lunes, 30 de diciembre de 2024

Un año menos, un año más

Dentro de poco vendrán los objetivos del nuevo año, pero antes tenemos que acabar este. Antes de iniciar un nuevo ciclo, conviene revisar el que concluye.

Revisar para aprender y reconocer lo que sí has hecho, no para fustigarte por lo pendiente, por lo que podría haber ido mejor. Desde la revisión, en la próxima vuelta, lo podemos hacer mejor. Celebrar tus logros, dejar ir lo que no es útil o positivo, agradecer a los que te han acompañado.

Solemos enfocarnos en lo que falta, en lo que tenemos pendiente. Te invito a que el primer paso sea darte cuenta de lo que sí ha habido, de lo que sí has hecho, poner el foco en lo que te ha sentado bien. Después habrá tiempo para ver lo que se puede mejorar y fijar intenciones u objetivos para el próximo año.

“Poner la atención en lo pendiente, en lo que faltó, en lo no hecho, olvidando lo que hubo, lo hecho, te lleva a la frustración”

Por mi parte, como me propuse, he escrito una entrada en el blog todas las semanas, creo que me despisté una y recuperé rápidamente. Me ayuda a parar y reflexionar, al menos un rato cada siete días. Cincuenta y cuatro entradas este 2024 (dos más que semanas tiene el año), estoy contento de este reto superado que he podido compartir contigo. Por cierto, esta es la entrada 300 del blog, ya son unas cuantas.

También me había propuesto leer y resumir un libro a la semana. Me he quedado en cuarenta y dos. No está mal, he leído buenos libros que me han inspirado y seguirán inspirando. Poner objetivos ambiciosos me ayuda a caminar en la dirección correcta y avanzar bastante, aunque no llegue. Cuarenta y dos son muchos libros y dan para mucho.

Cerrar un año y preparar el siguiente. Logros y metas
Muchos cursos, formaciones y experiencias. Desde el punto de vista de desarrollo personal y crecimiento he caminado mucho, lo que me ayuda a poder acompañar mejor a otros. Crecer para poder acompañar a personas en su crecimiento. Estos cursos me han dado excusas para reflexionar y escribir:

  • Abordajes corporales para la terapia con Francis Elizalde (Francis repite este año), dando más espacio al cuerpo;
  • ClownEsencial con Alain Vigneau, para vivir la tragicomicidad que nos acompaña a todos, lo tragicómico de la vida;
  • Mindfulnessy Autocompasión con Ana Martínez y Maripaz Riol, para desarrollar una mirada más amable conmigo y con los demás;
  • La visión sistémica de la vida con Fritjof Capra y un equipo que se va consolidando, generando sistema en mi tierra, nos juntamos en Silos con el abad en mayo, toda una experiencia;
  • Repetí recapitulación con Amor Hernández y la abuela Ana Luisa Solis;
  • Cerré un ciclo en el programa SAT (Seekers After Truth; buscadores de la verdad, programa de autoconocimiento), asistí al SAT5 en septiembre y estuve acompañando en el introductorio del SAT en diciembre;
  • Volví al cuerpo en el taller de “Los hombres también bailamos” con Víctor Orive y Andrés Waksman, donde pude soltar y compartir.

También me he formación en nuevas tecnologías: Inteligencia artificial, Power BI y otras. En técnicas para la docencia, que soy profesor y hay que continuar aprendiendo.

En el hacer diario no podemos olvidar lo importante. He pasado buenos ratos con la familia y los amigos, he tenido tiempo para estar cuando quería y podía hacer falta, o al menos eso creo. Tengo personas magníficas al lado, para hacer el camino. Me ha dado para salir bastante al campo, andando y en bicicleta, aunque me gustaría salir más. He disfrutado de buena compañía, no quiero extenderme nombrando a todo el mundo

Lo importante es no olvidar lo importante

Por mi parte ha sido un año vivido y disfrutado, un año más. También me queda un año menos, saber que somos mortales ayuda a no olvidar lo importante que es el tiempo, que es la vida.

Viene un año ilusionante, tengo por delante muchos proyectos, alguno iniciado este año, como el libro que espero acabar de escribir en 2025. También quiero seguir escribiendo semanalmente en este blog y espero que puedas acompañarme.

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domingo, 22 de diciembre de 2024

Oportunidad de volver a encontrarse y renacer

Se acerca el día de Navidad, lo tenemos a la vuelta de la esquina, mi hija ha vuelto de Madrid, donde está estudiando y ya estamos los cinco en casa. Esta tarde nos juntamos con amigos de toda la vida, algunos vuelven a casa por Navidad, como decía el anuncio del turrón “El Almendro”.

