerdo de cuando les digo a mis hijos que no lo dejen para el último día (o último momento). A mi me ha pasado un montón de veces y me sigue pasando.

Es una suerte haber tenido esa conversación con alguien que ya había recorrido el camino. Gracias a eso, con mucho trabajo viernes noche y sábado, conseguí sacarlo adelante. Pero hay varios puntos que me ayudaron:

  • Mi compañero me mando un correo con la tarea que había que hacer y con la resolución que él había planteado. La resolución no la pude abrir porque estaba con una versión posterior del Power BI, pero el conocer el objetivo para el sábado me ayudó un montón, para ver los vídeos y hacer los ejercicios con foco.
  • También el conocer la carga de trabajo que suponía, unas 10 horas más ejercicios, me ayudó a programarme mejor. También vino bien que los vídeos se podían ver más rápido, lo que permitía avanzar más cuando el contenido era fácil o ya conocido.
  • Además, se ofreció para ayudarme a resolverlo si me atascaba en algún punto. Quedamos en que lo contactaría el sábado a las 20.30 si surgían problemas (gran generosidad la suya).

El camino se hace mejor acompañado. Dice un proverbio de los indios americanos “Si quieres ir rápido vete solo, si quieres llegar lejos, vete acompañado”.

Es probable, casi seguro, que sin ese toque de atención no hubiese llegado a tiempo. Los compañeros te pueden dar información vital, importante, clave, en algunos momentos.

La orientación sobre como avanzar y sobre lo que te vas a encontrar, te ayuda a avanzar de forma más fácil, con el objetivo claro y con foco en la tarea. La orientación de quien ha andado el camino resulta muy útil, caminar con quien tiene experiencia.

Saber que puedes contar con ayuda, si la necesitas, da seguridad en el resultado, te aporta confianza y en mi caso, ganas de superar el reto. Afortunadamente no tuve que dar guerra un sábado, aunque saber que podía hacerlo me ayudó a tener la calma para encontrar las soluciones.

Gracias Luis, porque es un gusto y un privilegio compartir ratos contigo. Gracias por tu generosidad en ayudar y por tu capacidad de trabajo, con la que parece que el esfuerzo no cuesta. Esta entrada te la dedico, has sido inspiración para ella.

Es clave ir acompañado, mucho mejor bien acompañado. Dicen que te conviertes en la media de las cinco personas con las que más te juntas. Merece la pena juntarse con buena gente.

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

domingo, 28 de abril de 2024

Liberándonos de la Chupeta Digital. Recuperar el tiempo

El primer paso para superar un problema es reconocerlo, darte cuenta. Llevo un tiempo sintiendo el móvil como una chupeta: cuando estoy aburrido, cojo el móvil; cuando me bloqueo con algo, cojo el móvil; cuando me toca esperar, cojo el móvil; para descansar de una tarea, cojo el móvil; hasta para ir al baño, cojo el móvil. Además, en ocasiones, me quedo enganchado, lo que iban a ser cinco minutos se convierte en media hora.

El chupete digital, que nos calma y nos entretiene

¿Has sentido alguna vez el móvil como un chupete que te da calma, te entretiene, te reconforta? El uso del móvil para los adultos se ha convertido en una metáfora del uso del chupete para los niños, cuando queremos que duerman, lloran o están inquietos, les ponemos una chupeta. Con el tiempo y cuando crecen ¡Cuánto cuesta en ocasiones que algunos peques dejen el chupete! Están enganchados.

Ante la menor señal de aburrimiento, ansiedad o incertidumbre, sacamos nuestro dispositivo y nos sumergimos en el mundo virtual. Este constante recurso al móvil nos está robando momentos valiosos de nuestra vida real. Lo virtual nos aleja de lo real, que tenemos al lado.

Vivir nuestro tiempo implica más que simplemente pasar de un estímulo digital a otro. Implica sumergirnos en el presente, ser conscientes de nuestro entorno y de nuestras emociones, y encontrar formas significativas de ocupar nuestro tiempo. En lugar de recurrir automáticamente al móvil.

