domingo, 28 de abril de 2024

Liberándonos de la Chupeta Digital. Recuperar el tiempo

El primer paso para superar un problema es reconocerlo, darte cuenta. Llevo un tiempo sintiendo el móvil como una chupeta: cuando estoy aburrido, cojo el móvil; cuando me bloqueo con algo, cojo el móvil; cuando me toca esperar, cojo el móvil; para descansar de una tarea, cojo el móvil; hasta para ir al baño, cojo el móvil. Además, en ocasiones, me quedo enganchado, lo que iban a ser cinco minutos se convierte en media hora.

El chupete digital, que nos calma y nos entretiene

¿Has sentido alguna vez el móvil como un chupete que te da calma, te entretiene, te reconforta? El uso del móvil para los adultos se ha convertido en una metáfora del uso del chupete para los niños, cuando queremos que duerman, lloran o están inquietos, les ponemos una chupeta. Con el tiempo y cuando crecen ¡Cuánto cuesta en ocasiones que algunos peques dejen el chupete! Están enganchados.

Ante la menor señal de aburrimiento, ansiedad o incertidumbre, sacamos nuestro dispositivo y nos sumergimos en el mundo virtual. Este constante recurso al móvil nos está robando momentos valiosos de nuestra vida real. Lo virtual nos aleja de lo real, que tenemos al lado.

Vivir nuestro tiempo implica más que simplemente pasar de un estímulo digital a otro. Implica sumergirnos en el presente, ser conscientes de nuestro entorno y de nuestras emociones, y encontrar formas significativas de ocupar nuestro tiempo. En lugar de recurrir automáticamente al móvil.

También nos aleja de quienes tenemos cerca. Consultar el móvil en medio de conversaciones, reduce nuestra atención, nuestra conexión personal. Todavía me llama la atención llegar a clase a las 8.15 de la mañana, cuando hay unos 10 alumnos que han llegado antes y está cada uno sentado en su sitio, con el móvil, en lugar de compartir con el que tienen al lado.

Me descubro, a veces, mientras veo una película, jugando con el móvil o consultando las redes sociales. Resulta que no me entero del todo de la película, tampoco es un drama. Lo que pasa es que no me doy cuenta de que a veces no me entero de la película de mi vida, no me entero de lo que pasa a mi lado o no me entero del todo de lo que me pasa dentro, porque anestesio mis emociones con el móvil.

No se trata de demonizar el uso del móvil. Es una gran herramienta que puede facilitar la comunicación, el aprendizaje y la productividad. Sin embargo, se trata de encontrar un equilibrio saludable y aprender a utilizarlo de manera consciente. Su uso excesivo puede generar dependencia, afectar nuestras relaciones interpersonales y nuestra salud mental.

El reto es encontrar ese equilibrio, ser conscientes de cuándo estamos recurriendo a él de manera compulsiva. Dos alternativas posibles:

  • Establecer límites de tiempo, dedicar tiempo sin pantallas y buscar actividades alternativas. Fijar un tiempo para estar con el móvil. O mejor aún, fijar un tiempo para no estar con él. Dueño del móvil y no su esclavo.
  • Utilizar la regla de la abuela, contar hasta diez. La próxima vez que sientas la tentación de recurrir al móvil, para, cuenta hasta diez o espera treinta segundos, reflexiona y decide si realmente quieres/necesitas coger el móvil.

Como cualquier chupete, cualquier adicción, cualquier comportamiento obsesivo compulsivo, no es fácil deshacerse de él. Darte cuenta de cómo te condiciona es el primer paso ¿Es el móvil para ti un chupete digital?

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

domingo, 21 de abril de 2024

Lista de cosas que "no hacer" (en lugar de lista de cosas que hacer)

Obsesionado con la cantidad de cosas que tengo que hacer hay veces que me pierdo en cosas que “no” debería, ni quiero, hacer. Tener una lista de “cosas que hacer” es poderoso, salvo cuando la lista se alarga demasiado y no sabes por dónde empezar (aun así, da claridad).

¿Dónde encontrar tiempo? ¿Cuál es la barita mágica que permite que aparezca? No hay tiempo para todo. Para encontrar tiempo descubrir dónde y de qué manera se te escapa. Dejar de hacer algunas cosas es la única forma de encontrar tiempo para otras.