Mucho trabajo para algunas personas, que son los que organizan los encuentros, las comidas, las cenas; agradecer que generen los espacios para volver a compartir nuestro tiempo. Nos liamos lo que queremos, no has comentado alguna vez ¡Qué bien se cenaba con unos huevos fritos con patatas!

Espero que tanta preparación no nos haga olvidarnos de cosas importantes, como el encuentro y el compartir buenos ratos (espero que no se conviertan en discusiones).

En la tradición cristiana, en Navidad celebramos el renacimiento del niño Dios. Lo podemos aprovechar como una oportunidad de renacer nosotros mismos, de elegir cómo queremos vivir a partir de hoy. Hoy es el primer día del resto de tu vida y tú eliges como quieres vivir las circunstancias que te estén tocando, que no son siempre fáciles.

Navidad: reencuentro y renacimiento (personal y de relaciones)
La Navidad es una época significativa, con un profundo sentido emocional y espiritual, un momento único para el reencuentro y el renacimiento personal y colectivo (aunque cualquier momento puede ser bueno, cualquier momento puede ser Navidad).

La Navidad es sinónimo de reunión, re-unión, volver a unirse. Tiempo de congregarse en familia, con los amigos y la comunidad, para compartir momentos de alegría, reflexión y amor. La Navidad nos invita a parar y valorar a los que nos rodean, abrir las puertas a los que han estado distantes.

¡Menudo regalo! Reencontrarnos y renacer. Espero que tus Navidades y las mías sean un poco de estas dos cosas.

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sábado, 21 de diciembre de 2024

Entre esclavo y dueño de tu plan

Este jueves me invitaron a la jornada anual de IMASDE a compartir sobre gestión del tiempo. Silvia me comentó que lo que transmitía sobre el plan semanal y el plan diario le parecía un poco TOC, parece que lo sentía como una obsesión que te mantiene atrapado en un hacer de una determinada manera.

Mi propuesta es comenzar cada semana definiendo claramente tu propósito y los objetivos que deseas alcanzar, y luego planificarla por escrito. De manera similar, cada día debe empezar identificando lo más importante que quieres lograr. Esto incluye determinar las acciones que realizarás en tu trabajo, en tus relaciones (familia, amistades, otras), así como lo que harás para ti, tu bienestar y crecimiento.

Creo que establecer esto por escrito aporta claridad, saber lo que quieres y cómo conseguirlo. Si lo haces habitualmente y buscas mejorar en tu planificación cada vez serás más realista, ya que al principio tendemos a ser demasiado optimistas con lo que podemos lograr en un día o en una semana. Tendrás un hilo que te guía a lo largo de la semana y del día.

Esto puede resultar estresante, un poco TOC como lo definió Silvia, por eso a veces podemos resistirnos a hacerlo. Si has hecho planes imposibles de cumplir, con demasiadas cosas, pues al final no se cumplen (¡qué sorpresa!). Eso puede dejarnos frustrados, con sentimiento de incapacidad, con culpa. De esta manera podemos tender a planificar menos.

Esclava de la agenda

Voy a plantear una metáfora al respecto. Es como ir de viaje, llegar a un sitio con muchas cosas interesantes, como Milán, Roma, Paris, Madrid, los Pirineos… ¡Se me ocurren tantos sitios! Ya que vas quieres aprovechar, para aprovechar un viaje hay que prepararlo (pre-parar: pararse antes a decidir qué hacer). La preparación suele llevar a un plan.

Una vez hecho el plan, que puede ir demasiado ajustado, el plan te puede llevar con la lengua fuera, corriendo para tratar de “cumplir”. Demasiada gente se obsesiona con los planes (TOC). El plan puede impedirte disfrutar plenamente del viaje, puede que estés visitando Madrid, el día sea magnífico y pases por la plaza Santa Ana, con un gran ambiente y encuentres una terraza al solito donde charlar.

Si estás obsesionado con el plan y no estaba en tu plan, ni te planteas sentarte. Mi invitación es a que te sientes, si es lo mejor que puedes hacer en ese momento. Lo podrás valorar con más criterio, si es que tienes un plan ¿merece la pena seguir el plan o está mejor sentarme? Hacerlo sin culpa, no se puede hacer todo. Eres dueño de tu plan, no esclavo de él, puedes cambiarlo cuando quieras.

No verás tantas cosas, experimentarás otras, la clave es no fustigarte porque no has cumplido el plan, sino valorar los cambios, reconocer que te ha dado claridad para escoger mejor. Un trabajo previo es

Aceptar que no se puede hacer todo”.

Si optas por seguir el plan contra viento y marea, si además has metido cosas con calzador y vas con la agenda superapretada, la frustración está garantizada, es probable que no llegues a todo y que no disfrutes de cada cosa, con la obsesión del plan y del reloj. Además, si vas acompañada, es probable que muchos no quieran volver a viajar contigo, encontrar la flexibilidad adecuada no es fácil.

