domingo, 26 de noviembre de 2023

Mientras me pongo, se pasa el tiempo y el momento

Del dicho al hecho hay un trecho. No se si os ha pasado eso de “me voy a poner a estudiar” y mientras me pongo se han pasado dos horas. O con la intención de ir al gimnasio, con idea de salir a las 9 hacia allí, me dan las 10, entretenido con cualquier cosa. Una hora más tarde, el día se ha complicado, tengo demasiados planes y lo de ir al gimnasio se queda solo en la intención, un día más.

Desde que tengo intención de ponerme hasta que me pongo, si no presto atención, sin darme cuenta, pasa “demasiado” tiempo. El tiempo, la vida, se nos escapa entre los dedos. Lo de estudiar o ir al gimnasio puede sonar a obligación, a algo que nos cuesta. Lo mismo nos puede pasar a la hora de llamar a un amigo, lo que suena más agradable. Tengo intención de hacerlo y se me pasa el momento. Cuando hablamos, pasados los meses, nos decimos, además con sinceridad, “he pensado un montón de veces en llamarte”.

Qué bien nos sentimos después de haber seguido el plan. Me he encontrado mucha gente que no quiere planificar nada, porque total, nunca sigue el plan. O los que planifican las horas de estudio/trabajo y después solo cumplen los descansos ¿Por qué no he seguido el plan? ¿Me despisto cuando surge cualquier cosa? ¿Me cuesta ponerme? ¿El plan estaba mal hecho? Como todo, es cuestión de práctica, planificar algo que puedas/quieras hacer y te siente bien. Aprender a planificar y a seguir el plan. Si fallas al planificar estás planificando fallar.

Cuando tienes el plan claro, también el para qué de ese plan, la razón de que te convenga, ya tienes la mitad hecha. Ahora solo queda seguir el plan, aunque a veces es la mitad más difícil.

Hay a quién le encanta planificar sin hacer, soñar con lo que puede hacer y después no hace. Se llaman soñadores. Está bien soñar, incluso despierto algunas veces, aunque de vez en cuando nos conviene hacer.

Un plan nos guía a lo largo del día, no hace falta programarlo todo. Si sabemos lo que queremos ya estamos más cerca de conseguirlo. Definir los pasos para llegar, el cómo conseguirlo y después ir andando.

Entrenar la atención para darnos cuenta de cuánto tiempo pasa hasta que nos ponemos. La inercia nos mantiene donde estamos. Si estamos en el sofá, la inercia nos mantiene lejos de salir hacia el gimnasio. A veces cuesta, y qué bien nos sentimos al volver

Hacer lo que quiero a veces supone fuerza de voluntad para ponerme… ¡qué a gusto me quedo cuando lo he hecho! Qué fácil es hacer planes y que difícil es a veces seguirlos. Sobre todo, para algunas cosas. La importancia de no despistarse por el camino.

Mi situación y pensamiento muchos días
Hoy de momento la cosa no va mal. He ido al gimnasio, que me costaba, lo que me deja alegre y satisfecho. También he escrito esta entrada para el blog, me ayuda a reflexionar un poco cada domingo. Esta tarde tengo intención de llamar a un amigo, hace un montón que no hablamos, he pensado un montón de veces en llamar, pero con la diferencia horaria, al final, se me pasa. Excusas, si quiero puedo, si quiero lo haré… me voy a poner la alarma del móvil para hacerlo. Si lees esta entrada y echas de menos que hablemos, llámame.

domingo, 19 de noviembre de 2023

Cultura de la prisa, del no tengo tiempo

Vivimos en la cultura de la prisa, repetimos “NO TENGO TIEMPO”, corriendo de un lado para otro, muchas veces sin saber muy bien a dónde vamos. Con una larga lista de pendientes, que no deja de crecer, a pesar de todos nuestros esfuerzos.

En un mundo con posibilidades infinitas, donde las opciones nunca han sido tan numerosas, nos perdemos entre tanta oportunidad. Nos perdemos al elegir o elegimos a toda prisa. Los quehaceres y los placeres nos van llevando y saltamos de una cosa a otra, muchas veces sin acabar ninguna. El día pasa y no sabemos que hemos hecho con nuestras 24 horas.

