domingo, 29 de octubre de 2023

Tener claro el resultado que quieres al final del día

Soy un optimista, siempre creo que puedo conseguir hacer muchas cosas en un día. Con listas de tareas demasiado largas corro el peligro de ir saltando de una cosa a otra, sin terminar en ninguna, avanzando poco o nada en cada cosa. También me suelo entretener en otras cosas que no tengo apuntadas. Al final del día puedo sentirme frustrado por lo que no he conseguido, en lugar de satisfecho por lo que sí he conseguido.

Limitar el número de resultados que queremos conseguir, ayuda a centrarnos, a conseguir el foco y a avanzar en lo concreto, sin perdernos en demasiado.

Hay muchos dichos que nos recuerdan esto, como “el que mucho abarca poco aprieta” o “si persigues dos conejos no cazaras ninguno”. En estos tiempos donde se nos van presentando múltiples opciones, muchos focos de atención, es fácil que nos perdamos entre tanto estímulo. Van saltando conejos y nosotros vamos cambiando el conejo al que perseguimos, sin atrapar a ninguno.

Imagen generada con Bing
Recuerdo una frase que me inspira: “No cuenta lo que empiezas, cuenta lo que acabas”. No estés demasiado atareado para no acabar nada.

¿Qué quieres acabar hoy? ¿Qué resultados quieres tener al final del día? Limita el número de resultados que quieres conseguir a tres (después podrás ir a por más). Tres es un número mágico, empieza por ahí.

Reflexiona al final del día cómo te ha ido con esos tres resultados que querías, qué te ha ayudado a conseguirlos y dónde han estado las dificultades (¿Dónde te has despistado?).

Por mi parte hoy quiero tener escrita esta entrada para el blog (esto casi está hecho, no hace falta que sea muy larga, que después asusta a los lectores y algunos no acaban - ¡Felicidades por haber llegado hasta aquí!).

Después quiero tener una charla tranquila con un amigo, ya hemos quedado para un café, así que, si no se tuerce, pinta bien.

También quiero hacer ejercicio, seguir cuidándome, tener hecho al menos 45 minutos de bicicleta estática. Esto ayuda al objetivo que tengo para este año de estar más en forma.

Con esas tres cosas me doy por satisfecho. Tengo otras actividades en la recámara, cuando acabe con los tres resultados prioritarios para hoy, puedo añadir más.

Lo mismo aplica para la semana ¿Qué tres resultados harán que la semana que viene merezca la pena? Para el mes o para el año ¿Qué tres resultados harán que este año haya merecido la pena? Después puedes llevar esos objetivos a cada día.

Qué tengas un buen día, al menos con tres resultados. Tu escoges qué resultados son importantes para ti hoy.

domingo, 22 de octubre de 2023

Reencuentro con los compañeros de EGB. Los amigos del cole

Ayer fue un día para recordar, de reencuentro, de compartir. Nos juntamos a comer algunos de los compañeros del cole, fuimos 40, faltaban unos cuantos. Este año, la mayoría hemos cumplido 50 años, otros están cerca de cumplirlos, una cifra redonda y especial. Ya no somos ni tan jóvenes, ni tan viejos, edad de hacer balance, aunque esto se puede decir a cualquier edad.

Nos volvimos a ver en el colegio, donde hemos vivido tantas horas juntos. Cientos de anécdotas compartidas, recuerdos, rememoración de sueños, sentimientos.

Los años pasan, muchas cosas cambian y otras permanecen. Nos hicimos una foto, en las mismas escaleras donde nos hacíamos la foto anual. Los altos seguían siendo altos y se pusieron detrás, los bajos seguían siendo bajos y estuvieron en primera fila (esta vez sin banco). Nos reconocíamos, las caras y los gestos permanecían. Allí estaba la esencia.

La magia de volver a ver a los que ya conocíamos, a volver a reconocernos y ponernos al día. De niño y adolescente conoces a la gente de otra forma, más espontanea, con menos máscaras, más natural, todo fluye ¡Qué grande poder reencontrarnos!

Momento especial cuando aparecieron cuatro profesores de nuestra infancia y adolescencia. De distintas etapas. Instante único, tanto para nosotros como para ellos. Representan nuestra historia, nuestros inicios. Nos acompañan en la foto.