El plan te guía a lo largo del día, te permite encadenar acciones de forma fácil, optimizar lo que haces porque está bien ordenado. Es más fácil planificar mejor cuanto mejor te conoces. Te permite cambiar de una actividad a otra sin demasiado tiempo despistado porque no sabes por donde seguir. Es como llevar un buen guía que te va indicando por dónde.

Pero puedes cambiar el plan. Cómo eres tú quien ha contratado al guía, en un momento dado le puedes plantear otras alternativas, otras ideas, otros planes. Gestionar el tiempo supone elegir, vivir es elegir, elegir que hacemos momento a momento. Planificar, pero que el plan no esté escrito en piedra, que sea un facilitador y no un tirano que nos arrastra.

“Somos dueños de nuestros planes, no sus esclavos”

Esto vale tanto de forma individual como de equipo. Un equipo con un plan puede funcionar más fácil, más eficiente. A veces hay que cambiar el plan, como el entorno cambia, nosotros debemos cambiar.

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viernes, 13 de diciembre de 2024

El poder invisible de los hábitos

Hace unos días, mi hijo Juan me hizo pensar, como logra muchas veces. Cuando le recordamos que debía estudiar puso como excusa que le costaba ponerse y su madre le dijo que a ella también le costaba hacer la comida, así que estaba pensando en no hacerla.

Ante esto contesto: “Yo no estudio porque no tengo el hábito, pero tú haces la comida porque tienes el hábito de cocinar. Es fácil para ti”. Vamos, que

“Los hábitos nos lo ponen fácil”

Este domingo por mi parte estaba lejos del ordenador y no escribí la entrada para el blog que tengo costumbre de escribir ese día de la semana. Me dije, ya lo escribo el martes, cuando vuelva a casa y ya estamos a viernes. Perdí el hábito de hacerlo cuando acostumbro y de esta manera me ha costado más.

Me quedé pensando la respuesta de Juan. Por un lado, tenía razón: hacer algo con regularidad lo vuelve más sencillo. Pero también había algo que él no veía: detrás de cada hábito que parece “fácil”, hubo un inicio que seguramente no lo fue.

De la lucha inicial (de estudiar) a la fluidez. Con hábito cuesta menos

Al principio cuesta, y con fuerza de voluntad, la repetición se convierte en rutina y la rutina en hábito. Además, si no quieres romper la cadena de repeticiones, que es como romper una racha, eso te impulsa a continuar. Por mi parte ya está cerca el final de año, el objetivo de una entrada a la semana está al alcance de la mano, eso me motiva los días que a pesar del hábito me cuesta, o como esta semana que he roto el hábito.

Lo que Juan todavía no ve del todo es que crear un hábito requiere superar la resistencia inicial. Es un proceso incómodo, lleno de intentos fallidos y muchas ganas de rendirse. Pero una vez que se establece, es como si el hábito tomara las riendas y el esfuerzo desapareciera.

La ausencia de hábito tiene su coste. Sin la costumbre de estudiar ponerse resulta un desafío, te enfrentas a una montaña de resistencia interna.

Una vez que el hábito está en marcha, aparece la "magia de la inercia". No necesitamos convencernos de hacerlo; simplemente lo hacemos. Ese estado fluido es lo que hace que sea “fácil”. No es magia, es práctica acumulada.

Los hábitos nos facilitan la vida; son el puente entre lo que cuesta mucho y lo que un día hacemos sin esfuerzo. Si algo parece imposible hoy, recuerda que quizás lo único que necesitas es empezar, paso a paso.

La diferencia está en la práctica repetida y la constancia. El poder de empezar, aunque sea con un pequeño paso.

Aprovecho para recomendar un libro que Juan ha pedido a los Reyes: “Hábitos atómicos” de James Clear, que se ha hecho popular entre los adolescentes y no tan jóvenes. Guía de como pequeños cambios, sostenidos en el tiempo (hábitos), cambian radicalmente nuestros resultados

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miércoles, 4 de diciembre de 2024

Cerrar y dejar atrás, para poder abrir

Este lunes hablaba con una compañera de una formación de tres años que “acabamos” en diciembre 2018. Pongo entre comillas el acabamos porque ahí es donde acabó la parte presencial, después había que hacer otras cosas y entre ellas entregar una memoria sobre la formación, cada uno de sus capítulos y que había supuesto la práctica.

Por mi parte lo fui dejando hasta que entregué la memoria en abril de 2022, pandemia de por medio. Esta compañera quería retomarlo ahora para cerrar esa etapa.

