Hace unos meses estaba quejica, enfocado en lo que me molestaba, en las dificultades, en mis bloqueos. Recordé la campaña “un mundo libre de quejas”, impulsada por Will Boden, con su reto de 21 días sin quejarse. En el reto, cada vez que te quejas, criticas o murmuras, tienes que cambiarte una pulsera de brazo, hasta que consigas encadenar 21 días sin cambiarte la pulsera.
Parece
fácil, tendemos a ver más lo que se quejan los demás que nuestras propias quejas.
Pensamos que somos positivos. Estar todo un día sin quejarse es complicado,
imagina lo que son 21 días, acostumbrarse a no quejarse.
Con el
recuerdo en mente de lo que leí y experimente hace unos años con la campaña para
liberarnos de la queja propia me propuse experimentarlo de nuevo.
Al
quejarnos nuestra mente se enfoca en lo que está mal, nos tensamos y nos
estresamos. La queja nos sienta mal, aunque creamos que nos libera. Es mucho
más sano y productivo enfocarte en la
solución que en la queja.
Un
consejo que me dieron cuando aprendí a conducir. Enfócate en el hueco por donde vas a pasar, no en el obstáculo. Si te fijas en el obstáculo, vas hacia él. Enfocarte
en lo que quieres conseguir, en el objetivo. Quejarse es enfocarse en lo
contrario, en lo que no queremos, en
lo que vemos mal.
Cuanto
más te quejas más presente se te hace lo que está mal y menos energía tienes
para enfocarte en lo que está bien y en el objetivo o la solución.
Si te
acostumbras a la queja, te vuelves adicto a ella, tu cerebro va buscando más
cosas de las que quejarte, así puedes entrar en las famosas competiciones de a ver quién se queja más,
a ver quién está peor, que no sientan bien a ninguno de los participantes.
Puede
que tengas relaciones basadas en la queja, gente con la que te juntas para
quejarte sin buscar soluciones, quizá hasta sin darte cuenta. Eso te aleja de
las soluciones y de lo que quieres.
Los quejicas
atraen a los quejicas. Es más fácil no quejarse estando rodeado de ciertas
personas. Si te rodeas de quejosos tiendes a quejarte. También si te quejas atraes las quejas de los demás.
Nuestras quejas, sin propuesta de solución, hieren al otro y también a nosotros |
En
general, preferimos estar con gente positiva, que no esté todo el día quejándose.
Lo mismo les pasa a los demás, normalmente no les gusta nuestra versión
quejosa. Es cansado y consume energía escuchar las quejas de otros. La queja nos resta energía a nosotros y a
los que nos rodean.
Puedes
pensar que quejarte de lo que ha hecho otro es la mejor forma de que cambie su
comportamiento. Normalmente tiene el efecto contrario, se enfada, se defiende y
persiste en su comportamiento para afirmarse. Cambia con el ejemplo y el
aprecio de lo que hace bien, no por la crítica y la queja.
¿Para
qué quejarse de lo que no se puede cambiar? Como por ejemplo del tiempo, quizá
creemos en la magia de que si nos quejamos hará un tiempo que nos guste más ¿Esta
queja lleva a algo positivo?
Cambiar
la queja por el enfoque en la solución. Se enfoca en la solución, por ejemplo,
decir al camarero “por favor, me puede calentar la sopa, está fría”. Esto es
muy distinto de decir a quien te acompaña “menuda mierda de sopa, está fría”.
En el segundo caso no sirve para solucionar el problema, simplemente sirve para
enfadarnos.
Si
hablas de lo que quieres en lugar de quejarte, la gente querrá trabajar y estar contigo. Hablar de cómo solucionar
el problema en lugar de quejarte y de cómo será cuando se haya solucionado.
Librarse
de la queja nos hace más felices y hace más felices a los que están con
nosotros, mejora las relaciones. Sin
quejas tendrás un impacto positivo en tu familia y en los que te rodean.
Mis
palabras son poderosas y tengo la responsabilidad de escogerlas sabiamente.
Conseguir algo positivo con lo que digo.
Pasados
unos meses, con menos quejas y más foco en lo que quiero, avanzo más, estoy más
contento y satisfecho al final del día, tengo más propósito y mejor visión.
También me rodea y me rodeo de gente más positiva, mis relaciones han mejorado.
Me ha sentado bien.
Dejar
la queja me parece un gran reto con consecuencias muy positivas. Simple,
efectivo y no tan fácil como parece ¿Quieres probar? Te reto a dejar de
quejarte.
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