domingo, 23 de febrero de 2025

Tu actitud cambia tu resultado, puedes elegir

Uno de mis primeros trabajos fue en un puesto de cajero en Caja Madrid, en una oficina cerca de la plaza Colón, en Madrid, donde estábamos cuatro personas atendiendo la ventanilla toda la mañana, sin parar. La cola era constante, no dejaba de entrar gente. Entre los clientes había de todo, algunos con prisa y otros con poca paciencia

En mi cuarto día de trabajo un compañero me tenía admirado, atendía a todo el mundo con una sonrisa en la cara, no importaba cuántas personas tuviera delante o lo complicadas que fueran las operaciones, él seguía igual: amable, tranquilo, sonriente y con una actitud envidiable.

No pude evitar preguntarle ese día:

  • ¿Cómo lo haces? ¿Cómo puedes estar siempre tan sonriente y de buen humor?

Me miró, sonrió (una vez más) y me dijo algo que nunca olvidaré:

  • Mira, tenemos que estar aquí siete horas al día sí o sí. Eso no va a cambiar. Así que prefiero pasarlas con una sonrisa y atendiendo bien a la gente; Cuando sonrío me suelen sonreír de vuelta. Si estoy cabreado o con mala cara, no solo hago que el día sea peor para mí, sino también para los demás. Al final del día, me voy a casa más contento y tranquilo, menos amargado y con la sensación de haber hecho las cosas bien.

Un consejo, simple y efectivo, que cambia el impacto en los demás y en el que tiene una buena actitud. La ley de la reciprocidad hace que si tratamos bien a la gente tiendan a tratarnos bien, si sonreímos tienden a sonreírnos. Algo que siempre podemos hacer, elegir la actitud con la cual hacemos las cosas.

Tu actitud cambia tus resultados. Sonríe y te sonreiran de vuelta
No siempre podemos controlar las circunstancias, pero sí cómo reaccionamos ante ellas. Pasar horas en un trabajo que puede ser repetitivo o estresante es una realidad para muchos. Pero vivir esas horas con amargura o con una sonrisa es una elección personal.

Además, una actitud positiva no solo nos beneficia a nosotros. Los clientes lo notan, los demás lo detectan y lo reciben. El ambiente mejora. Y, sobre todo, nuestra salud mental nos lo agradece.

Aquel día aprendí una valiosa lección que me acompaña, que procuro que no se me olvide, que puedo hacer las cosas con buen humor, con una sonrisa. Sin duda hay días difíciles y momentos de frustración, pero si recuerdo sonreír, conectar con las personas desde la amabilidad, todo es mucho más llevadero.

“Una sonrisa no cuesta nada, pero vale mucho”

A veces subestimamos el impacto de los pequeños gestos. Una sonrisa puede desarmar a una persona enfadada, aliviar tensiones o incluso alegrarle el día a alguien que lo está pasando mal. Y lo mejor es que también nos hace sentir mejor a nosotros mismos.

Si tienes que estar en tu trabajo siete horas (o más), plantéate esto: ¿cómo quieres vivir ese tiempo? ¿Desde la amargura o desde la calma? No se trata de forzar una felicidad falsa, sino de encontrar el equilibrio y cuidar de ti mismo mientras haces tu trabajo.

Porque al final del día, como me enseñó mi compañero, te irás a casa más tranquilo, menos amargado y, sobre todo, más en paz contigo mismo. Tu eliges.

El momento publicitario: Vivir tu tiempo de una mejor manera tiene que ver con la actitud. Si vives en Burgos o cerca tienes la oportunidad de reflexionar sobre esto y otras cosas parecidas, lanzo una nueva edición presencial en Burgos del curso de “Gestión de tiempo, gestión de vida”. Máximo 15 personas, empezamos el 3 de marzo, no te quedes sin sitio. Más información en el siguiente enlace

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jueves, 20 de febrero de 2025

Crisis: entre el abismo y la transformación

A lo largo de la vida, todos atravesamos momentos en los que el suelo parece desaparecer bajo nuestros pies: pérdidas, fracasos, dudas existenciales, momentos en los que no sabemos para donde tirar o situaciones que desafían nuestra identidad.

La palabra “crisis”, que recoge el significado de esos momentos, proviene del griego krisis, que significa decisión o cambio. También se ha extendido la idea de que “crisis” en chino se compone de dos caracteres, el primero de los cuales significa “peligro” y el segundo “oportunidad”.

Así que las crisis aparecen en momentos de cambio, externos o internos, y las podemos vivir con un peligro o una oportunidad. La crisis se identifica con períodos oscuros, muchas veces dolorosos, que tienen el potencial de convertirse en catalizadores para un crecimiento profundo.

Ante una crisis, a menudo nos sentimos atrapados en un abismo emocional. El miedo, la ansiedad y la confusión nos invade; nuestra mente solo puede enfocarse en el peligro, donde nos sentimos especialmente vulnerables y sin saber por dónde tirar.

Es fácil quedar paralizados por el miedo, evadir la situación o adoptar actitudes que no nos sientan bien. Reconocer el abismo es el primer paso para salir de él.

