jueves, 3 de febrero de 2022

No somos inmortales

Me acabo de enterar de que ha muerto un compañero del Colegio Mayor. Compartimos 5 años de residencia en Madrid. Apasionado por la música, continúo viviendo su pasión durante muchos años, no lo dejó para más adelante.

La definición de joven de mi abuelo era de su edad para abajo; todo el que tenía menos años que él era joven. Creo que es una definición compartida por muchos, todos los de menos edad que nosotros nos parecen jóvenes, aunque ya tengan la edad de jubilación.

Esa definición hace que sigamos pensando que nos quedan muchos años por delante, algo totalmente incierto. Solo podemos estar seguros de que cada vez nos queda menos para la muerte.

El tiempo de vida es algo curioso, todos los días tenemos 24 horas, todas las semanas 7 días. Ese tiempo que pasa nunca vuelve, no se ahorra. Es uno de los mejores regalos que podemos hacer, nuestro tiempo, nuestra atención, nuestra energía.

Leí hace tiempo, ya no sé dónde, que “vivimos como si no fuésemos a morir nunca, para morir como si nunca hubiésemos vivido”. Conscientes de nuestra mortalidad, saboreamos cada momento, cada instante, cada oportunidad. Vivir cada ocasión como si fuese la primera, con mente de principiante y vivir también como si fuera la última.

Cuántas cosas dejamos para más adelante, para cuando acabe de estudiar, para cuando me compre casa, para cuando tenga puesto fijo, para cuando se independicen los niños, para cuando me jubile… Resulta que ese más adelante puede que nunca llegue. Otra forma de posponer, de procrastinar, cosas que son importante.

Hace ya tiempo leí el libro “32 maneras de saber que estás muerto”. Nos habla de los muertos en vida, aquellos muertos a los 30 y enterrados a los 80, zombis de la vida cotidiana, que te cruzas cada día, sin pasión, sin motivación ni energía. Esperando para empezar a vivir.

La pandemia con la que convivimos desde hace dos años nos ha hecho más conscientes de la muerte, se han ido muchos. Aunque con tanto miedo que arrastramos, no se si nos está permitiendo vivir o nos tiene acurrucados en una esquina, sin relacionarnos, esperando.

Para mi la muerte está conectada a la vida, saber que voy a morir me hace saborear la vida. Me interpela a no dejarla para más adelante, vivir ahora, arriesgarme ahora si es necesario.

Recordar mis sueños de niño, de joven que cree en la utopía, me impulsa a vivir. Cuantas cosas que parecían imposibles se han conseguido.

Preguntas que remueven, que ayudan ¿Qué harías si supieses que te quedan 5 años de vida? ¿Si te quedan 5 meses? Y ¿Si te quedan 5 días? Preguntas que permiten ver lo importante, lo que es importante para cada uno.

Os deseo una buena y larga vida. Una vida vivida.

2 comentarios:

  1. Me quito el sombrero Ignacio. No has descubierto nada nuevo, solo nos has hecho para y reflexionar sobre algo tan "vital" cómo es la muerte... Y lo que es peor, la vida no vivida. Solo puedo decirte, gracias x pensar el alto. Un fuerte abrazo.

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  2. Aunque suene a tópico, la vida es una y es ahora. Vivirla con mayúsculas es cosa de valientes... gracias Ignacio por ser uno de ellos y servirnos de inspiración. Un fuerte abrazo.

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