¡Como cuesta retomar algo que has dejado aparcado! En este caso tampoco es nada que necesite ser cerrado con urgencia, pero sin cerrar se queda ahí pesando y ocupando espacio en la cabeza

Cerrar un tema es liberar espacio, no solo en nuestra agenda, sino también en nuestra mente y emociones. Aferrarnos a algo inconcluso consume energía, genera incertidumbre y nos impide avanzar hacia nuevos desafíos. Cuando dejamos algo abierto, mantenemos un vínculo invisible que ocupa un lugar en nuestro pensamiento, nos lastra y nos distrae.

Si has empezado algo y merece la pena terminarlo, no lo dejes a medias, solo cuenta lo que se acaba, no lo que se empieza.

En otras ocasiones hay proyectos o relaciones que pueden no tener fecha ni conclusión, a no ser que decidamos dejarlo. Cerrar un tema no es olvidar, sino aceptar, aprender y dar por concluido un capítulo, permitiéndonos avanzar con claridad y ligereza.

Puedes sufrir del sesgo de la inversión hecha. Ese sesgo nos hace creer que cerrar algo en lo que ya hemos invertido tiempo, esfuerzo o recursos es un fracaso (en el fondo es reconocer esa pérdida). Nos aferramos al "ya invertido" como una justificación para no soltar, ignorando que seguir manteniéndolo puede ser aún más costoso. Este pensamiento distorsiona nuestra percepción y nos mantiene anclados a lo que ya no tiene sentido, bloqueando nuestra capacidad de enfocarnos en nuevas metas.

Reconocer que no todo lo empezado debe ser terminado nos libera de este peso y nos permite redirigir nuestra energía hacia lo que realmente nos importa en este momento (también podemos cambiar nuestros intereses).

Dejar atrás para ver la luz de nuevos horizontes
Puedes sentir el cerrar como volver una puerta que ya no volverás a abrir. El miedo a cerrar puertas a menudo proviene de la incertidumbre de lo que vendrá después. Cerrarlas puede sentirse como renunciar a posibilidades, aunque muchas veces esas posibilidades son ilusorias. Este miedo está arraigado en la esperanza de que algo más suceda, que algo cambie sin nuestra intervención. Pero mantener puertas abiertas innecesariamente nos inmoviliza y nos deja atrapados en un limbo emocional, incapaces de dar un paso hacia nuevas oportunidades que podrían ser aún más significativas.

“Hay puertas que están mejor cerradas”

“Acabar si hay que acabar, soltar si hay que soltar, no te quedes a medias, en la trampa de la indecisión”

¿Qué es lo que tienes que acabar? Ponte a ello

¿Qué es lo que es mejor que sueltes y no acabas de hacerlo? Proyectos o relaciones. No dejes que te lastren.

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domingo, 24 de noviembre de 2024

Busca lo que te da energía

Estoy lleno de energía por los distintos comentarios que me habéis aportado en respuesta a mi entrada anterior. Las vías de comunicación son muchas, LinkedIn, Facebook, Whatsapp y la tradicional presencial, donde he recibido mucho apoyo para continuar. Me encanta poder establecer un minidiálogo con cada uno.

Alguien me recordaba que el reto no tiene que ser la publicación semanal, sino disfrutar con ella. Disfruto cuando escribo y estoy satisfecho cuando publico, aunque hay veces que me cuesta ponerme. Encuentro energía sabiendo que alguien lo lee, que algo aporto con lo que escribo. Además de encontrar esa energía, me supone satisfacción, alegría e impulso para seguir haciéndolo.

Suelo contar como chiste que, aunque soy deportista, lo que me gusta es haber ido al gimnasio no el ir al gimnasio; ir me gusta y me cuesta a partes iguales. Me gusta el resultado, también disfruto esforzándome en el ejercicio, eso sí, una vez que he empezado, que es lo que más me cuesta. Encuentro la energía al conocer el premio del futuro bienestar, cuando estás en la ducha y te sientes bien.

Llevo más de 10 años escribiendo sobre cómo vivir tu tiempo, que es la vida. Unos 20 dando formaciones de gestión del tiempo. Y tengo claro que realmente el tiempo no se puede gestionar, simplemente va pasando, lo que podemos gestionar es lo que hacemos en ese tiempo y la gestión de nuestro nivel de energía. Tiempo, actividades y energía unidos.

Gestión del tiempo, de las actividades y la energía para estar satisfechos, con lo que hacemos y con lo que hemos hecho. Si elegimos bien lo que hacemos encontraremos más: energía, concentración, creatividad, los resultados que queremos y mayor rendimiento de forma relajada; evitando: el estrés, el esfuerzo excesivo que nos lleva a cansancio y enfados.

Volviendo a la energía, para hacer lo que quieres tienes que encontrar esa energía que te impulsa, que te da claridad y te empuja a avanzar en la dirección que tu quieres. Saber que lo que escribo se lee, me impulsa a seguir, me anima cuando tengo menos ganas, cuando me resulta un poco más complicado, me da energía.