Foto de reencuentro

Don Emilio, que llegó al colegio cuando hacíamos 1º de EGB, acostumbrados al hermano Blas, Emilio era un soplo de aire distinto, más cercano. Nosotros, sus primeros alumnos, casi no se nota en la foto que es algo mayor que nosotros. Ayer cantamos “¡Viva la gente!”, tal como la cantábamos con 5 o 6 años, en 1978/79, al son de esa guitarra especial. Todavía recordamos la letra y el estribillo, que al menos a mi me ha marcado “¡Las cosas son importantes, pero la gente lo es más!” (Pulsa aquí y podrás escuchar la canción en las voces de “Enrique y Ana”), que también estuvieron en nuestra infancia. Emilio se jubiló hace un par de años, después de 42 años en el colegio, su legado permanece en nosotros.

Marco Antonio y las ciencias naturales, en esas clases donde ya teníamos entre 12 y 14 años, revolucionados y revolucionarios, con ganas de explorar. Abriéndonos a la independencia en un mundo lleno de reglas. Casi estuvo en el colegio lo que estuvimos nosotros, después fue a buscar nuevos caminos, con los años hemos ido coincidiendo, los niños nos hacemos mayores.

Don Javier, profesor serio y con buen humor, aunque parezca contradictorio. Lo dice todo que recibió de regalo un jamón y un Oscar cuando se fué. Nos hizo saber que "las normas de convivencia no son un capricho del profesor, sino que van encaminadas a nuestra formacion"; alguno lo copio 200 veces.

La señorita Lourdes, bendita entre tanto hombre, como cuando llego al colegio y nosotros teníamos 15 años ¡Qué mayores nos veíamos y nos creíamos! La Salle era un colegio de chicos, a esa edad éramos todos chicos y nunca habíamos tenido una profesora joven ¡Os podéis imaginar el impacto! Ayer contaba lo difícil que había sido para ella. Lo que ha cambiado el colegio, lo que ha cambiado la educación, lo que hemos evolucionado. A ella se la distingue bien en la foto.

Cómo hemos cambiado y cómo nos mantenemos iguales. El cambio y lo permanente, la esencia de cada uno sigue estando ahí. Todo cambia y todo permanece.

Gracias Miguel Miguel Moreno por impulsar el grupo de Whatsapp, por mantener la unión y la llama encendida. Gracias a los que os movéis por organizar estos reencuentros, gracias GGV (Goyo) por el diseño de las camisetas y por apoyar la iniciativa ¡Cuánto os quiero! ¡Cuánto me alegro de volver a veros! ¡Eché a muchos de menos!

Reconecté con el niño y el adolescente que fui y que llevo dentro ¡Qué bueno poder sentirlos junto con el adulto que ahora soy! ¡Qué bueno poder consultarlos cuando tengo algo que decidir! Toda una mezcla de sentimientos, recuerdos, sueños.

Gracias a todos por estar ahí, tanto a los que vinisteis como a los que no. Somos historia común, no somos los unos sin los otros, la riqueza de conocernos, ¡qué bueno sentirnos conectados! Seguimos caminando juntos, incluso en la distancia.

¡Viva la gente, la hay donde quiera que vas!

¡Viva la gente, es lo que nos gusta más!

Y entonces me di cuenta de una gran realidad,

las cosas son importantes, pero la gente lo es más

domingo, 15 de octubre de 2023

El tiempo se escapa entre los dedos ¿Cómo evitarlo?

Ayer por la tarde quería ir al gimnasio ¡Qué bien sienta un poco de ejercicio! ¡Cuánto cuesta ir al gimnasio algunos días! Eran las 18, si me iba en 15 minutos, lo que tardo en prepararme, podía estar de vuelta en casa a las 19.45. Sin darme cuenta, pasó una hora y cuarto, ya eran las 19.15, y yo sin prepararme para ir al gimnasio.

Estuve tentado de abandonar, ya casi era la hora en la que quería haber vuelto y no me había puesto en marcha. El móvil me había atrapado. La verdad es que puedo despistarme con cualquier cosa en el momento que aparece la pereza.