Todos los días tenemos 24 horas ¿Cuántas de esas horas son realmente vividas como te gusta vivirlas? ¿Cuántas son aprovechadas? ¿Cuántas se escapan en cosas que es mejor no hacer o que no compensan el tiempo dedicado?

Hoy te propongo hacer tu “lista de cosas que no hacer”, o las que vas a hacer menos. En la justa medida está la virtud. Me encanta el café, el problema es cuando me tomo muchos cafés; Me encanta socializar, el problema es cuando socializo demasiado, no me queda tiempo para avanzar en lo que quiero.

Como siempre, tú escoges, tú decides. Decidir no es fácil, esta semana escuchaba de una jovencita de 19 años que madurar es una faena, cuesta, hay que decidir y decidir es descartar, optar por una cosa y dejar otra.

Lista de cosas que "NO HACER"

Prueba esta semana a dejar algunas cosas: los videojuegos; ver las noticias del mediodía y las de la noche (se repiten); las redes sociales (o ponerte un límite; por ejemplo, de 30 minutos); la comida que no te sienta bien. Tú escoges, tú decides qué dejar (para encontrar tiempo para otras cosas).

También puedes dejar de juntarte con algunas personas que no te sientan bien; o juntarte menos. Hay personas que nos quitan energía y otras que nos la dan. Si dedicas tiempo a unas se lo quitas a otras. Tienes derecho a decidir con quien quieres pasar tu tiempo; lo digo porque, aunque parece obvio, mucha gente no lo siente así o a veces se nos olvida que nuestro tiempo es nuestro y con lo tuyo tú escoges. Puedes hacer una lista de personas con las que no juntarte (o juntarte menos).

Cuando estamos con alguien desde la culpa o la obligación, ese estar no sienta igual que cuando lo hacemos desde lo que queremos y disfrutamos. Puede sonar fuerte, pero puedes escoger con quien no quieres juntarte o con quien quieres juntarte menos, para juntarte más con aquellos que si quieres. Tú escoges, tú decides, con quién quieres pasar tu tiempo (y con quién no).

De la mano con lo anterior, decidir con quién no juntarte, viene la lista de las interrupciones que no vas a permitir. Puede que sea otra persona quien interrumpe; pero tú eres quien escoge y decide si aceptas la interrupción. Puedes también decidir cuáles son los momentos en los que no vas a permitir interrupciones permitiéndolas el resto del tiempo. Tú escoges, tú decides qué parte de tu tiempo quieres proteger, tu tiempo de “no interrupciones”.

También puedes escoger abandonar ciertas actitudes que llevan tiempo y consumen energía sin aportar mucho: la queja, el drama, la comparación constante con los demás, la procrastinación, la preocupación por lo que no puedes controlar, la necesidad de complacer a los demás, el qué dirán. Tú escoges, tú decides, cuál quieres que sea tu actitud.

Puede ser difícil, no es tan fácil soltar lo que no nos conviene, es a lo que estamos acostumbrados. Parece que llevamos tatuado el dicho “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Sal de la rueda del hámster y escoge, elige, decide. Es tu tiempo, tu vida, lo que está en juego. Cuidar de tu tiempo es cuidar de ti y de tu vida (el tiempo es vida).

Tú eliges, tú decides, a qué dedicas tu tiempo, a quién dedicas tu tiempo y con qué quieres enredarte. Dejando (cosas, personas, interrupciones, actitudes). Liberando el tiempo, dejando, aparece tiempo para lo que quieres.

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada, puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

lunes, 15 de abril de 2024

Entretenido entre una cosa y la siguiente

Jorge me dice que le cuesta cambiar de estado. Por las mañanas le cuesta levantarse y por las noches le cuesta irse a la cama. Adela me contaba que la cuesta el cambio, cerrar un tema para ponerse con el siguiente. Hay veces que se entretiene más de la cuenta con lo que tiene entre manos, posponiendo lo que sigue.

Por mi parte, hay veces que acabo una cosa y para cuando me quiero poner con la siguiente pasa media hora. Tiempo de cambio, tiempo para cambiar de una actividad a otra.

Raquel comentaba que no la molestaban demasiado las interrupciones porque era capaz de volver rápidamente a concentrarse en lo que tenía entre manos. A otros puede llevarles 15 minutos volver al punto en el que estaban tras una interrupción de 2 minutos. En este caso el tiempo de recuperación nos perjudica bastante más que la interrupción.

