domingo, 17 de noviembre de 2024

Lo que hago ¿Tiene valor para alguien?

Este año, me propuse escribir una entrada de blog cada semana. Para ponérmelo más fácil lo concreté un poco más y decidí escribir una entrada cada domingo. De momento no voy mal, empezando la semana 47 del año esta es la entrada 48. Estoy contento, la meta de las 52 entradas para 2024 está al alcance.

52 semanas de compromiso - un año. Ya llevamos 47
No todos los domingos es sencillo, no todas las semanas estoy igual de motivado. Aunque el hábito ayuda hay veces que da pereza. Las ideas están en la cabeza, enseguida se me ocurre sobre que escribir, otra cosa es ponerse y hacerlo. Aunque el proceso es simple y conocido, no es fácil ponerse.

Semana tras semana, he plasmado reflexiones, ideas, experiencias, e incluso dudas que me han surgido en el camino. Aunque siento una enorme satisfacción por haber mantenido el compromiso, me encuentro reflexionando sobre una pregunta que probablemente todos nos hacemos tarde o temprano: Lo que hago ¿Tiene valor para alguien?

Para mí ha valido la pena. Este compromiso semanal me ha dado una rutina creativa, me ha permitido reflexionar sobre temas que quizás de otro modo habría pasado por alto. Cada entrada ha sido un pequeño reto que me ha impulsado a mejorar mi forma de expresarme y a ser más consciente de cómo comunico mis ideas. Si bien el objetivo principal era compartir con otros, también ha sido un regalo para mí: el de aprender a través de la escritura.

Más allá de la reflexión personal, la escritura es una forma de conectar, de compartir lo que llevamos dentro con quienes nos leen al otro lado de la pantalla. Sin embargo, muchas veces, esa conexión se siente como una carta lanzada al mar en una botella. ¿Habrá alguien ahí afuera que la reciba? ¿Habrá alguien a quien lo que escribí le haya aportado algo valioso?

Conozco físicamente gente que me lee, muchos amigos y amigas, con los que la entrada es excusa para comentar más profundamente sobre el tiempo, que es la vida. Con otros nos encontramos en las redes y a veces dejáis algún comentario. Por lo que espero que en algo esté contribuyendo. Aun así, me pregunto: ¿A quién y en qué le ha servido?

Creo que, de vez en cuando, es importante hacernos esta pregunta: ¿lo que hacemos está aportando valor? No porque debamos medir todo en términos de utilidad o reconocimiento, sino porque detenernos a reflexionar nos ayuda a ajustar el rumbo y a conectar con el propósito detrás de nuestras acciones. Preguntarnos si lo que hacemos tiene un impacto nos permite evaluar si estamos contribuyendo de alguna forma al mundo, por pequeña que sea, o si hay formas en las que podemos hacerlo mejor. Es un ejercicio de humildad y de intención que nos mantiene enfocados en lo que realmente importa.

Y ahora, te hablo a ti, que me has acompañado, quizás desde el principio, quizás solo en esta entrada. Quiero pedirte algo: dime si alguna de estas 48 entradas te ha servido. ¿Hubo algo que te ayudara a resolver un problema? ¿Alguna idea te hizo pensar diferente? ¿Te sentiste acompañado en algún momento complicado? O tal vez, simplemente, ¿te arrancó una sonrisa? Me encantaría saberlo. Tus comentarios me ayudarán a entender si lo que hago tiene sentido y serán una brújula para saber cómo puedo seguir compartiendo algo de valor en el futuro.

Aún quedan algunas semanas para cerrar el año, y quiero que las próximas entradas sean tan relevantes como sea posible. Así que, si hay algo sobre lo que te gustaría que escribiese, este es el momento de decírmelo.

Gracias por estar ahí, por leer, por formar parte de este pequeño proyecto que me ha acompañado a lo largo de este año. Espero seguir aprendiendo contigo.

Y ahora, te toca a ti: ¿Qué te ha servido de lo que he escrito? Déjalo en los comentarios (en el blog, Facebook, LinkedIn o WhatsApp; que son los medios por los que lo difundo). Esos comentarios serán gasolina que me impulsará a continuar.

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domingo, 10 de noviembre de 2024

Abrumado con demasiadas cosas que hacer, para y pon orden

A veces entro en barrena, con tantas cosas que hacer, no sé por donde empezar, me abrumo, me siento sepultado por las tareas y trato de escapar a cualquier sitio, para no enfrentarme a esa montaña de pendientes. Curiosamente, como cabe esperar, la montaña no desaparece por sí sola.

Tener muchas tareas pendientes puede paralizar e impedir que avances en ninguna. Ante una montaña de cosas por hacer, antes de empezar como pollo sin cabeza, para y organiza.

Con demasiado pendiente se pierde claridad para ejecutar. Es como cuando abres un armario lleno y con tanto no puedes encontrar nada, especialmente si en el armario no hay orden.

Abrumado con demasiados pendientes - falta claridad
No vas a poder hacerlo todo a la vez, así que el primer paso es poner orden, decidir cómo vas a actuar, antes de empezar como pollo sin cabeza. Para eso es necesario parar.

Dedicar un tiempo, sin paralizarte por el análisis. No hace falta ser un extremista del orden, sino ganar en claridad. Ordenar tareas tiene unos pasos, como cuando ordenas un armario.