Puedes encontrar energía en el descanso, durmiendo lo suficiente y parando cuando es necesario; en personas vitamina de las que habla Marian Rojas Estapé, con las que estas a gusto y te nutren; en el ejercicio, en la naturaleza y en la buena comida.

Mi fuente de energía hoy

Hoy he tenido un buen día, de los que dan energía. Paseo con buena gente por el campo, con amigos. Conectar con la naturaleza y disfrutar de la compañía recarga el alma y el cuerpo. Almuerzo bien acompañado y siesta reparadora. Puedo decir que he hecho un pleno (naturaleza, amistad, ejercicio, descanso y comida), así que empiezo la semana con los depósitos a tope.

Busca tus fuentes de energía para hacer lo que quieres hacer, para vivir la vida que quieres vivir, para vivir tu tiempo, el que tienes, el que tenemos cada día.

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domingo, 17 de noviembre de 2024

Lo que hago ¿Tiene valor para alguien?

Este año, me propuse escribir una entrada de blog cada semana. Para ponérmelo más fácil lo concreté un poco más y decidí escribir una entrada cada domingo. De momento no voy mal, empezando la semana 47 del año esta es la entrada 48. Estoy contento, la meta de las 52 entradas para 2024 está al alcance.

52 semanas de compromiso - un año. Ya llevamos 47
No todos los domingos es sencillo, no todas las semanas estoy igual de motivado. Aunque el hábito ayuda hay veces que da pereza. Las ideas están en la cabeza, enseguida se me ocurre sobre que escribir, otra cosa es ponerse y hacerlo. Aunque el proceso es simple y conocido, no es fácil ponerse.

Semana tras semana, he plasmado reflexiones, ideas, experiencias, e incluso dudas que me han surgido en el camino. Aunque siento una enorme satisfacción por haber mantenido el compromiso, me encuentro reflexionando sobre una pregunta que probablemente todos nos hacemos tarde o temprano: Lo que hago ¿Tiene valor para alguien?

Para mí ha valido la pena. Este compromiso semanal me ha dado una rutina creativa, me ha permitido reflexionar sobre temas que quizás de otro modo habría pasado por alto. Cada entrada ha sido un pequeño reto que me ha impulsado a mejorar mi forma de expresarme y a ser más consciente de cómo comunico mis ideas. Si bien el objetivo principal era compartir con otros, también ha sido un regalo para mí: el de aprender a través de la escritura.

Más allá de la reflexión personal, la escritura es una forma de conectar, de compartir lo que llevamos dentro con quienes nos leen al otro lado de la pantalla. Sin embargo, muchas veces, esa conexión se siente como una carta lanzada al mar en una botella. ¿Habrá alguien ahí afuera que la reciba? ¿Habrá alguien a quien lo que escribí le haya aportado algo valioso?

Conozco físicamente gente que me lee, muchos amigos y amigas, con los que la entrada es excusa para comentar más profundamente sobre el tiempo, que es la vida. Con otros nos encontramos en las redes y a veces dejáis algún comentario. Por lo que espero que en algo esté contribuyendo. Aun así, me pregunto: ¿A quién y en qué le ha servido?

Creo que, de vez en cuando, es importante hacernos esta pregunta: ¿lo que hacemos está aportando valor? No porque debamos medir todo en términos de utilidad o reconocimiento, sino porque detenernos a reflexionar nos ayuda a ajustar el rumbo y a conectar con el propósito detrás de nuestras acciones. Preguntarnos si lo que hacemos tiene un impacto nos permite evaluar si estamos contribuyendo de alguna forma al mundo, por pequeña que sea, o si hay formas en las que podemos hacerlo mejor. Es un ejercicio de humildad y de intención que nos mantiene enfocados en lo que realmente importa.

Y ahora, te hablo a ti, que me has acompañado, quizás desde el principio, quizás solo en esta entrada. Quiero pedirte algo: dime si alguna de estas 48 entradas te ha servido. ¿Hubo algo que te ayudara a resolver un problema? ¿Alguna idea te hizo pensar diferente? ¿Te sentiste acompañado en algún momento complicado? O tal vez, simplemente, ¿te arrancó una sonrisa? Me encantaría saberlo. Tus comentarios me ayudarán a entender si lo que hago tiene sentido y serán una brújula para saber cómo puedo seguir compartiendo algo de valor en el futuro.

Aún quedan algunas semanas para cerrar el año, y quiero que las próximas entradas sean tan relevantes como sea posible. Así que, si hay algo sobre lo que te gustaría que escribiese, este es el momento de decírmelo.

Gracias por estar ahí, por leer, por formar parte de este pequeño proyecto que me ha acompañado a lo largo de este año. Espero seguir aprendiendo contigo.