Es bastante común tener dificultades para empezar algo nuevo después de terminar una tarea o tardar en recuperarse de una interrupción.

Cambiar de tarea supone parar para volver a ponerse en marcha. Al parar nos podemos distraer con cualquier cosa, especialmente si no tenemos claro lo que vamos a hacer a continuación. No tener claro el siguiente paso puede generar indecisión.

Cambiar de tarea puede ser difícil para algunos debido a la resistencia al cambio, la indecisión y la distracción.

Tener claro el objetivo nos ayuda a recomenzar con lo siguiente una vez que cerramos algo. Aunque a veces no es suficiente. Tener caso el siguiente paso, la siguiente acción concreta, puede ayudarnos a ponernos en marcha.

Escribir la primera línea puede ser el disparador para hacer el informe. Lo mismo que ponerse las zapatillas y salir a la calle es la primera acción para ir a correr. Así que, si sientes que te atascas entre dos acciones, prueba a tener claro la siguiente pequeña acción concreta que comienza la siguiente tarea, dar el primer paso ayuda a dar los siguientes.

No te quedes enganchado en los descansos. En tiempos de estudiante, descansaba entre una asignatura y otra, entre un tema y otro. A veces los descansos eran demasiado largos, tan largos que no quedaba tiempo para ponerse.

Si no empiezas no acabas. Cuanto más tardes en ponerte, más tardarás en terminar. En ocasiones empezar es lo más difícil. Cuidado no te suponga media hora empezar a hacer algo que te lleva cinco minutos.

Para superar el tiempo de transición que se extiende, es útil establecer rutinas, planificar con anticipación y dividir las tareas en pasos más pequeños y manejables. Puede ayudar a iniciar nuevas tareas, incluso cuando no te sientas completamente motivado.

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

miércoles, 10 de abril de 2024

Construir autoestima y autoconfianza

Ya llevo tres días de retraso, hoy es miércoles y el plan/compromiso era escribir una entrada en el blog los domingos. Ese compromiso tenía opción, si no lo escribía el domingo, hacerlo a lo largo de la semana. A veces los domingos se complican, así que aquí estoy.

Si no lo escribo probablemente la mayoría ni lo notéis, estáis demasiado ocupados con vuestras cosas como para prestar demasiada atención a un texto más. El que más lo iba a notar iba a ser yo.

Cuando alguien me dice que va a hacer algo y no lo hace pierde mi confianza. La gana cuando hace lo que dice, cuando es coherente. Además, gana mi estima y admiración. No todo el mundo es capaz de hacer lo que dice, algunas veces porque mienten y las más de las veces porque se despistan.

Pues lo mismo sucede conmigo mismo. Si cumplo lo que digo que voy a hacer, gano en autoconfianza, gano en autoestima. Cuando no cumplo con mi plan, la autoconfianza y la autoestima bajan.

La autoconfianza y la autoestima dan felicidad

Me he encontrado gente que no quiere hacer planes porque está convencida de que es incapaz de cumplirlo. De tanto no cumplir tienen la autoestima dañada y no la quieren dañar más. Es posible que tiendan a ser demasiado ambiciosos en el plan, metiendo demasiadas cosas. No cumplir con nosotros mismos nos hace daño. Lo primero, aprender a planificar adecuadamente.

Por mi parte trato de seguir el plan, si está bien hecho me pone las cosas más fáciles. También soy flexible cuando aparecen nuevas realidades, a veces es bueno cambiar el plan, no está escrito en piedra (mejor usar un lápiz para poder replanificar).

Además, cuando cumplo con el plan, cuando consigo el objetivo, eso me da un chute de energía y me ayuda para el siguiente plan, para el siguiente objetivo. Si me fallo a mi mismo, si me decepciono, pierdo energía.

Los ejemplos son múltiples. Ayer quería hacer bicicleta estática, ese era el plan. Estaba cansado, me daba mucha pereza y tenía a mi lado a mi hijo Juan, que ya es un experto en gestión del tiempo (sabe mucho, aunque aplica menos). El caso es que Juan me aconsejaba dejarlo, tampoco era tan importante.