También nos aleja de quienes tenemos cerca. Consultar el móvil en medio de conversaciones, reduce nuestra atención, nuestra conexión personal. Todavía me llama la atención llegar a clase a las 8.15 de la mañana, cuando hay unos 10 alumnos que han llegado antes y está cada uno sentado en su sitio, con el móvil, en lugar de compartir con el que tienen al lado.

Me descubro, a veces, mientras veo una película, jugando con el móvil o consultando las redes sociales. Resulta que no me entero del todo de la película, tampoco es un drama. Lo que pasa es que no me doy cuenta de que a veces no me entero de la película de mi vida, no me entero de lo que pasa a mi lado o no me entero del todo de lo que me pasa dentro, porque anestesio mis emociones con el móvil.

No se trata de demonizar el uso del móvil. Es una gran herramienta que puede facilitar la comunicación, el aprendizaje y la productividad. Sin embargo, se trata de encontrar un equilibrio saludable y aprender a utilizarlo de manera consciente. Su uso excesivo puede generar dependencia, afectar nuestras relaciones interpersonales y nuestra salud mental.

El reto es encontrar ese equilibrio, ser conscientes de cuándo estamos recurriendo a él de manera compulsiva. Dos alternativas posibles:

  • Establecer límites de tiempo, dedicar tiempo sin pantallas y buscar actividades alternativas. Fijar un tiempo para estar con el móvil. O mejor aún, fijar un tiempo para no estar con él. Dueño del móvil y no su esclavo.
  • Utilizar la regla de la abuela, contar hasta diez. La próxima vez que sientas la tentación de recurrir al móvil, para, cuenta hasta diez o espera treinta segundos, reflexiona y decide si realmente quieres/necesitas coger el móvil.

Como cualquier chupete, cualquier adicción, cualquier comportamiento obsesivo compulsivo, no es fácil deshacerse de él. Darte cuenta de cómo te condiciona es el primer paso ¿Es el móvil para ti un chupete digital?

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

domingo, 21 de abril de 2024

Lista de cosas que "no hacer" (en lugar de lista de cosas que hacer)

Obsesionado con la cantidad de cosas que tengo que hacer hay veces que me pierdo en cosas que “no” debería, ni quiero, hacer. Tener una lista de “cosas que hacer” es poderoso, salvo cuando la lista se alarga demasiado y no sabes por dónde empezar (aun así, da claridad).

¿Dónde encontrar tiempo? ¿Cuál es la barita mágica que permite que aparezca? No hay tiempo para todo. Para encontrar tiempo descubrir dónde y de qué manera se te escapa. Dejar de hacer algunas cosas es la única forma de encontrar tiempo para otras.

Todos los días tenemos 24 horas ¿Cuántas de esas horas son realmente vividas como te gusta vivirlas? ¿Cuántas son aprovechadas? ¿Cuántas se escapan en cosas que es mejor no hacer o que no compensan el tiempo dedicado?

Hoy te propongo hacer tu “lista de cosas que no hacer”, o las que vas a hacer menos. En la justa medida está la virtud. Me encanta el café, el problema es cuando me tomo muchos cafés; Me encanta socializar, el problema es cuando socializo demasiado, no me queda tiempo para avanzar en lo que quiero.

Como siempre, tú escoges, tú decides. Decidir no es fácil, esta semana escuchaba de una jovencita de 19 años que madurar es una faena, cuesta, hay que decidir y decidir es descartar, optar por una cosa y dejar otra.

Lista de cosas que "NO HACER"

Prueba esta semana a dejar algunas cosas: los videojuegos; ver las noticias del mediodía y las de la noche (se repiten); las redes sociales (o ponerte un límite; por ejemplo, de 30 minutos); la comida que no te sienta bien. Tú escoges, tú decides qué dejar (para encontrar tiempo para otras cosas).