La realidad es que tiempo siempre tenemos, todos los días 24 horas, así que la frase “no tengo tiempo” carece de sentido. Todos los días tenemos la capacidad de elegir que hacemos con nuestro tiempo.

¿Cómo eliges? ¿Cómo elegimos? Nuestras elecciones configuran nuestra vida y nuestra dirección. Si sigues por ese camino llegaras da donde te encaminas. En ocasiones sentimos que podemos predecir donde acabará alguien. También podemos apostar por donde acabaremos nosotros, sabiendo a qué dedicamos el tiempo.

El tiempo no se puede gestionar, simplemente va pasando. Lo que podemos gestionar es que hacemos en el tiempo que tenemos. Damos importancia a las cosas por el tiempo que las dedicamos.

Cuando propongo a alguien tomar un café y me suelta el célebre “no tengo tiempo”, a veces contesto “es que no soy suficientemente importante para ti”. Enseguida se disculpan diciendo que realmente no tienen tiempo, que están muy ocupados, lo que no dudo. También es cierto que ponen por delante todas esas ocupaciones a que nos tomemos un café. No pasa nada, cada uno toma sus elecciones, si es que puede. Es cuestión de prioridades.

Podemos no tener tiempo para ir a la montaña en familia, con amigos. Seguro que encontramos cosas que hacer en su lugar, depende de a qué le demos importancia.

Hoy nos hemos regalado tiempo en Santa Cruz del Valle Urbión - preciosa ruta y mejor compañía. Aunque la foto sale un poco borrosa, eso no es lo importante

Quizá sentimos que algo es importante, decimos que es importante. Pero nuestros actos hablan más alto que nuestras palabras, los hechos nos configuran, quizá más que los sentimientos.

Para saber qué es lo importante para ti, déjame ver tu agenda. Si dices que la familia es importante ¿Cuánto tiempo le dedicas? Más allá de lo que trabajas, porque puedes usar la excusa de que trabajas para que tengan todo lo que quieran, o todo lo que necesitan. Quizá lo que quieren y necesitan es pasar tiempo contigo.

El tiempo, el mayor regalo, porque es de lo que está hecha la vida.

¿Qué es lo importante? Si no tenemos tiempo, si no encontramos tiempo para ello, es que eso no es suficientemente importante.

La importancia depende del criterio de cada uno. A veces es difícil alinear la importancia de lo que sentimos, de lo que pensamos y de lo que hacemos. Merece la pena reflexionar a qué dedicamos el tiempo, que sí tenemos.

Gracias por dedicar tu tiempo a leer la entrada de esta semana. Puedes enviársela a quien dice que no tiene tiempo para una charla tranquila contigo, para un paseo o para un café.

lunes, 13 de noviembre de 2023

Si no cumplo, lo que prometo entonces es…

 Me he propuesto escribir una entrada a la semana en el blog, al menos hasta final de año. Como lo mejor para hacer algo, con menos esfuerzo, gastando menos fuerza de voluntad, es construir un hábito, pues me había planteado establecer la rutina de escribir los domingos por la mañana.

Ayer fallé, el fin de semana fue diferente, me fui a Madrid, no estaba en mi entorno habitual y decidí no llevar el ordenador ni buscar donde escribir. Era un fallo casi planificado, tenía otras cosas prioritarias.

También es cierto que podría haberlo escrito antes y que se publicase el domingo, pero el lío de la semana me llevo a no hacerlo antes.

¿Y ahora qué? Nos puede pasar lo mismo cuando nos planteamos que para hacer ejercicio vamos a ir los martes y jueves, por la tarde, según salimos de trabajar, al gimnasio. Llega el martes y algo se nos cruza, con fallar un par de martes, se pierde la rutina, el hábito y se abandona. Faltar es lo que se convierte en rutinario y no el ir.

Una receta sencilla para solucionar el tema es decidir por anticipado que vamos a hacer si fallamos con nuestro compromiso con nosotros mismos. En mi caso, si no escribo el domingo voy a escribir el lunes (como estoy haciendo ahora). En el caso del gimnasio me puedo plantear que si no voy el martes recuperaré el miércoles (o el sábado si no quiero hacer dos días seguidos).

