Este
año, me propuse escribir una entrada de blog cada semana. Para ponérmelo más fácil
lo concreté un poco más y decidí escribir una entrada cada domingo. De momento
no voy mal, empezando la semana 47 del año esta es la entrada 48. Estoy
contento, la meta de las 52 entradas para 2024 está al alcance.
52 semanas de compromiso - un año. Ya llevamos 47 |
Semana
tras semana, he plasmado reflexiones, ideas, experiencias, e incluso dudas que
me han surgido en el camino. Aunque siento una enorme satisfacción por haber
mantenido el compromiso, me encuentro reflexionando sobre una pregunta que
probablemente todos nos hacemos tarde o temprano: Lo que hago ¿Tiene valor para alguien?
Para
mí ha valido la pena. Este compromiso semanal me ha dado una rutina creativa,
me ha permitido reflexionar sobre temas que quizás de otro modo habría pasado
por alto. Cada entrada ha sido un pequeño reto que me ha impulsado a mejorar mi
forma de expresarme y a ser más consciente de cómo comunico mis ideas. Si bien
el objetivo principal era compartir con otros, también ha sido un regalo para
mí: el de aprender a través de la escritura.
Más
allá de la reflexión personal, la escritura es una forma de conectar, de compartir
lo que llevamos dentro con quienes nos leen al otro lado de la pantalla. Sin
embargo, muchas veces, esa conexión se siente como una carta lanzada al mar en
una botella. ¿Habrá alguien ahí afuera que la reciba? ¿Habrá alguien a quien lo
que escribí le haya aportado algo valioso?
Conozco
físicamente gente que me lee, muchos amigos y amigas, con los que la entrada es
excusa para comentar más profundamente sobre el tiempo, que es la vida. Con
otros nos encontramos en las redes y a veces dejáis algún comentario. Por lo
que espero que en algo esté contribuyendo. Aun así, me pregunto: ¿A quién y en qué le ha servido?
Creo
que, de vez en cuando, es importante hacernos esta pregunta: ¿lo que hacemos
está aportando valor? No porque debamos medir todo en términos de utilidad o
reconocimiento, sino porque detenernos a reflexionar nos ayuda a ajustar el
rumbo y a conectar con el propósito detrás de nuestras acciones. Preguntarnos
si lo que hacemos tiene un impacto nos permite evaluar si estamos contribuyendo
de alguna forma al mundo, por pequeña que sea, o si hay formas en las que podemos
hacerlo mejor. Es un ejercicio de humildad y de intención que nos mantiene
enfocados en lo que realmente importa.
Y
ahora, te hablo a ti, que me has acompañado, quizás desde el principio, quizás
solo en esta entrada. Quiero pedirte algo: dime si alguna de estas 48 entradas
te ha servido. ¿Hubo algo que te ayudara a resolver un problema? ¿Alguna idea
te hizo pensar diferente? ¿Te sentiste acompañado en algún momento complicado?
O tal vez, simplemente, ¿te arrancó una sonrisa? Me encantaría saberlo. Tus
comentarios me ayudarán a entender si lo que hago tiene sentido y serán una
brújula para saber cómo puedo seguir compartiendo algo de valor en el futuro.
Aún
quedan algunas semanas para cerrar el año, y quiero que las próximas entradas
sean tan relevantes como sea posible. Así que, si hay algo sobre lo que te
gustaría que escribiese, este es el momento de decírmelo.
Gracias
por estar ahí, por leer, por formar parte de este pequeño proyecto que me ha
acompañado a lo largo de este año. Espero seguir aprendiendo contigo.
Y
ahora, te toca a ti: ¿Qué te ha servido
de lo que he escrito? Déjalo en los comentarios (en el blog, Facebook, LinkedIn
o WhatsApp; que son los medios por los que lo difundo). Esos comentarios serán gasolina
que me impulsará a continuar.
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