Escuchar a Juan me ayudo a ponerme. No solo por mi autoconfianza, también por él. Quería que viese que, aunque a veces nos cuesta hacer lo que nos conviene, conviene hacerlo, porque nos conviene. Repito lo de conviene varias veces para que quede claro.

Así que conseguí hacer bicicleta, aunque deje la entrada del blog para hoy. Espero que algún día que Juan tenga pereza pueda encontrarse con estas líneas y vencer la barrera de la pereza, haciendo lo que le conviene.

Si quieres ver cuando publico una nueva entrada puedes seguirme en LinkedIn. Pulsa aquí

martes, 2 de abril de 2024

Esclavos del reloj. El cambio de hora da pistas sobre nuestra relación con el reloj

Este fin de semana, en España, el domingo ha tenido 23 horas en lugar de las 24 horas que tienen los días habitualmente. Tocaba cambio de hora de primavera, a las dos había que poner el reloj a las tres. Si habitualmente ya sentimos que nos faltan horas con 24 ¿Qué tal ha ido con 23? ¿Lo has notado mucho? ¿Todavía lo estás notando?

Ahora amanece una hora más tarde y anochece una hora más tarde. No porque la naturaleza se haya vuelto loca, sino porque hemos acordado cambiar la hora del reloj. El sol sigue a su ritmo, sale cuando toca y se esconde cuando toca.

Me parece una buena metáfora de cómo ahora nos gestionamos por el reloj en lugar de por el sol, o por las necesidades de nuestro cuerpo. El domingo habrá sido un día diferente, igual has retrasado la hora de levantarte o de comer, porque a la hora habitual todavía tenías sueño o no tenías hambre. Para tu cuerpo todavía era una hora antes.

Mira que quitarnos una hora del domingo, ya nos la podían haber quitado del lunes. Si has vivido el domingo sin reloj, igual sientes que te la han quitado del lunes, que es cuando tienes la obligación de ir a trabajar o de cumplir otros horarios.

El cambio de hora: a las dos serán las tres (El reloj manda)
Nos lleva unos días adaptarnos, como cuando tenemos jet lag al cambiar de uso horario, las distintas horas que nos rigen en distintos lugares. Por mi parte me cuesta más adaptarme cuando vengo de América a Europa que cuando voy de Europa para América.

El cambio de hora nos genera un mini-jet-lag. El cuerpo se tiene que adaptar al nuevo desfase entre la hora del reloj y la hora del sol. Nuestro cuerpo se rige por el sol, nuestra vida social habitualmente por el reloj.

Los relojes facilitan ponernos de acuerdo, es una herramienta para la comunicación social. Nos ayudan a programar nuestros días, con los demás y con nosotros mismos. Quedamos a una hora para dar un paseo, tomar un café. Nos sirven para ver cómo vamos de tiempo.

Te lo digo yo, que a veces me obsesiono con el tiempo y con la cantidad de cosas que tengo/quiero hacer. Así me convierto en ocasiones en esclavo del reloj, olvidándome de mi ritmo natural, el que marca el sol y el cuerpo.

Nos convertimos en esclavos del reloj cuando la hora parece gobernar nuestras vidas. Pendientes del reloj desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Corriendo contra el tiempo para cumplir horarios, en una carrera frenética contrarreloj, como si la vida fuese un sprint interminable. Prisioneros de un reloj que define nuestra existencia diaria.

Para mí la clave está en el equilibrio. Usar el reloj a tu servicio, para aumentar la consciencia del día y del paso del tiempo sin obsesionarte. También como herramienta eficaz para coordinarnos con otros. No dejando de lado la capacidad para escuchar el cuerpo, cuando necesita descanso, alimento, compañía o levantarte a dar un paseo; lo que te vaya diciendo.

Esta semana es una oportunidad especial para escuchar tu cuerpo, irte adaptando dentro de tus posibilidades al nuevo horario. Darte cuenta de que los horarios nos los imponemos, cuando estamos pendientes del reloj. Tenemos la oportunidad de diseñar para nosotros nuevos horarios, que se adapten a lo que necesitamos.

Dejar de correr, olvidando lo que necesita nuestro cuerpo, adaptar el reloj a nuestras necesidades personales. Diseñar horarios que se ajusten a nuestras vidas, con mayor armonía y consciencia.