Y ahora, te toca a ti: ¿Qué te ha servido de lo que he escrito? Déjalo en los comentarios (en el blog, Facebook, LinkedIn o WhatsApp; que son los medios por los que lo difundo). Esos comentarios serán gasolina que me impulsará a continuar.

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domingo, 10 de noviembre de 2024

Abrumado con demasiadas cosas que hacer, para y pon orden

A veces entro en barrena, con tantas cosas que hacer, no sé por donde empezar, me abrumo, me siento sepultado por las tareas y trato de escapar a cualquier sitio, para no enfrentarme a esa montaña de pendientes. Curiosamente, como cabe esperar, la montaña no desaparece por sí sola.

Tener muchas tareas pendientes puede paralizar e impedir que avances en ninguna. Ante una montaña de cosas por hacer, antes de empezar como pollo sin cabeza, para y organiza.

Con demasiado pendiente se pierde claridad para ejecutar. Es como cuando abres un armario lleno y con tanto no puedes encontrar nada, especialmente si en el armario no hay orden.

Abrumado con demasiados pendientes - falta claridad
No vas a poder hacerlo todo a la vez, así que el primer paso es poner orden, decidir cómo vas a actuar, antes de empezar como pollo sin cabeza. Para eso es necesario parar.

Dedicar un tiempo, sin paralizarte por el análisis. No hace falta ser un extremista del orden, sino ganar en claridad. Ordenar tareas tiene unos pasos, como cuando ordenas un armario.

  1. Hacer una lista completa de pendientes (lo que te está abrumando). Qué es como sacar todo del armario. Sacarlo de la cabeza libera espacio mental y ayuda a pensar con más claridad. Puedes ver el panorama completo y decidir con mayor criterio.
  2. Eliminar lo que no merezca la pena. Seguro que hay tareas que puedes decidir no hacer, sin muchas consecuencias. En su día tenía sentido esa tarea, como en su día tenía sentido guardar algo en el armario que ahora ya no tiene ningún uso. Tirar libera espacio y ayuda a una más fácil organización.
  3. Buscar ayuda, delegar lo que puedas delegar y puede hacer otra persona. En un momento en el que tengas demasiado en el plato seguro que puedes invitar a alguien que tenga hambre a que te quite parte de lo que tienes en el plato. Hay personas que están encantadas de poder ayudar y puedes pagar por esa ayuda, contratar a alguien que se encargue (no podemos hacerlo todo).
  4. Asigna bloques de tiempo para lo que queda, teniendo en cuenta su importancia y su urgencia (si tiene plazo). Programar las tareas da la calma de saber que cada una tiene su hueco. También puede hacerte consciente de que no tienes tiempo suficiente para tanto (que es como no tener hueco en el armario) y tendrás que volver a los pasos dos y tres (eliminar o delegar, en otro o para más tarde). Mejor decidir que es lo que no vas a hacer a que se quede sin hacer lo que es importante.
  5. Respeta tu descanso y recuperación. La primera vez puede que quieras meter demasiadas cosas en poco tiempo. La práctica de la planificación hace al maestro. Al menos tienes un plan para saber por dónde vas.

El realismo tiene su parte de aceptación, puedes darte cuenta de que hoy no puedes terminarlo todo, lo que sí puedes hacer es avanzar en lo importante. Me encanta el cuarto acuerdo del libro “Los cuatro acuerdos” del Doctor Miguel Ruiz: “Haz todo lo que puedas y no más”. Sobre todo, tener presente el no más; darnos cuenta de dónde está nuestro límite.

Ordenar las tareas, ideas y objetivos puede reducir el estrés. Eliminar incertidumbre de hasta dónde vas a llegar. Con un plan claro todo se vuelve más manejable.

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domingo, 3 de noviembre de 2024

La vida se escapa o cambia en un instante

Esta semana está siendo dura en España, especialmente en la zona valenciana. Los próximos meses van a ser difíciles, la vida te cambia en un instante o se te escapa en un descuido.

El lunes todo parecía tranquilo, el martes llegaron intensas lluvias que desbordaron los torrentes. Aguas abajo, donde la lluvia no era tanta, el desastre llegó de manera silenciosa. El agua aparece por los desagües, en lugar de salir por ellos.

En poco tiempo se van llenando los garajes de agua, en las calles, los coches son arrastrados como juguetes. El agua arrastra ramas, hojas y desechos. Los sótanos se convierten en pozas fangosas, trampas para quienes habían bajado a salvar el coche, sin poder imaginar la rapidez de la inundación.

Foto tomada del Heraldo de Aragón (
Desde las ventanas, algunos miran aún sin poderlo creer cómo el agua se lleva lo que encuentra a su paso. Las calles tranquilas se convierten en arroyos cargados de escombros. Ante la fuerza de la naturaleza se extiende un sentimiento de impotencia y vulnerabilidad.