También puedes dejar de juntarte con algunas personas que no te sientan bien; o juntarte menos. Hay personas que nos quitan energía y otras que nos la dan. Si dedicas tiempo a unas se lo quitas a otras. Tienes derecho a decidir con quien quieres pasar tu tiempo; lo digo porque, aunque parece obvio, mucha gente no lo siente así o a veces se nos olvida que nuestro tiempo es nuestro y con lo tuyo tú escoges. Puedes hacer una lista de personas con las que no juntarte (o juntarte menos).

Cuando estamos con alguien desde la culpa o la obligación, ese estar no sienta igual que cuando lo hacemos desde lo que queremos y disfrutamos. Puede sonar fuerte, pero puedes escoger con quien no quieres juntarte o con quien quieres juntarte menos, para juntarte más con aquellos que si quieres. Tú escoges, tú decides, con quién quieres pasar tu tiempo (y con quién no).

De la mano con lo anterior, decidir con quién no juntarte, viene la lista de las interrupciones que no vas a permitir. Puede que sea otra persona quien interrumpe; pero tú eres quien escoge y decide si aceptas la interrupción. Puedes también decidir cuáles son los momentos en los que no vas a permitir interrupciones permitiéndolas el resto del tiempo. Tú escoges, tú decides qué parte de tu tiempo quieres proteger, tu tiempo de “no interrupciones”.

También puedes escoger abandonar ciertas actitudes que llevan tiempo y consumen energía sin aportar mucho: la queja, el drama, la comparación constante con los demás, la procrastinación, la preocupación por lo que no puedes controlar, la necesidad de complacer a los demás, el qué dirán. Tú escoges, tú decides, cuál quieres que sea tu actitud.

Puede ser difícil, no es tan fácil soltar lo que no nos conviene, es a lo que estamos acostumbrados. Parece que llevamos tatuado el dicho “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Sal de la rueda del hámster y escoge, elige, decide. Es tu tiempo, tu vida, lo que está en juego. Cuidar de tu tiempo es cuidar de ti y de tu vida (el tiempo es vida).

Tú eliges, tú decides, a qué dedicas tu tiempo, a quién dedicas tu tiempo y con qué quieres enredarte. Dejando (cosas, personas, interrupciones, actitudes). Liberando el tiempo, dejando, aparece tiempo para lo que quieres.

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

lunes, 15 de abril de 2024

Entretenido entre una cosa y la siguiente

Jorge me dice que le cuesta cambiar de estado. Por las mañanas le cuesta levantarse y por las noches le cuesta irse a la cama. Adela me contaba que la cuesta el cambio, cerrar un tema para ponerse con el siguiente. Hay veces que se entretiene más de la cuenta con lo que tiene entre manos, posponiendo lo que sigue.

Por mi parte, hay veces que acabo una cosa y para cuando me quiero poner con la siguiente pasa media hora. Tiempo de cambio, tiempo para cambiar de una actividad a otra.

Raquel comentaba que no la molestaban demasiado las interrupciones porque era capaz de volver rápidamente a concentrarse en lo que tenía entre manos. A otros puede llevarles 15 minutos volver al punto en el que estaban tras una interrupción de 2 minutos. En este caso el tiempo de recuperación nos perjudica bastante más que la interrupción.

Es bastante común tener dificultades para empezar algo nuevo después de terminar una tarea o tardar en recuperarse de una interrupción.

Cambiar de tarea supone parar para volver a ponerse en marcha. Al parar nos podemos distraer con cualquier cosa, especialmente si no tenemos claro lo que vamos a hacer a continuación. No tener claro el siguiente paso puede generar indecisión.

Cambiar de tarea puede ser difícil para algunos debido a la resistencia al cambio, la indecisión y la distracción.

Tener claro el objetivo nos ayuda a recomenzar con lo siguiente una vez que cerramos algo. Aunque a veces no es suficiente. Tener caso el siguiente paso, la siguiente acción concreta, puede ayudarnos a ponernos en marcha.