  1. Hacer una lista completa de pendientes (lo que te está abrumando). Qué es como sacar todo del armario. Sacarlo de la cabeza libera espacio mental y ayuda a pensar con más claridad. Puedes ver el panorama completo y decidir con mayor criterio.
  2. Eliminar lo que no merezca la pena. Seguro que hay tareas que puedes decidir no hacer, sin muchas consecuencias. En su día tenía sentido esa tarea, como en su día tenía sentido guardar algo en el armario que ahora ya no tiene ningún uso. Tirar libera espacio y ayuda a una más fácil organización.
  3. Buscar ayuda, delegar lo que puedas delegar y puede hacer otra persona. En un momento en el que tengas demasiado en el plato seguro que puedes invitar a alguien que tenga hambre a que te quite parte de lo que tienes en el plato. Hay personas que están encantadas de poder ayudar y puedes pagar por esa ayuda, contratar a alguien que se encargue (no podemos hacerlo todo).
  4. Asigna bloques de tiempo para lo que queda, teniendo en cuenta su importancia y su urgencia (si tiene plazo). Programar las tareas da la calma de saber que cada una tiene su hueco. También puede hacerte consciente de que no tienes tiempo suficiente para tanto (que es como no tener hueco en el armario) y tendrás que volver a los pasos dos y tres (eliminar o delegar, en otro o para más tarde). Mejor decidir que es lo que no vas a hacer a que se quede sin hacer lo que es importante.
  5. Respeta tu descanso y recuperación. La primera vez puede que quieras meter demasiadas cosas en poco tiempo. La práctica de la planificación hace al maestro. Al menos tienes un plan para saber por dónde vas.

El realismo tiene su parte de aceptación, puedes darte cuenta de que hoy no puedes terminarlo todo, lo que sí puedes hacer es avanzar en lo importante. Me encanta el cuarto acuerdo del libro “Los cuatro acuerdos” del Doctor Miguel Ruiz: “Haz todo lo que puedas y no más”. Sobre todo, tener presente el no más; darnos cuenta de dónde está nuestro límite.

Ordenar las tareas, ideas y objetivos puede reducir el estrés. Eliminar incertidumbre de hasta dónde vas a llegar. Con un plan claro todo se vuelve más manejable.

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domingo, 3 de noviembre de 2024

La vida se escapa o cambia en un instante

Esta semana está siendo dura en España, especialmente en la zona valenciana. Los próximos meses van a ser difíciles, la vida te cambia en un instante o se te escapa en un descuido.

El lunes todo parecía tranquilo, el martes llegaron intensas lluvias que desbordaron los torrentes. Aguas abajo, donde la lluvia no era tanta, el desastre llegó de manera silenciosa. El agua aparece por los desagües, en lugar de salir por ellos.

En poco tiempo se van llenando los garajes de agua, en las calles, los coches son arrastrados como juguetes. El agua arrastra ramas, hojas y desechos. Los sótanos se convierten en pozas fangosas, trampas para quienes habían bajado a salvar el coche, sin poder imaginar la rapidez de la inundación.

Foto tomada del Heraldo de Aragón (
Desde las ventanas, algunos miran aún sin poderlo creer cómo el agua se lleva lo que encuentra a su paso. Las calles tranquilas se convierten en arroyos cargados de escombros. Ante la fuerza de la naturaleza se extiende un sentimiento de impotencia y vulnerabilidad.

La vida te cambia en un instante, las preocupaciones de la semana pasada parecen tonterías. De hecho, son tonterías frente a la tragedia que enfrenta a la muerte. La vida se escapa en un suspiro, el último suspiro. Algunos amigos, vecinos, personas queridas ya no están. La corriente se los llevó, dejando atrás solo el recuerdo y la tristeza para sus seres queridos.

Después de la tormenta, el verdadero golpe de la tragedia queda claro. En un instante se puede perder todo. Las heridas seguirán sangrando. Esperar ver a los que se han ido, confiar en escuchar su voz, aunque sea para discutir. Lo irreparable de la pérdida, las cicatrices que quedarán.

Aunque el camino sea difícil, de esta salimos juntos. Agradecimiento por la solidaridad, la ayuda, de los que se lanzan a ayudar. Sentimiento de comunidad que lucha codo con codo. Cuando lo público se desborda podemos contar con el vecino.

La verdadera fuerza no es solo física: es la unión de muchas personas decididas a reconstruir, a apoyarse mutuamente y a levantar a quien más lo necesita. La unión que hace la fuerza. No estamos solos, no estás solo ni sola.

Lo perdido duele, especialmente las vidas. Ya nada será igual. En estos momentos difíciles, sentir el apoyo y el acompañamiento, ayuda a mirar hacia el futuro. La presencia de otros no elimina el sufrimiento, pero lo hace un poco más llevadero. No estamos solos en nuestra tristeza.

La vida es frágil, nuestra existencia cambiante. Volverá la rutina y nos sentiremos seguros, casi inmortales. La tragedia nos recuerda que puede desmoronarse lo que damos por sentado, nos impulsa a vivir con lo que hay, cada instante, con cada persona.

Nos prometemos ser más valientes, decir lo que sentimos, abrazar más, preocuparnos menos por lo superficial. No siempre habrá un “mañana” para hacer lo que dejamos pendiente. Ya lo decía Pau Donés, “Vivir es urgente”. No dejes para mañana lo importante.

Recordar que todo puede cambiar en un instante no es vivir con miedo, es vivir consciente. Cada día es un regalo.

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