La pereza suele hacer acto de presencia cuando estoy cansado, cuando quiero hacer algo que apetece poco. Vaya contradicción, quiero hacer y apetece poco “¿Quiero o no quiero?”, esa es la cuestión. Quiero verme con algo acabado, a la vez que cuesta ponerse y hacerlo. Lo inmediato frente al resultado futuro (que puede ser un futuro que se da en 10 minutos o una hora).

Hace un momento, a las 10.30, me ha dicho mi hijo Juan que a las 11 se pone a hacer la tarea. Tengo curiosidad por ver que pasa, ver si vence su pereza, que seguro aparece. Ahora está jugando con el ordenador, las horas se le pasan sin darse cuenta, tendrá que hacer un esfuerzo si quiere ponerse con la tarea ¡Qué bien cuando esté hecha! Sobre todo, porque es condición para poder hacer otras cosas esta tarde.

Viñeta del gran Quino (cogida de @MafaldaQuotes)
A mí me pasa con el gimnasio, cuando tengo que revisar un artículo, al ponerme a trabajar en algunas cosas o incluso con cosas que me gustan, como leer. Desde que pienso en ponerme y podría ponerme, hasta que me pongo, pasa un buen rato.

Lo mismo sucede con algunos descansos que van a ser de cinco minutos. Se alargan inconscientemente, sin darme cuenta han pasado 30 minutos y sigo enganchado con cualquier tontería (las redes sociales, cualquier jueguecito del móvil… las opciones son variadas). Es fácil despistarse cuando algo apetece poco, más fácil despistarse si estás cansado.

Bueno, sabiendo que pasa ¿Qué podemos hacer? Lo primero es darnos cuenta de que se nos está escapando el tiempo, prestar atención a ese Pepito Grillo interno que nos cuenta que es lo que nos conviene ¿Por qué no hacemos lo que nos conviene? Al menos, a veces.

Vencer la barrera de la pereza, ponernos. Decidir por anticipado que queremos hacer esta mañana, qué nos hará sentirnos satisfechos a la hora de comer. Eso nos dará gasolina para empezar.

También gasolina para continuar. Una vez empezado suele ser más fácil seguir, ir dando un paso detrás de otro, ir avanzando, hasta el objetivo final.

Tener claro donde queremos llegar, qué queremos tener hecho, ya sea escribir esta entrada en el blog o hacer la tarea. Anticipar la sensación que tendremos al terminar nos ayuda perseverar, mantener la acción hasta llegar. No cuenta lo que empiezas, cuenta lo que terminas. Si lo dejas a medias es peor que no haber siquiera empezado, produce más dolor verlo a medias que nunca haber empezado.

Si nos ponemos pronto después quedan más horas para otras cosas que apetecen más. Perdemos el tiempo con cosas que nos aportan poco y que después nos hacen sentir culpables.

¿Qué te gustaría tener hecho para el final del día? ¿Para el final de la semana? ¿Para el final del mes o del año? Ahí tienes la guía para hacer lo que te conviene.

Puedes seguir tu visión o perderte por el camino, tus resultados y tu satisfacción dependen en gran medida de ti y de vencer la barrera de la pereza. Si perseveras los resultados llegarán.

La clave en tres pasos: empezar, seguir y terminar.

domingo, 8 de octubre de 2023

¿Quieres una pausa? Pide tiempo muerto

Pedir un tiempo muerto puede cambiar un partido. El tiempo muerto está presente en muchos deportes: baloncesto, vóleibol, balonmano, béisbol. El tiempo muerto puede cambiar la dinámica del juego, se puede aprovechar para bajar las revoluciones si el partido está caliente, para preparar la siguiente jugada en momentos importantes, cortar una buena racha del rival o una racha de fallos propios.

Petición de tiempo muerto en baloncesto. Con el árbol de la vida de fondo
En un partido puede haber varios tiempos, con descansos entre medias. En el descanso podemos reflexionar sobre cómo va el partido, tomar aire, dialogar para ponernos de acuerdo. Muchos partidos cambian tras un descanso.

También se puede sacar a un solo jugador de la cancha, en muchos deportes durante un rato, para que descanse, para hablar con él, para que cambie de mentalidad o suelte un cabreo, que le puede llevar a acciones poco apropiadas en el campo.