Escribir la primera línea puede ser el disparador para hacer el informe. Lo mismo que ponerse las zapatillas y salir a la calle es la primera acción para ir a correr. Así que, si sientes que te atascas entre dos acciones, prueba a tener claro la siguiente pequeña acción concreta que comienza la siguiente tarea, dar el primer paso ayuda a dar los siguientes.

No te quedes enganchado en los descansos. En tiempos de estudiante, descansaba entre una asignatura y otra, entre un tema y otro. A veces los descansos eran demasiado largos, tan largos que no quedaba tiempo para ponerse.

Si no empiezas no acabas. Cuanto más tardes en ponerte, más tardarás en terminar. En ocasiones empezar es lo más difícil. Cuidado no te suponga media hora empezar a hacer algo que te lleva cinco minutos.

Para superar el tiempo de transición que se extiende, es útil establecer rutinas, planificar con anticipación y dividir las tareas en pasos más pequeños y manejables. Puede ayudar a iniciar nuevas tareas, incluso cuando no te sientas completamente motivado.

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

miércoles, 10 de abril de 2024

Construir autoestima y autoconfianza

Ya llevo tres días de retraso, hoy es miércoles y el plan/compromiso era escribir una entrada en el blog los domingos. Ese compromiso tenía opción, si no lo escribía el domingo, hacerlo a lo largo de la semana. A veces los domingos se complican, así que aquí estoy.

Si no lo escribo probablemente la mayoría ni lo notéis, estáis demasiado ocupados con vuestras cosas como para prestar demasiada atención a un texto más. El que más lo iba a notar iba a ser yo.

Cuando alguien me dice que va a hacer algo y no lo hace pierde mi confianza. La gana cuando hace lo que dice, cuando es coherente. Además, gana mi estima y admiración. No todo el mundo es capaz de hacer lo que dice, algunas veces porque mienten y las más de las veces porque se despistan.

Pues lo mismo sucede conmigo mismo. Si cumplo lo que digo que voy a hacer, gano en autoconfianza, gano en autoestima. Cuando no cumplo con mi plan, la autoconfianza y la autoestima bajan.

La autoconfianza y la autoestima dan felicidad

Me he encontrado gente que no quiere hacer planes porque está convencida de que es incapaz de cumplirlo. De tanto no cumplir tienen la autoestima dañada y no la quieren dañar más. Es posible que tiendan a ser demasiado ambiciosos en el plan, metiendo demasiadas cosas. No cumplir con nosotros mismos nos hace daño. Lo primero, aprender a planificar adecuadamente.

Por mi parte trato de seguir el plan, si está bien hecho me pone las cosas más fáciles. También soy flexible cuando aparecen nuevas realidades, a veces es bueno cambiar el plan, no está escrito en piedra (mejor usar un lápiz para poder replanificar).

Además, cuando cumplo con el plan, cuando consigo el objetivo, eso me da un chute de energía y me ayuda para el siguiente plan, para el siguiente objetivo. Si me fallo a mi mismo, si me decepciono, pierdo energía.

Los ejemplos son múltiples. Ayer quería hacer bicicleta estática, ese era el plan. Estaba cansado, me daba mucha pereza y tenía a mi lado a mi hijo Juan, que ya es un experto en gestión del tiempo (sabe mucho, aunque aplica menos). El caso es que Juan me aconsejaba dejarlo, tampoco era tan importante.

Escuchar a Juan me ayudo a ponerme. No solo por mi autoconfianza, también por él. Quería que viese que, aunque a veces nos cuesta hacer lo que nos conviene, conviene hacerlo, porque nos conviene. Repito lo de conviene varias veces para que quede claro.

Así que conseguí hacer bicicleta, aunque deje la entrada del blog para hoy. Espero que algún día que Juan tenga pereza pueda encontrarse con estas líneas y vencer la barrera de la pereza, haciendo lo que le conviene.

