¿De qué
depende quién eres, lo que eres, tu situación actual? De la herencia genética (responsables
tus abuelos), de tu educación y de las experiencias infantiles (responsables
tus padres), del entorno (responsables tus amigos, tu jefe, la crisis…) o de
tus elecciones (responsables tú mismo).
Si la
situación no es la deseada resulta fácil echar balones fuera, culpar a otros
¿Cómo voy a ser yo el culpable? ¿El responsable? Si te responsabilizas te
conviertes en protagonista; si la
responsabilidad está fuera te sientes víctima, de la genética, de la educación o
de las circunstancias. Responsabilidad es responder +
habilidad, es la habilidad para escoger la respuesta que damos a un evento
dado.
Ser
reactivo es reaccionar automáticamente a los estímulos, si me dicen algo que no
me gusta me cabreo y grito o me pongo a llorar. La amígdala, la parte del
cerebro más primitiva toma el control, el denominado secuestro amigdalar, luchamos
o huímos.
Entre
estímulo y respuesta siempre hay un hueco, un instante, que nos permite parar
la reacción automática y ceder el control a la decisión consciente. Es la vieja
receta de contar hasta 10 antes de explotar cuando te sientes iracundo, esperar
al día siguiente antes de escribir ese correo incendiario, con una emoción más
calmada.
Personas
distintas, ante las mismas circunstancias, reaccionan de manera distinta, unos
pueden hundirse y otros percibirlas como un reto. Las circunstancias pueden ser
nefastas, como las que describe Víctor
Frankl, en su obra “El hombre en la
búsqueda de sentido”, donde observa las diferencias de actitud en un campo
de concentración; esa distinta actitud lleva a distintos resultados. Nuestra
última libertad es la de elegir la actitud con la que nos enfrentarnos a nuestras circunstancias.
Ser
proactivo es tomar la iniciativa,
ser responsable de nuestra propia vida. Eso pasa por estar convencido de que tú
creas tu futuro, que has creado tu presente, que sientas como tú influyes en tu
vida. Nuestras elecciones nos llevan a nuestra situación.
Para la
proactividad es necesario saber qué es lo que se quiere hacer, si no lo sabemos
seguimos al rebaño, hacemos lo que otros hacen o lo que otros quieren que
hagamos.
Nuestra
conducta es función de nuestras decisiones, no de nuestras condiciones, que el
día esté nublado no justifica nuestro comportamiento. La proactividad es capacidad de elegir, elegir lo que
queremos, elegir nuestras acciones hoy que nos llevan a los resultados de
mañana. Elegimos nuestras acciones y aunque no elegimos las consecuencias somos
responsables de ellas.
Tengo que
elegir a qué dedico el tiempo para ser efectivo (ser eficaz de manera
sostenible) y para ello puedo tener en cuenta la oración de la serenidad,
atribuida a Reinhold Niebuhr: “Señor, concédeme serenidad para aceptar todo
aquello que no puedo cambiar, fortaleza para cambiar lo que soy capaz de
cambiar y sabiduría para apreciar la diferencia”
Puedo
estar preocupado por algo, sobre lo que no tengo influencia, entonces para qué
preocuparse. También me puedo preocupar por algo que no ha ocurrido, pre-ocuparme,
ocuparme por anticipado, por si acaso; en muchas ocasiones lo que me preocupa
no ocurrirá.
Es
diferente si en lugar de preocuparme me ocupo, me ocupo de las cosas sobre las
que puedo hacer algo. Cambio mi discurso del yo soy así, no puedo hacer nada,
el tengo qué o lo que haces me enfada a puedo cambiar en cada instante, vamos a
ver lo que se puede hacer, quiero hacer.
Esta
entrada está inspirada en el primer hábito propuesto por Stephen Covey en el libro “Los 7 hábitos de la gente altamente
efectiva”, SER PROACTIVO. Me encuentro en el proceso de un curso inspirado en
el libro y la tarea de esta semana es trabajar este primer hábito.
Te
propongo un desafío, 30 días de proactividad: poner compromisos y cumplirlos,
entrar en el círculo de influencia (sobre lo que puedes hacer) y salir del de
preocupación (cuándo no puedes hacer), ser luz y no juez, modelo y no crítico.
Puedes practicar en familia, con los amigos, en el trabajo… La repetición es la
base del hábito, como ponía de manifiesto en la entrada "el hábito no hace al monje ¿O sí?"
Como
regalo final un cuento sufí que el formador, Augusto Gonzalo, compartió con nosotros
en las jornadas presenciales del curso, del tigre que se creía oveja.
Tras pensar un poco en los conceptos reactivo y proactivo que aquí nos explicas, y aunque el texto es prácticamente ambiguo sin llegar a posicionarse moralmente en que es mejor si ser reactivo o proactivo, sí que me queda una clara sensación de que lo normal es tender a pensar que ser proactivo es una opción mucho mejor, mucho más madura.
ResponderEliminarCuando dices que “es fácil echar balones fuera” cuando la situación no es la adecuada y así culpar a otras cosas de nuestros resultados es totalmente cierto.
