domingo, 22 de marzo de 2020

Duelo por la pérdida


Hace diez días vivíamos en otro mundo, otra realidad, con otras preocupaciones y ahora somos conscientes de que el mundo no volverá a ser igual. Hemos perdido mucho, en el peor de los casos a seres queridos, y todavía estamos en la mitad de la crisis.

Ante tanta pérdida, la semana pasada hablaba de la aceptación de lo que no podemos cambiar. Esta aceptación no es ni fácil ni automática, para llegar a ella atravesamos distintas fases, aunque no todos pasamos todas ni las sentimos con la misma intensidad.

Son las fases del duelo, que cada uno vivimos con distinta duración y consciencia, algunas veces intentando huir de la rabia (ira) o de la tristeza, a veces cerrando los ojos y no queriendo ver lo que está pasando.

Según Elisabeth Kübler-Ross, experta en la materia, con libros muy recomendables para estos días, las fases del duelo son:
  1. Negación: no queremos ver la pérdida, no puede ser cierto, negamos la realidad, actuamos como si no estuviese pasando.
  2. Enfado, rabia o ira: lo vemos como una injusticia, volcamos nuestra rabia contra algo o alguien que lo ha hecho mal, buscamos culpables y a veces hasta nos culpamos a nosotros mismos. Estamos enfadados con el mundo.
  3. Negociación: intentamos buscar soluciones, formas de encarar la pérdida, podemos fantasear con que no ha ocurrido, con que todo tiene solución.
  4. Tristeza: que si va al extremo nos puede llevar a la depresión. Apatía, sin ganas de hacer nada. Podemos estar pasando estos días en casa, metidos horas en la cama, sin ganas ni de movernos y solo con ganas de llorar.
  5. Aceptación: la hora de seguir adelante, de aceptar eso que no podemos cambiar, de adaptarnos a la nueva realidad.

Foto tomada de https://zoraidarodriguezvilchez.es/

Las etapas no siempre son lineales, no se dan en el mismo orden, podemos empezar por la rabia, pasar un rato en la tristeza e irnos a la negación. Además, podemos repetir y volver a pasar por la rabia, aunque ya habíamos estado allí ayer y hoy estábamos en la tristeza. Pasar del lloro al cabreo y de ahí a evadirnos con chistes. La experiencia que estamos viviendo es dura y cada uno lo lleva como puede.

En este duelo conjunto de todos, cada uno estamos en distinto momento y podemos discutir con los cercanos, cuando unos están en la negación y otros estamos en la rabia. Con alguien nos tenemos que enfadar y lo hacemos a veces con los de más cerca, aunque no tengan ninguna culpa. O decimos el consabido no llores, pues a algunos les viene bien llorar.

Y aunque el coronavirus es de todos, no todos vivimos la misma realidad. No es lo mismo para los que estamos “cómodamente” en casa que para los que están en primera línea, en urgencias, en las UCIs. No vemos lo mismo y no arriesgamos lo mismo. Es momento de reconocimiento y respeto. También de transitar el miedo, de los que allí están, y de los que los queremos y estamos a la expectativa. Casi se me saltan las lágrimas de la impotencia, de la tristeza de no poder hacer más.

Las pérdidas se viven mejor acompañados, ahí están los ritos de despedida de los seres queridos, cuando al funeral vienen familiares, amigos, vecinos, compañeros. Y hasta eso hemos perdido en ocasiones, hasta el extremo de que tenemos que despedirnos de nuestros seres queridos casi en privado (un abrazo desde aquí Fernando), con los funerales restringidos a los más cercanos.

No podemos recibir la compañía física, ni los abrazos piel con piel, lo que a veces más reconforta en los momentos duros, el simple acompañar, sin decir nada, cuando sobran las palabras.

Conocer que el duelo es un proceso, con sus fases, me ayuda a entender un poco, que está y estoy pasando, que para mí es importante. Dicen que el duelo es para adaptarse a las pérdidas, es la forma que tenemos de aprender a vivir de otra manera.

En estos momentos tengo muy presente una historia, la historia del anillo del Rey, vivo en la confianza de que esto también pasará y sin duda hay que pasarlo.

¡Cuidaros mucho!

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