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

martes, 2 de abril de 2024

Esclavos del reloj. El cambio de hora da pistas sobre nuestra relación con el reloj

Este fin de semana, en España, el domingo ha tenido 23 horas en lugar de las 24 horas que tienen los días habitualmente. Tocaba cambio de hora de primavera, a las dos había que poner el reloj a las tres. Si habitualmente ya sentimos que nos faltan horas con 24 ¿Qué tal ha ido con 23? ¿Lo has notado mucho? ¿Todavía lo estás notando?

Ahora amanece una hora más tarde y anochece una hora más tarde. No porque la naturaleza se haya vuelto loca, sino porque hemos acordado cambiar la hora del reloj. El sol sigue a su ritmo, sale cuando toca y se esconde cuando toca.

Me parece una buena metáfora de cómo ahora nos gestionamos por el reloj en lugar de por el sol, o por las necesidades de nuestro cuerpo. El domingo habrá sido un día diferente, igual has retrasado la hora de levantarte o de comer, porque a la hora habitual todavía tenías sueño o no tenías hambre. Para tu cuerpo todavía era una hora antes.

Mira que quitarnos una hora del domingo, ya nos la podían haber quitado del lunes. Si has vivido el domingo sin reloj, igual sientes que te la han quitado del lunes, que es cuando tienes la obligación de ir a trabajar o de cumplir otros horarios.

El cambio de hora: a las dos serán las tres (El reloj manda)
Nos lleva unos días adaptarnos, como cuando tenemos jet lag al cambiar de uso horario, las distintas horas que nos rigen en distintos lugares. Por mi parte me cuesta más adaptarme cuando vengo de América a Europa que cuando voy de Europa para América.

El cambio de hora nos genera un mini-jet-lag. El cuerpo se tiene que adaptar al nuevo desfase entre la hora del reloj y la hora del sol. Nuestro cuerpo se rige por el sol, nuestra vida social habitualmente por el reloj.

Los relojes facilitan ponernos de acuerdo, es una herramienta para la comunicación social. Nos ayudan a programar nuestros días, con los demás y con nosotros mismos. Quedamos a una hora para dar un paseo, tomar un café. Nos sirven para ver cómo vamos de tiempo.

Te lo digo yo, que a veces me obsesiono con el tiempo y con la cantidad de cosas que tengo/quiero hacer. Así me convierto en ocasiones en esclavo del reloj, olvidándome de mi ritmo natural, el que marca el sol y el cuerpo.

Nos convertimos en esclavos del reloj cuando la hora parece gobernar nuestras vidas. Pendientes del reloj desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Corriendo contra el tiempo para cumplir horarios, en una carrera frenética contrarreloj, como si la vida fuese un sprint interminable. Prisioneros de un reloj que define nuestra existencia diaria.

Para mí la clave está en el equilibrio. Usar el reloj a tu servicio, para aumentar la consciencia del día y del paso del tiempo sin obsesionarte. También como herramienta eficaz para coordinarnos con otros. No dejando de lado la capacidad para escuchar el cuerpo, cuando necesita descanso, alimento, compañía o levantarte a dar un paseo; lo que te vaya diciendo.

Esta semana es una oportunidad especial para escuchar tu cuerpo, irte adaptando dentro de tus posibilidades al nuevo horario. Darte cuenta de que los horarios nos los imponemos, cuando estamos pendientes del reloj. Tenemos la oportunidad de diseñar para nosotros nuevos horarios, que se adapten a lo que necesitamos.

Dejar de correr, olvidando lo que necesita nuestro cuerpo, adaptar el reloj a nuestras necesidades personales. Diseñar horarios que se ajusten a nuestras vidas, con mayor armonía y consciencia.

lunes, 25 de marzo de 2024

Entre la autoexigencia y la mediocridad. La clave es la autocompasión

En el equilibrio está la virtud. Muchas veces me cuesta involucrarme con determinadas iniciativas porque sé que me acabo sobrecomprometiendo. En determinados ámbitos me cuesta decir “así es suficiente” y sigo exigiéndome más, algunas veces más allá de lo razonable.