La crisis es un momento entre lo que es y lo que puede llegar a ser, es un periodo en el que nos vemos impulsados al cambio, al desarrollo, a dar un paso adelante. Anhelamos el cambio y a la vez el cambio asusta. No queda otra, el cambio es necesario, la crisis hace que seguir igual no sea viable.

“La crisis impulsa al cambio necesario”

La crisis tiene una oportunidad oculta, la transformación. El caos aparente es una invitación al cambio, nos hace cuestionarnos lo establecido y abre a nuevas posibilidades, surge la posibilidad de reinventarnos, de hacer las cosas de otra forma.

“La crisis puede liberar la creatividad”

La transformación no ocurre de inmediato ni sin esfuerzo. Requiere introspección, aceptación y, a menudo, apoyo externo. Es un proceso de reconstrucción interna donde, poco a poco, descubrimos nuevas fortalezas, redefinimos nuestros valores y encontramos un propósito renovado.

Algunas recomendaciones ante la crisis:

  • Aceptar la crisis, ver nuestra parte vulnerable y lo que nos duele.
  • Buscar apoyo de amigos, familiares o profesionales que nos puedan aportar nuevas perspectivas.
  • Practicar la introspección consciente, buscar momentos con nosotros mismos para mirar hacia dentro y entender lo que necesitamos.
  • Abrazar el cambio, ante el obstáculo no queda otra que cambiar de camino, que adaptarnos a lo que es, a la realidad, no a lo que nos gustaría que fuese.

Aunque la crisis puede parecer insuperable también nos impulsa al crecimiento y la transformación. Tu actitud ante las crisis, ante los momentos difíciles, puede cambiar el resultado.

Si estás en crisis puede ser buen momento para parar y reflexionar hacia dónde vas, cómo vives tu tiempo. Si vives en Burgos o cerca tienes la oportunidad de hacer algo al respecto, lanzo una nueva edición presencial en Burgos del curso de “Gestión de tiempo, gestión de vida”. Máximo 15 personas, empezamos el 3 de marzo, no te quedes sin sitio. Más información en el siguiente enlace

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domingo, 9 de febrero de 2025

Optimista o pesimista ¿Ser optimista nos hace ser mejores?

Hoy he estado escuchando una charla de Estanislao Bachrach sobre cómo tomar mejores decisiones. Uno de los asistentes ha dicho que en nuestra sociedad “El pesimismo se ve como algo malo y el optimismo como un gran valor” y ha lanzado la pregunta de si ser optimistas nos hace ser mejores.

A la que ha contestado con un cuento de la India, de una familia que tiene tres hijos a los que mandan a por aceite con una botella.

El primero va a por el aceite, tropieza en el camino de vuelta y se le cae la mitad del aceite. Cuando llega a casa llora y se lamenta amargamente con su madre de haber perdido la mitad del aceite, pide perdón y se preocupa de haber perdido la mitad del aceite.

El segundo va a por el aceite, también tropieza en el camino de vuelta y se le cae la mitad del aceite. Cuando llega a casa se lo cuenta a su madre y se alegra de que ha salvado la mitad del aceite y de las muchas cosas que pueden hacer con ese aceite, se alegra por haber salvado la mitad del aceite.

Al tercer hijo le sucede lo mismo, en el camino de vuelta también se le cae la mitad del aceite. Cuando llega a casa cuenta a su madre que se le cayó la mitad del aceite pero que queda la otra mitad, con esa mitad podemos cocinar y yo voy a hacer lo posible por recuperar la otra mitad.

Podríamos decir que el primero es pesimista y se fija especialmente en lo que perdió; el segundo es optimista y pone atención en lo que tiene, olvidando lo que perdió; el tercero podemos decir que es optimista-realista y pone atención tanto en lo que tiene como en lo que puede hacer para estar en una mejor posición.

Como uno piensa tiene impacto en cómo se siente y esto impacta en cómo actúa. No es lo que sucede sino como reaccionamos ante lo que sucede lo que marca la diferencia en cómo nos encontramos y qué es lo que hacemos.

A todos nos van a ocurrir cosas buenas o malas y también tenemos nuestro papel en lo que nos sucede, aunque no podemos controlarlo todo.

“Lo que hacemos impacta en cómo nos sentimos y los resultados que tenemos”

Podemos buscar excusas y lamentarnos por la situación o ver lo que tenemos y buscar soluciones para obtener lo que queremos y hacer lo que podemos al respecto.

Ser optimista fomenta la resiliencia ante los problemas, la capacidad de enfrentarnos a ellos y no quedarnos paralizados, esperando que lo que hacemos mejore las cosas. Nos anima a perseguir nuestras metas con confianza. Aunque también, cuando tenemos un optimismo excesivo, puede hacer que confiemos en la suerte de forma poco realista y no hagamos lo que nos conviene.

El pesimismo puede ayudarnos a prevenir problemas, preparándonos para ellos. Un amigo me dice que lo que aporta a los proyectos es pesimismo, detectar lo que puede ir mal para solucionarlo. Este es un pesimismo activo, que busca soluciones, aunque es probable que te prepares para muchas cosas que terminan por no ocurrir.

