Si no tienes claro que quieres hacer, el día se te escapará entre las manos, el tiempo pasa sin darte cuenta.
Demasiado
que hacer, sin tiempo suficiente para hacerlo, sin plan, puedes ir saltando de
una cosa a otra, sin hacer nada. No puedes hacerlo todo, sí puedes avanzar en
lo más importante para ti, que es lo que tú decidas.
La
herramienta más sencilla y eficaz para dedicar el tiempo a lo que quiero, sin
dejar que se me escape, es el plan diario. Decidir qué quiero hacer y cuándo.
A
planificar se aprende con la práctica. Para hacer un buen plan, realizable,
tienes que conocerte, saber lo que sí eres capaz de hacer, partir desde dónde
estás. No puedes planificar correr 20 kilómetros un día si nunca has corrido, o
estudiar seis horas si nunca lo has hecho.
“No
puedes hacer más de lo que estés preparado para hacer”
Encontrar
el equilibrio entre planificar y hacer. El que se pasa el día planificando y nunca
haciendo es un soñador cuyos sueños nunca se cumplirán. El que hace sin pensar
es un pollo sin cabeza, que en ocasiones conseguirá cosas, pero va de un lado a
otro sin saber muy bien a dónde va.
El
plan del día se puede hacer en cinco minutos, no hace falta más tiempo. Mejor
el día anterior y levantarte ya preparado. Te preparas tú y si quieres contar
con otros, quedar con otros, será más fácil cuanto antes se lo propongas.
No
hace falta que planifiques cada instante, quizá solo una parte del día, esa
parte dedicada a lo importante ¿Para qué te gustaría tener tiempo hoy? Y
reservar ese tiempo. Con la práctica sabrás cuánto tiempo te lleva cada cosa y
resultará más fácil hacer el plan.
Si
planificas cada instante es probable que, con los imprevistos, no podrás acabar
lo planificado. Irás arrastrando cosas de un día a otro, lo que desmotiva y
hace que no te sientas capaz de hacer lo planificado.
Con un
plan ya es “sólo” seguir el hilo del día, aunque no es fácil y si te desvías,
al menos sabrás cuánto y por dónde te estás desviando.
El
plan facilita su revisión (revisar diariamente ayuda a mejorar) y permite analizar,
para hacer una mejor planificación al día siguiente:
·
¿Qué ha ido bien? ¿Qué ha ido mal? ¿Por qué?
·
¿Qué hubiese necesitado más tiempo hoy?
·
¿En dónde se me ha escapado el tiempo?
·
¿Qué actividades podía haber dejado de hacer o
haber delegado? ¿A quién?
También
podrás descubrir al revisar si tú controlas tu tiempo o dejas que alguien o
algo lo controle por ti. Ese algo puede ser el móvil, la socialización excesiva
(charla innecesaria), actividades menores, aunque agradables, que te alejan de
lo que quieres.
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