Este sobreesfuerzo también me ha dado buenos resultados. Cuando le metes mucho trabajo todo suele ir bien. El tema es saber cuando es suficiente, cuando te estás pasando.

Esto puede pasar en distintos ámbitos, tanto en el trabajo como en casa. Aunque en general lleva a resultados, otras veces puede ser contraproducente. Cuando tienes un equipo y les llevas más allá de los límites, cuando te vuelves también exigente con los de alrededor, no solo cuando te pasas contigo mismo.

Estas últimas semanas he hecho el curso de mindfulness y autocompasión y una de mis conclusiones es que en determinadas circunstancias me va bien reducir mi autoexigencia.

Soltar determinadas cosas, reducir el esfuerzo en otras en las que solo yo percibo que hay que hacer más (cuesta darse cuenta). Soltar, deja tiempo para otros aspectos, que a veces son más importantes. Tener espacio hace que veas posibilidades.

Atrapados en la autoexigencia, que tiene que ver con el perfeccionismo, nos enredamos, me enredo, en pequeños detalles. Dejo sin hacer otras cosas, me agoto innecesariamente.

La autoexigencia está relacionada con el burnout, el síndrome del trabajador quemado. La excesiva dedicación, la autopresión constante, el perfeccionismo y la sobrecarga de trabajo puede llevar al agotamiento emocional y mental.

Agotada por el exceso

Ser compasivo conmigo tiene que ver con tratarme bien, saber que lo que me pasa a mí le pasa a más gente (humanidad compartida) y mindfulness (darse cuenta, estar aquí y ahora).

La gran pregunta “¿Qué necesito ahora?”. Que quizá no sea lo que quiero, o lo que me apetece, sino lo que me va bien.

Siempre se puede hacer más, lo que no quiere decir que hacer más compense, que sea lo que necesitamos. Tampoco la vía para llegar donde queremos llegar. Encontrar tu equilibrio, lo que te sienta bien, lo que te lleva donde quieres ir.

Soltar la autoexigencia tampoco significa conformarse con la mediocridad, sino más bien adoptar una perspectiva más realista y compasiva hacia ti mismo mientras buscas un equilibrio saludable en tu vida.

Reconoce tus límites, lo que te sienta bien. Se amable contigo cuando estás cansado, el descanso nos recarga. Encuentra tú equilibrio sin olvidarte de ti.

domingo, 17 de marzo de 2024

Saber lo que quieres y cómo lograrlo

Muchas veces podemos escuchar la frase “¡No sé lo que quiero!”, incluso puede que la hayamos dicho. Yo tuve un momento en el que pensaba así, que no sabía lo que quería. Alguien me hizo ver que sí lo sabía, pero que puede dar miedo saber lo que quieres, porque eso te responsabiliza a ir a por ello. Si no lo consigues ya no es que no sabes lo que quieres, es que no has sido capaz.

Descubriendo y apuntando al objetivo

Por eso muchas personas se resisten a ponerse objetivos, a definir lo que quieren. Otras, los ponen de manera poco concreta, de forma que se pueden implicar menos.

Uno de mis objetivos para este año es escribir una entrada en el blog semanal. Para concretarla me he comprometido conmigo mismo a escribir cada domingo. Y si no soy capaz, si surge cualquier otra prioridad, recuperar el lunes, o al menos durante la semana.

Imagina tu objetivo con todo detalle: ¿Qué es lo que realmente quieres alcanzar? ¿Cómo se verá y se sentirá cuando lo logres? Tener esta claridad te ayudará a mantenerte enfocado y motivado durante todo el proceso.

Un objetivo claro me motiva, me da un motivo para ponerme en marcha. Me ayuda a que durante la semana apunte alguna idea sobre la que escribir el domingo.

Con el objetivo claro te van surgiendo ideas que te pueden llevar a él. Sabiendo donde quieres ir es más fácil encontrar caminos para llegar a destino. También puedes ver lo que han hecho otros que ya han llegado.