También encontramos el pesimismo pasivo, relacionado con lo que los psicólogos llaman “la indefensión aprendida”, suponiendo que no podemos hacer nada, nos quedamos parados y solo nos lamentamos como víctimas, en lugar de buscar soluciones.

El pesimismo pasivo solo lleva a lamentaciones, el activo busca soluciones y previene problemas. El optimismo extremo hace que lo confiemos todo a la fortuna. Lo más adecuado parece ser practicar un optimismo realista, ver el lado positivo con una visión consciente de las dificultades, confiar en que nuestros esfuerzos darán sus frutos.

Hay quienes se quejan de que no tienen tiempo, en lugar de ver que todos tenemos el mismo, 24 horas todos los días. Son precisamente los que más se quejan lo que creen no tener tiempo para aprender a aprovecharlo mejor. Nunca es tarde para reflexionar sobre este tema y aprender nuevas habilidades, si vives en Burgos o cerca tienes la oportunidad de hacer algo al respecto, lanzo una nueva edición presencial en Burgos del curso de “Gestión de tiempo, gestión de vida”. Si quiere apuntarte, serán 8 lunes, de 18 a 20, empezando el 3 de marzo. Más información en el siguiente enlace

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lunes, 3 de febrero de 2025

¿Cuándo es tarde? Nunca es tarde (o sí)

La vida no deja de sorprendernos y si estamos abiertos podemos aprender y disfrutar cosas nuevas. Este fin de semana he estado en Palma de Mallorca, me fui a la presentación del libro de poemas “Versos abuhardillados” de mi amigo Gabriel Briones.

Imagen inspirada en la firma de libros tras la presentación
La poesía nunca me había enganchado, las clases de lengua y literatura las sufría más que disfrutarlas y es posible que eso me alejase de las letras. Recuerdo todavía algún poema que me hicieron aprender de memoria.

Tuve la suerte de llegar por la mañana, con Javier Revilla, otro amigo al que llamamos “el poeta”, que iba a hacer de maestro de ceremonias. Pasé unas horas acompañando los preparativos y rodeado de poesía, mientras veía como escogían de entre diversos autores que les habían influenciado. Ahí me enganché a lo que oía, pude ojear y leer por mi cuenta algunos libros y puedo decir que he leído más poesía en estos cuatro últimos días que en los 50 años anteriores (como supondréis no había leído mucha). Aquí tengo a mano un libro con una antología poética de Roger Wolfe.

Esto me lleva a reflexionar sobre las creencias que muchas veces nos limitan. Con la creencia de que la poesía no me gusta me he privado de ella muchos años, teniendo al lado a amigos que me podían enseñar a disfrutarla y orientar sobre su lectura.

También pensamos que no podemos hacer ciertas cosas porque no somos “expertos” o porque alguien, en algún momento, nos hizo creer que no seríamos buenos en ello. Yo no era muy bueno escribiendo, tampoco sé si lo soy ahora, aunque me permito escribir y lo disfruto.

Cuando nos atrevemos, cuando nos lanzamos a hacer algo simplemente por el placer de hacerlo, ocurre algo maravilloso: disfrutamos, aprendemos y crecemos; al menos me gusta pensar así.

Hay quienes dicen que te haces mayor cuando dejas de aprender. Yo prefiero pensar que la juventud del espíritu se mantiene mientras sigamos abiertos a nuevas experiencias. Con el paso del tiempo, tenemos la oportunidad de redescubrirnos y de encontrar placer en cosas que antes ignorábamos.

Podemos sorprendernos a nosotros mismos disfrutando de una pintura cuando alguien que sabe del tema nos comparte su visión. Lo mismo sucede con la poesía: es más fácil apreciarla cuando estás con alguien que la ama y te muestra cómo encontrar esas sutilezas que antes te pasaban desapercibidas. Así que para aprender y disfrutar de cosas nuevas viene bien encontrar la buena compañía.

La clave está en estar dispuestos a aprender de los que saben, de los que disfrutan. Esto se puede aplicar a casi cualquier cosa: el campo, la vela, o incluso algo que ni siquiera imaginabas que podía interesarte ¿De qué te estás privando que quizás disfrutes?

Hoy me doy cuenta de que las nuevas experiencias no tiene edad. Solo necesitamos la voluntad de abrirnos a lo desconocido y dejar de lado esas creencias que nos atan. Porque la vida, en cada una de sus facetas, siempre tiene algo nuevo que enseñarnos.

Recuperar la niñez, la mentalidad de las primeras veces, la ilusión por cada momento, como este fin de semana veía a Lara, la hija de Gabi, de cinco años, llena de energía, con la ilusión de ir probando.

Nunca es tarde para empezar a vivir tu tiempo, tu vida, como tú quieras. Lanzo una nueva edición presencial en Burgos del curso de “Gestión de tiempo, gestión de vida”. Si quiere apuntarte serán 8 lunes, de 18 a 20, empezando el 3 de marzo. Más información en el siguiente enlace

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