Cuantas
veces hemos oído “He suspendido el examen porque he tenido mala suerte” o
“porque he tenido un fallo tonto” o “porque no he tenido suficiente tiempo para
prepararlo”.
Hay
una frase que se atribuye a numerosos deportistas que dice “cuanto más entreno,
más suerte tengo”. Parece que la suerte se consigue entrenando, preparándote.
En
ocasiones se va posponiendo la hora de ponerse a estudiar, con la sensación que
todavía queda mucho tiempo. El tiempo pasa, el examen se acerca y ya, cuando no
queda otra opción para evitar el desastre, comienza el estudio.
El
famoso dejar para luego, posponer, procrastinar. Mucho más fácil ahora
encontrar entretenimientos, en el móvil, internet, la televisión o la nevera.
Hasta que encuentras la fuerza de voluntad o la motivación para empezar.
El
motivo aparente es que ya no hay otra opción, o te pones o el fracaso está
garantizado. Con tan poco tiempo, si suspendes, ya no es que seas torpe, es que
no empezaste a tiempo, salvas tu autoimagen, tu sensación de capacidad. Algo
sales ganando cuando pospones.
Los
resultados no se dan por casualidad, se dan por causalidad. Una pequeña
variación entre las letras “s” y “u” que supone una gran diferencia. Los
resultados, la buena o mala suerte, se da por lo que hacemos, por cómo nos
preparamos.
Si
estudias, sueles tener suerte en los exámenes (mucho más difícil si no
estudias). Generas la base de conocimiento para seguir aprendiendo, es más
fácil aprender a multiplicar cuando sabes sumar. Además, adquieres el hábito de
estudio, lo que consolida tu buena suerte.
¿Qué
hábitos te llevaran a la suerte que quieres?
Decía
Pablo Picasso “Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando”.
Cuando la oportunidad llegue, que te encuentre preparado, podrás decir ¡Qué
suerte que llego esa oportunidad! Si no te preparas dirás, ¡qué mala suerte que
llega esta oportunidad cuando no estoy preparado!
La
suerte la creas, con tus acciones de hoy creas tus resultados de mañana. Con un
resultado positivo es más fácil el siguiente, es más fácil ir encadenándolos.
Lo que
he escrito es de sentido común, nada difícil de entender. Aunque no es práctica
común.
Si no
obtienes resultados, en lugar de quejarte y echar balones fuera, para, observa,
reflexiona y decide que puedes hacer para mejorarlos, que puedes hacer para
aumentar tus probabilidades de suerte.
Si
sigues haciendo lo mismo seguirás obteniendo lo mismo. Si quieres cambiar tus
resultados, cambia lo que haces.
Lo que
hemos contado para los exámenes sirve también para los proyectos que tengamos
entre manos. Incluso para aquellos que tenemos aparcados. Decide por donde
empezar y ponte a ello.
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