Sabiendo el objetivo el siguiente paso es definir el camino. Puedes parar a ver posibilidades, buscar ideas, definir el trayecto y los primeros pasos, para empezar a caminar.

Si tienes claro el objetivo, comenzarás a ver oportunidades en cada paso que des hacia él. Las oportunidades no te pasarán desapercibidas, te saltarán a la vista. Igual que cuando te escayolan, parece que han escayolado a mucha gente, o que cuando te embarazas, parece que va a aumentar la natalidad.

El objetivo no es nada sin acción. Una vez que hayas definido como ir avanzando, es hora de poner manos a la obra. Toma acciones concretas que te acerquen a tu objetivo.

En resumen, tener claro el objetivo, definir cómo llegar a él y andar el camino. Si te resistes a ponerte objetivos, te estás resistiendo a vivir como quieres vivir.

domingo, 10 de marzo de 2024

Mirar a lo lejos, no solo el siguiente paso

Podemos estar tan abrumados por el día a día que no levantamos la vista de lo que tenemos entre manos, no paramos de hacer, pensando que, con trabajo duro, con dedicación, todo irá bien.

Todo el día haciendo es ir como pollo sin cabeza, sin saber si lo que hacemos es lo que nos conviene hacer, si es lo mejor que podemos hacer. Hay esfuerzos que no suponen ningún provecho, ni para mi ni para los demás. Nuestras fuerzas son limitadas, no podemos hacerlo todo, así que es mejor decidir a qué nos conviene dedicarnos.

Creo en la cultura del trabajo, del esfuerzo. Creo que los frutos vienen después de una acción coherente. Puede que alguna vez tengamos “suerte” por casualidad. La “suerte” recurrente se crea por la acción adecuada.

Puede que la línea recta sea la distancia más corta, pero no siempre es la más rápida. En la línea recta podemos encontrar un barranco que no podemos cruzar, lo que nos hace dar una gran vuelta. La línea recta nos puede hacer subir una cumbre que hubiese sido mejor rodear.

Mirar a lo lejos, hasta el objetivo, describiendo el camino y sus obstáculos, nos ayuda a planificar mejor la ruta. Podemos definir cuales serán las etapas, medir los esfuerzos, establecer los descansos.

Equilibrar planificación y la acción. El que hace sin planificar, es un pollo sin cabeza. El que se pasa el día planificando sin hacer es un soñador, solo sueña con lo posible, sin hacer nada para que lo posible se convierta en realidad.

Usar los prismáticos para mirar. Sin mirar no es posible ver

¿Dónde quieres estar dentro de cinco años? ¿Qué es lo que tendrías que hacer/lograr este año? Establece las etapas ¿Qué toca este mes? Definir lo que voy a hacer esta semana y ver si va a ser demasiado dura.

Si voy a tener una época con demasiados retos, planificar un descanso, una recuperación, como hacen los deportistas a lo largo de la temporada. Viendo la semana que voy a tener por delante me puedo plantear como me preparo durante el fin de semana.

Los prismáticos son una herramienta valiosa para mirar a lo lejos, ver lo que nos viene, poder prever y planificar. Pero si no miras al futuro no serás capaz de ver.

Es difícil prever el futuro, por no decir que imposible. Los planes no serán perfectos, la visión será inexacta, pero sin mirar no podrás ver.

Te propongo un ejercicio, dedica un rato a mirar, a pintar o coger fotos de como te gustaría estar dentro de cinco años. Juega a definir los caminos para llegar allí.

lunes, 4 de marzo de 2024

Posponer tiene sus ventajas y grandes inconvenientes

Este fin de semana he estado en un taller donde el tiempo pasaba sin darte cuenta. Sin reloj en la muñeca, el tiempo se desliza mientras estás absorto en lo que te interesa. Tiempo vivido y aprovechado en lo importante. Lo que Csíkszentmihályi define como tiempo de flujo (Flow), donde estás sin esfuerzo y los frutos son abundantes.