La vida te cambia en un instante, las preocupaciones de la semana pasada parecen tonterías. De hecho, son tonterías frente a la tragedia que enfrenta a la muerte. La vida se escapa en un suspiro, el último suspiro. Algunos amigos, vecinos, personas queridas ya no están. La corriente se los llevó, dejando atrás solo el recuerdo y la tristeza para sus seres queridos.

Después de la tormenta, el verdadero golpe de la tragedia queda claro. En un instante se puede perder todo. Las heridas seguirán sangrando. Esperar ver a los que se han ido, confiar en escuchar su voz, aunque sea para discutir. Lo irreparable de la pérdida, las cicatrices que quedarán.

Aunque el camino sea difícil, de esta salimos juntos. Agradecimiento por la solidaridad, la ayuda, de los que se lanzan a ayudar. Sentimiento de comunidad que lucha codo con codo. Cuando lo público se desborda podemos contar con el vecino.

La verdadera fuerza no es solo física: es la unión de muchas personas decididas a reconstruir, a apoyarse mutuamente y a levantar a quien más lo necesita. La unión que hace la fuerza. No estamos solos, no estás solo ni sola.

Lo perdido duele, especialmente las vidas. Ya nada será igual. En estos momentos difíciles, sentir el apoyo y el acompañamiento, ayuda a mirar hacia el futuro. La presencia de otros no elimina el sufrimiento, pero lo hace un poco más llevadero. No estamos solos en nuestra tristeza.

La vida es frágil, nuestra existencia cambiante. Volverá la rutina y nos sentiremos seguros, casi inmortales. La tragedia nos recuerda que puede desmoronarse lo que damos por sentado, nos impulsa a vivir con lo que hay, cada instante, con cada persona.

Nos prometemos ser más valientes, decir lo que sentimos, abrazar más, preocuparnos menos por lo superficial. No siempre habrá un “mañana” para hacer lo que dejamos pendiente. Ya lo decía Pau Donés, “Vivir es urgente”. No dejes para mañana lo importante.

Recordar que todo puede cambiar en un instante no es vivir con miedo, es vivir consciente. Cada día es un regalo.

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domingo, 27 de octubre de 2024

El día de 25 horas del cambio de hora

Te imaginas los días de 25 horas, una hora más al día para lo que quieras. A veces pregunto ¿Qué harías si tuvieses una hora más al día? Las respuestas más comunes incluyen dormir más, descansar, leer, hacer ejercicio, pasar tiempo con los seres queridos, cocinar con tranquilidad.

Cambio de hora de otoño - creada con ChatGPT

La respuesta revela lo que echamos de menos, lo que sentimos que necesitamos, lo que nos falta.

Pues hoy es el día, estamos en el cambio de hora de otoño. Esta noche cuando daban las tres teníamos que volver los relojes a las dos. Me encantaba cuando era más joven y eso significaba una hora más de fiesta.

Esa hora extra es una oportunidad, tiempo para descansar más, para hacer algo que posponemos o simplemente para disfrutar de una mañana más tranquila. Esta hora disfrutada puede generar emociones positivas, como alivio, relajación e incluso gratitud. Puede generar la sensación de tener un regalo de tiempo, lo cual puede mejorar temporalmente el estado de ánimo.

También pone de manifiesto como la hora de reloj es algo artificial, es una convección social, para llegar todos al cole en un momento determinado o a otras citas. Nuestro cuerpo no sigue inmediatamente ese nuevo horario, necesita unos días para adaptarse.

Quizá esta noche tengamos sueño antes. Si nos íbamos a la cama a las 23, pues a las 22 de reloj el cuerpo estará pidiendo cama, es su costumbre, no le vale que el reloj diga otra cosa. Es un pequeño mini-jetlag de solo una hora. Distinto de cuando cambiamos volando varios husos horarios.

Durante esta transición, algunas personas pueden experimentar irritabilidad, fatiga, o falta de motivación, sintiéndose desorientadas o “fuera de ritmo” en sus actividades diarias. Date tiempo, especialmente si tienes más años, con la edad, la adaptación nos suele costar más.

Con el cambio de horario de otoño, los días se nos hacen más cortos, anochece más temprano, lo cual puede afectar el ánimo. Un recordatorio del invierno que se avecina.

Espero que esta hora extra te haya sentado bien. Yo he dormido un poco más y después, pensando que hoy el día era más largo, he ido más relajado. Al final una hora más no se nota en el día, sigo haciendo más o menos las mismas cosas.

A ver si soy capaz de mantener el horario de verano, irme un poco antes a la cama y seguir levantándome a la misma hora, a leer un rato ¿Cómo piensas tú disfrutar de este cambio de hora?