Si bien creo que muchas veces en ciertas circunstancias hacerte a ti mismo responsable de una derrota, es decir tomar una actitud proactiva puede ser muy perjudicial, me explico, yo puedo plantearme un reto, y poner todos los medios que me sea posible para conseguirlo, sin embargo aunque este perfectamente cualificado para superar el reto no lo consigo por unas circunstancias determinadas, ajenas a mí.
Un ejemplo podría ser una persona que se prepara para superar el carnet de conducir y que tras innumerables prácticas sabe conducir perfectamente, pero cuando llega el día del examen, llueve y eso hace que se empavone el cristal, lo que le resta visibilidad, lo que se suma a que esa mañana se le acabo el líquido de las lentillas y no ve todo lo bien que acostumbra a ver, por lo que al final suspende el examen.
Bien esa persona que ya ha puesto todos sus esfuerzos tiene que hacer un análisis final tras el examen, y si se responsabiliza a si mismo, es posible que no se vuelva a presentar, perdiendo así la posibilidad de haber tenido el carnet, lo cual ha ocurrido sencillamente por mala suerte.
También hay muchas veces que ser proactivo puede volver a ser perjudicial,hay oportunidades que pasan, y tardan en volver a hacerlo.
Otro ejemplo de esto podría ser, un emigrante que se encuentra en un país donde su dominio de la lengua es bastante vago, y está en el primer mes buscando trabajo como loco, y tras terminar su día de entrega de currículums (ya se le han acabado todos los de la mochila) se dirige a su casa, y entonces ve como en un establecimiento cuelgan un papel en el que requieren empleados para incorporación inmediata.
Bien esa persona tiene dos opciones, reaccionar de manera reactiva es decir, necesita el trabajo, están poniendo un cartel, entro y pido el trabajo (que es lo primero que me sale), o reaccionar de manera proactiva ir a casa reimprimir más curriculums y volver al día siguiente con el currículum y la historia que cuenta para venderse bien preparada ( es como en el ejemplo del e-mail el que espera un día antes de mandar el contenido incendiario), y aquí es donde llega el problema, ninguna opción es mejor que la otra, simplemente dependen de las circunstancias. Puede que decida ir mañana mejor preparado o puede que se arriesgue, pero claro puede que mañana cuando vaya el trabajo ya este cubierto y la oportunidad se halla esfumado, con lo cual ser proactivo ha sido perjudicial.
Ortega y Gasset dijo «Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo», y es que al final por mucho que nos pese muchas de nuestras decisiones dependen del momento en el que se toman, en otra de las entradas he leído algo así como que “hay personas con las que ir deprisa es ir más despacio” y en el resto de cosas de la vida puede pasar lo mismo.
Al final lo que quiero decir poniendo todo este royo que tal vez no hayas ni llegado a terminar de leer (muy probablemente) es que al final no se trata de lo que como dices en el título de si “proactivo o reactivo” sino de que cuanto de reactivo o de proactivo tienes que tener, donde está tu mezcla ideal, ya que muchas veces engañarse y echar balones fuera es bueno si eso te hace seguir con tus metas.
Y que conste que todo esto lo escribo no como critica ni mucho menos, sino como admiración de lo que leo por aquí, y ya que estamos pues buscarle un poco tres pies al gato.
Y ahora voy a seguir con unas buenas linking expressions que miraba antes de ver este blog y que necesitaré para el examen que tengo en un mes! Así que el reto que has propuesto me viene perfecto!
Mucho texto
EliminarXD
EliminarGran aportación y por acompañar tu reflexión comentar que el primer hábito a adquirir (para Stephen Covey) es ser proactivo, tomar nuestras decisiones y no dejarnos llevar por las situaciones.
ResponderEliminarLa historia del carnet de conducir, lo que haces no garantiza tus resultados, te responsabilizas de tus acciones, no de los resultados. En cuanto a esto me gusta el enfoque del libro de los cuatro acuerdos de Miguel Ruiz, recogiendo la sabiduría Tolteca; el cuarto acuerdo es “Haz siempre lo máximo que puedas”. (Libro muy recomendable, con otros 3 acuerdos para disfrutar más plenamente de la vida).
En cuanto a la historia del trabajo, creo que sería proactivo entrar ese mismo día o volver al día siguiente con el currículo. En los dos casos hay un espacio entre el estímulo y la respuesta, no se actúa en automático. Otra cosa sería actuar en automático, de forma reactiva y por ejemplo pensar ¡¡¡A la mierda, ya he entregado muchos currículos hoy!!! Y no pasar ni hoy ni mañana.
Lo que puedes haber leído en la entrada “poner primero lo primero” es “Con las personas en muchas ocasiones ir deprisa es ir despacio”: la reflexión es que si pretendes acabar con una diferencia de opiniones en cinco minutos, con presión de tiempo, probablemente no lo consigas; si quieres establecer una buena relación en 15 minutos será difícil, es complicado programar en las relaciones con las personas.
Suerte con el examen
Mucho texto
EliminarMe pareció interesante y bien explicado. Muchas gracias. 🤓🎈
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