Esto funciona en los deportes y funciona en la vida. Puedes pedir un tiempo muerto, tomarte una pausa, de unos segundos, de minutos, horas, días o meses… Depende de distintos factores. Una pausa puede cambiar tu vida, más de lo que cambia un partido. Pausar si hay algo que no funciona o para encontrar nuevas ideas.

Tomarse una pausa, en una cultura que valora tanto la actividad, donde parar parece un pecado, cuesta, puede dar vértigo, es cómo acercarse a un precipicio. Si paro igual me doy cuenta de que es lo que estoy tapando con tanta actividad.

Tengo un compañero en la Universidad que suele poner los pies encima de la mesa y recostarse en la silla. Un día que me lo encontré así le dije si no le preocupaba que lo viesen. Me contestó “Revindico el derecho de los profesores universitarios para pensar”. No es necesario poner los pies encima de la mesa, pero es una forma de cambiar el foco, parar de escribir en el ordenador y dejar espacio para que surjan nuevas ideas.

Me encanta pensar en compañía y paseando. Los peripatéticos eran alumnos de Aristóteles, que enseñaba caminando. Un paseo puede ser una pausa, sobre todo ahora que pasamos tanto tiempo sentados. Levántate y anda, quizá se te ocurran nuevas ideas.

Cuando tenemos que resolver un problema hay veces que no queremos levantarnos hasta resolverlo, sobre todo si es importante. Lo que nos enseña la experiencia es que, a veces, al dejarlo reposar, aparece la solución. Nuestro cerebro sigue trabajando en segundo plano, encuentra nuevas relaciones, encontramos nueva inspiración. La solución a un problema de matemáticas con el que estamos atascados aparece al ir al baño ¡¡Eureka!! Cómo no se nos ocurrió antes.

Si estamos agotados llega un momento que no rendimos. Descansados podemos hacer en minutos algo que en otras ocasiones nos lleva un par de horas. También saber que vamos a parar nos hace rendir más el tiempo que nos queda, nos ayuda a cerrar lo que tenemos entre manos.

Parar no solo nos permite descansar, nos abre a nuevas formas de pensar, nos permite nuevas experiencias y conexiones, nos saca de lo de siempre y nos lleva a nuevos lugares.

La pausa ayuda a coger distancia, perspectiva. Hay cosas que no ves de cerca y en cuanto tomas distancia las puedes ver. Necesitamos dar un paso atrás, para ver con más amplitud. Si sigues haciendo lo mismo, de la misma forma, no te darás cuenta de lo que es evidente si paras.

Me doy cuenta de lo importante cuando paro, abro los ojos y el corazón, para mirar y sentir. Aparecen pistas para la cabeza sobre las que pensar.

No es fácil parar, somos muchos los adictos a estar ocupados. Aprender a parar es como aprender a andar, poco a poco, paso a paso.

Las religiones tienen mucho que enseñarnos. En el Sabbat los judíos paran. Los domingos paramos los cristianos. Dios descanso (paró) al séptimo día ¿Qué día paras tú? ¿Cuándo paras?

¡Qué bien suena un año sabático! Que no es un año para no hacer nada, sino es un año para parar lo habitual, hacer una pausa, haciendo cosas diferentes, aprender de la experiencia y volver con ideas y energías renovadas.

Las pausas pueden tener diferente duración, escoge las tuyas. Hasta los más ocupados pueden parar (necesitan parar).

domingo, 1 de octubre de 2023

La vida es como un buffet libre

Esta semana pasé una noche en el hotel NH Madrid Barajas. Una de las cosas que siempre me ha gustado de los buenos hoteles es el desayuno buffet, empezar la mañana desayunando como en casa. Porque supongo que todos en casa desayunáis como cuando estáis en un buffet: zumo de naranja, huevos revueltos con bacón, un poco de embutido con distintos quesos, café y bollería, yogurt y fruta.

Me debo estar haciendo mayor, porque mi desayuno fue algo más moderado. En cualquier caso, es una suerte no desayunar todos los días de buffet, porque creo que tiendo a servirme demasiado. Los ojos comen más rápido que el estómago.

