Cuando
escribí “con las ganas” una amiga me comentó que faltaba el tercer paso, agradecer y aceptar lo que ya tienes.
Muchas veces no hace falta salir a
buscar lo que quieres porque, si prestas atención, pones conciencia, ya está
contigo, aunque quizá no te has dado cuenta.
Con
la ansiedad de nuevos objetivos o necesidades vivimos en la carencia, centrados
en lo que nos falta y en realidad ¡tenemos
tanto! Cuánto tiempo dedicado a perseguir ideas, cosas, sueños que pierden
su importancia cuando se alcanzan.
En
momentos de calma, tranquilos, abiertos a apreciar lo que tenemos, disfrutamos
de lo que encontramos, vemos, olemos, sentimos. El sol sale y se pone todos los
días y solo algunos días apreciamos la puesta de sol, las estrellas, el color
del cielo o el aire que nos da en la cara ¿Dónde vamos tan rápido cuando nos
perdemos todo esto?
Cuando
conectamos con nosotros mismos también conectamos con lo que nos rodea, con la
naturaleza, con el sabor de una comida, disfrutando de un trago de agua y
especialmente de las personas que nos acompañan, con las que tenemos la suerte
de compartir.
Puesta de sol en la playa de los Locos (Suances) |
No
hace falta esperar a qué nos falte la salud, la comida diaria, el cobijo, los
amigos, para hacer aprecio y celebrar lo que SÍ tenemos, lo que damos por
sentado.
Todos
los días podemos dar gracias por muchas
cosas. Un ejercicio interesante y poderoso es escribir un diario de gratitud, dedicar cinco
minutos cada día a dar las gracias por lo positivo que hayamos vivido y que
tengamos. Cinco minutos diarios ponen el foco de atención en eventos y
situaciones amables y agradables, mejora el humor y es una de las palancas de
la psicología positiva, que se centra en lo que va bien en lugar de poner el
foco en lo que parece malo o patológico.
El
ser agradecido y practicar el agradecimiento tienen beneficio en sí mismo, es
un ejercicio que nos ayuda a encontrar lo positivo y constructivo en nuestra
vida, nos impulsa a las actividades y relaciones que sentimos gratificantes y
nos motiva a seguir disfrutando de lo cercano. Podemos encontrar la belleza de
lo cotidiano, en cada cosa, prestando atención, como enseña el mindfulness.
Te
propongo que durante dos semanas dediques cinco minutos a agradecer lo bueno
del día, encontrar lo que te hace sonreír. Es probable que te des cuenta del
disfrute de las cosas sencillas, esas que están y no hay que perseguir con solo
prestar atención. Prueba, después igual quieres continuar más tiempo y que se
convierta en un hábito.
Espero
que puedas disfrutar de los colores de la naturaleza en otoño, de bonitos
atardeceres en buena compañía, de los olores de la comida y de las pequeñas experiencias.
Y
gracias compañera por recordarme la importancia de agradecer 😊.
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