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domingo, 20 de octubre de 2024

Corre que vuela

"Distintos tiempos, la misma mirada" - imagen cedida por el autor (Gabriel Briones Mardones)


Un poema, regalo de mi amigo Gabi

Por los viejos tiempos, por los tiempos que corren, por los tiempos venideros


Ser un ladrón de tiempo

al tiempo.

 

Apostar para ganarlo

para exprimirlo,

hasta el final.


No dejar las horas pasar para

sacarlo de donde no hay.


Para no perderlo

llegar siempre en hora.


Si ya ha pasado

no mueve relojes,

aunque si pasa,

todo lo cura.


Evitar momentos muertos,

sin matar el que te queda.


Poder disfrutarlo,

sin horarios.


Disponer de él,

sin que corra.


Impedir que vuele

pues oro es.


Abrazarlo para

que no escape.


Aprovecharlo sin restricciones,

para así poder tenerlo,

para ti,

para mi,

para siempre,

el tiempo.


Se volverá una macabra obsesión,

atenazante presión,

desde cuando un buen día,

algún inesperado suceso,

ponga sobre la mesa,

en plato frío y sin cubiertos,

la certeza de que

cada amanecer será uno menos

y que los días están,

ya todos,

contados.


El poema habla por si solo, así que no añado más. “A buen entendedor pocas palabras bastan”. Espero esa próxima publicación de su libro de poemas y de otros más, en los que espero ver esta poesía con su firma.

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domingo, 13 de octubre de 2024

Tanto aprovechar el tiempo nos olvidamos de vivir

¿Sabes que es la cronopatía? Pues es una palabra que al menos mi diccionario de Word no tiene. Me avisa y la subraya en rojo, para que la corrija. Será que se escribe de forma poco habitual.

Hace unos años tampoco era habitual el uso de la palabra procrastinar, casi todo el mundo se dejaba, y se deja, la r después de la c al hablar de la acción de posponer a un futuro de tiempo infinito. Parece que mañana nos va a dar tiempo a hacerlo todo. Al llegar mañana encontraremos la excusa para dejarlo para pasado.

No he encontrado el término cronopatía en el diccionario de la RAE. Si el de procrastinar, como aplazar, posponer, retrasar, postergar, demorar, retardar, dilatar o aparcar. Un montón de sinónimos para un hábito que a veces practicamos.

He escuchado el término cronopatía a Marian Rojas Estapé, propia de gente que necesita estar haciendo cosas y el “no hacer” les genera ansiedad. Podemos decir que es la necesidad del aprovechamiento patológico del tiempo.

Las personas con cronopatía experimentan ansiedad cuando no están haciendo algo “productivo”, ya que sienten que están desperdiciando el tiempo. Esta condición está relacionada con el estrés y la presión social de ser siempre eficientes, sin permitir momentos de descanso o disfrute.

Obsesión por aprovechar el tiempo que genera ansiedad e insatisfacción
Debo reconocer que tengo cierta obsesión con el tiempo. Para mi el tiempo es vida y desaprovechar el tiempo es desaprovechar la vida. Aunque a veces, lo mejor que se puede hacer es “no hacer”, dejar de hacer, parar.

Puedes pensar que para “aprovechar” el tiempo hay que programar cada minuto, cuando hay veces que es mejor fluir con lo que venga, dedicar la tarde a lo que surja, sin prisa, sin estrés, sin programa. Aunque planificar cada minuto puede parecer/ser eficiente, a veces es mejor fluir sin estrés y disfrutar del presente.

El tiempo pasa, realmente no lo gestionamos, no lo controlamos, solo gestionamos las actividades a las que nos dedicamos en ese tiempo, gestionamos la energía que tenemos. Si dejamos que nos dirija la tiranía del reloj podemos pensar que no hacemos lo suficiente, que no aprovechamos el tiempo. Pero ¿Cuánto es suficiente?

Lo importante con el tiempo y su uso es como nos hace sentir. Una afección común en nuestra sociedad es el estrés, relacionada con el ansioso aprovechamiento del tiempo. Obsesionados con aprovecharlo, nos fijamos en lo que no hemos hecho, y eso nos genera ansiedad.

Tanto querer aprovechar el tiempo nos olvidamos de vivir, de disfrutar del momento. Pensando en lo siguiente, en todo lo que tenemos que hacer, perdemos la capacidad de disfrute, de simplemente estar.

Cada uno escoge como aprovechar su tiempo. Se da la paradoja de que la mejor forma de “aprovecharlo” puede ser “desaprovecharlo”. Aprovecharlo para mí desaprovechándolo desde el punto de vista de la sociedad. Voy a aprovechar la tarde del domingo para parar y disfrutar.

Ya no quedan plazas en el curso de gestión del tiempo que empieza el 15 de octubre. Si quieres que te avise para el próximo, puedes escribir a Clara Martínez en (cmcenicerosf@ubu.es).

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