Después me lo acabo todo, porque en casa, de pequeñito, aprendí que hay que comerte lo que te sirves. Con toda el hambre que hay en el mundo (lo cual es cierto) y que es una pena desperdiciar alimentos. La consecuencia es que me voy sintiendo con pesadez de estómago y si te despistas puedes tener hasta un empacho.

Buffet del NH Madrid Barajas - donde me alojé

Pues así es la vida, con muchísimas opciones, muchas cosas que puedes decidir hacer y muchos proyectos en los que comprometerte. El buffet de la vida. El caso es que como en el desayuno buffet, no puedes comerlo todo, no puedes hacerlo todo, hay que elegir.

Puedes elegir por impulso, según llegas y ves todo lo que hay, escoges, te sirves en el plato. Es como ir al supermercado sin lista de la compra, vas cogiendo lo que te apetece de los estantes, lo que suele suponer que compras demasiado.

También puedes pensar antes de entrar que es lo que te conviene, incluso lo que te apetece, equilibrándolo con las consecuencias a lo largo de la mañana, no solo en el momento presente. Puedes hacer una lista mental, igual que haces la lista de la compra para no comprar demasiado.

También puedes parar y pensar tres segundos antes de servir algo en el plato. Sentir más allá del impulso si realmente te apetece, si te conviene. Quizá te pones los huevos porque lo has hecho siempre y también te comes el donut de chocolate porque habitualmente no lo haces. Parar un momento puede ayudar a elegir mejor.

Pues para la vida nos pueden servir estas mismas dos técnicas, antes de sucumbir al impulso de poner nuevas cosas en la agenda, añadir compromisos.

Podemos hacer una lista previa, en función de dónde queramos llegar, como nos queramos sentir, de cómo encaja cada cosa en nuestra vida. Como la lista de la compra, tener una idea previa de a qué vamos a decir sí y a qué vamos a decir no (El impulso me suele llevar a que compre helados, si los compro después me los como, los disfruto, el problema es que si compro demasiados me como demasiados).

También podemos parar antes de decir “SÍ” a un nuevo proyecto o compromiso. No hace falta que contestemos inmediatamente. Las prisas no suelen ser buenas consejeras. Ver como nos va a sentar en el largo plazo, no solo en este momento. No dejarnos llevar únicamente por el impulso, que a veces es valioso pero que en muchas ocasiones nos sobrecompromete.

¿Qué pasa si ya te has puesto demasiado? El plato ya está a tope. Hemos aprendido a comerlo todo, lo que te sirves te lo comes, pero si me lo como todo, me empacho. Quizá no es tan grave incumplir esa norma aprendida de niño, quizá lo puedo tomar como reflexión para la próxima no servirme tanto. Ahora puedes dejar algo o puedes guardar algo para luego, aunque quizá en el hotel no te dejen.

Lo mismo si ya tenemos demasiados compromisos, quizá no sea sano asumirlos todos, quizá podemos renegociar los plazos, podemos encargar a otro que lo haga o incluso podemos negociar no hacerlo, asumir que nos equivocamos y nos servimos demasiado. Si no eres capaz de tachar nada, de dejar nada, tendrás que sufrir la pesadez, el cansancio o el empacho.

Los ciclistas, cuando llevan mucho tiempo a un ritmo elevado, llega un momento que no pueden más, revientan. Los comentaristas suelen decir que ha llegado el hombre del mazo, te ha dado una pájara. Si lo has sufrido, sabes de lo que estoy hablando, cada pedalada cuesta un triunfo, si has salido a dar una vuelta, cuesta volver a casa (mucho más si tienes viento en contra).

En la vida, si llevas demasiado tiempo a un ritmo elevado, te puede dar una pájara de la vida, no tienes fuerzas para continuar, necesitas descanso, parar y coger energía.

Lo bueno de buffet de la vida es que sigue estando ahí, con múltiples posibilidades, sigues teniendo vida, vas a seguir teniendo opciones. No sé si es cierto que los trenes solo pasan una vez, los hay que pasan en infinidad de ocasiones. Cuídate y no te sirvas demasiado. Si ya te has servido demasiado, mira a ver cómo descargas.