Hay otro tiempo, que también pasa rápido, no tan aprovechado, donde nos despistamos con cualquier cosa. Cuando tenemos pendiente un proyecto que no nos apetece, tendemos a ocuparnos con cualquier otra cosa, despistando la atención de lo que nos “convendría” hacer.

Ayer hablaba de esto con una compañera del taller, que se proponía, creo que no por primera vez, hacer con más tiempo, ponerse antes, con los proyectos e informes que tiene que entregar (como cuando decides que para el próximo examen te pones con más tiempo).

Yo me incluyo, con tantas personas en humanidad compartida, entre los que vamos dejando para después. Muchas veces no nos ponemos hasta que la amenaza de no hacerlo supera la fuerza de la pereza. Cuando estamos con el agua al cuello reaccionamos, seguimos nadando esforzadamente, hasta llegar a la orilla, cumpliendo con el plazo a duras penas. En parte satisfechos porque lo hemos conseguido y en parte decepcionados porque podríamos haberlo hecho mejor, además de estar agotados.

Se me ocurren, al menos, dos motivos para seguir procrastinando, para seguir posponiendo hasta el último momento:

  • La premura hace que te centres en lo importante: este es el famoso “trabajo mejor bajo presión”. Que es más una justificación que una realidad. Con tiempo el trabajo se hace mejor, con prisa es fácil que te dejes cosas importantes. Si lo que te pasa es que te despistas con una mosca, mejor atacar el problema, aprender a dirigir la atención, sin necesidad de una presión extra. Tu cuerpo te agradecerá una menor presión, sin estrés sufre menos.
  • Salva tu prestigio: ante el miedo de no ser capaz, de no ser suficiente, de no saber o la posibilidad de hacer un mal trabajo, el posponer te da la justificación perfecta “No es que no sepa, es que no he tenido tiempo”. No soy torpe, simplemente me despisto. Quizá sea mejor salvar tu prestigio porque te pones a tiempo y con tiempo, lo que casi seguro resultará en un mejor trabajo (y repito, con menos estrés).

Imagen de la TED Talk de Tim Urban "Inside the mind of a master procrastinator" (merece la pena verla; ¿Cómo controlar al mono de la gratificación instantanea?)
Como soy un procrastinador profesional, he pospuesto muchas veces y de vez en cuando lo sigo haciendo, me planteo y os planteo algunas nuevas aproximaciones:

  • Lo primero es ver si lo que estoy posponiendo es realmente importante. A veces pospongo porque lo tendría que hacer otro o porque no es importante. Si es el caso, solucionado, lo tacho directamente de la lista. Pero si es importante, decido hacerlo.
  • Si decido hacerlo, ya no es algo que se me impone desde fuera, es algo que yo decido. Así que toca reservar un hueco para ello como si ese hueco fuese sagrado, solo temas graves me sacarán de ahí.
  • Cuando llega el momento, cuesta ponerse, es difícil empezar, hay que superar la barrera de la pereza. Por fortuna, en muchas ocasiones, la pereza se esfuma a los cinco minutos. Así que, el mejor consejo, empieza y vamos viendo.
  • La atención se dispersa, es fácil irse detrás de cualquier mosca. La técnica Pomodoro puede ayudarte a perseverar y mantener la atención.
  • Finalmente celebrar el llegar a la meta, celebrar que lo he conseguido con tiempo.

Empezar con tiempo ayuda a gestionar los imprevistos que pueden surgir, disminuye el riesgo de hacerlo de manera insuficiente, aunque incrementa el riesgo de que te despistes con cualquier cosa. Ataca el problema de raíz, cuida tu atención y ella te cuidará a ti.

Posdata: El perfeccionismo nos lleva a procrastinar por miedo a no hacerlo perfecto.

Posdata 2: Una autoexigencia desmesurada puede hacernos pensar que procrastinamos cuando lo que necesitamos es descansar. No es posible hacerlo todo y no es fácil darte cuenta de cuando haces suficiente.