Es tan sencillo como decir, “si no cumplo…, lo que prometo entonces es…”. Comprometerse por anticipado en caso de fallar. Nos ayudará a mantener y seguir desarrollando el hábito. El fallo forma parte del proceso, en lugar de castigarnos y recriminarnos por lo que no hemos hecho, mirar hacia delante y buscar la solución.

En general sabemos lo que nos conviene o lo que queremos, muchas veces fallamos en la ejecución ¿Por qué no hacemos lo que nos conviene? Ya en 2019 escribí sobre como hacer lo que nos va bien. Tres claves: hábitos, concretar las actividades, prestar atención a cuando llega el impulso.

¿Quieres ganar en autoestima y autoconfianza? La confianza se la gana aquel que hace lo que dice que va a hacer. Para ganar confianza conmigo mismo, autoconfianza, la clave es hacer lo que me digo que voy a hacer. Comprometerme y cumplir.

Lo mismo si nos hemos comprometido con otros, tratar de no fallar y en caso de fallo buscar enmendar lo no cumplido. Disculparnos y buscar alternativas, mirar al futuro en lugar de quedarnos atrapados en el fallo.

La compasión con uno mismo, castigarnos menos por no cumplir, ayuda a la resiliencia, salir adelante asumiendo las consecuencias. Permite reconocer nuestro fallo y buscar compensar, hacer algo cuando fallamos. Planifica que vas a hacer cuando te falle el hábito o la fuerza de voluntad. El único que no falla es aquel que no se compromete a nada.

De momento creo que con esto doy por compensado lo que no escribí ayer, domingo, haciéndolo el lunes.

domingo, 5 de noviembre de 2023

Retiro, retirada, recapitulación

Esta semana he estado de retirada, de retiro, de recapitulación. Como dicen en las guías de viaje, he estado cuatro/cinco días y tres noches. Desde el lunes al anochecer hasta el viernes por la mañana he hecho tiempo para estar conmigo mismo, prácticamente sin contacto con otros y parando el hacer.

Lo primero fue dejar el reloj y el móvil. El reloj que nos indica la hora y a veces nos esclaviza. Sin referencia externa de cómo pasan los segundos, minutos y horas; había que confiar en el reloj interno, que llevamos dentro. Sin móvil ni mensajes, tampoco correo electrónico. Unos días sin conexión externa para tener conexión interna, conmigo mismo. Contraste entre lo interno y lo externo, nuestro percibir de lo que tenemos dentro en lugar de dejarnos arrastrar por lo que pasa fuera.

En un espacio donde conectaba con la naturaleza, sus sonidos, el clima, el sol, la luna y las estrellas ¡Qué importante es el lugar que habitamos! Espacio solo, donde me sentía acompañado por otros 32 que estaban cerca, viviendo su propia experiencia. Agradecido por esa compañía.

Todo el contacto, sin palabras, con otra persona, ha sido recibir tres visitas al día. En dos de ellas traía un zumo para beber y en la tercera algo de comida. Sentirse cuidado, sabiendo que podemos contar con otra persona, a pesar de estar separados. Gracias Nerea por estar ahí para nosotros.

El propósito era recapitular lo vivido, los momentos significativos de la vida, momentos importantes, que han sido relevantes y siguen teniendo impacto en nosotros, en nuestra forma de vivir y ver el mundo, en como sentimos, actuamos, reaccionamos y nos relacionamos. Integrarlos de nuevo, en la mente, el cuerpo y el alma.

Gracias a la guía de la abuela Ana Luisa Solís, quien nos enseñó como hacer esta recapitulación y nos acompañó hasta la puerta de entrada y nos recibió a la salida. Nos ha guiado en la experiencia, explicándonos el lunes por la tarde la metodología, lo formal y lo que íbamos a transitar, adelantando algunas cosas que solo se pueden comprender cuando las vives.

Gracias por la cuenta del viernes, que deja constancia de la experiencia, como nos dijo “cada cuenta, cuenta”, cada experiencia cuenta. Parte del trabajo está hecho, otra parte la seguimos haciendo a la vuelta.

La importancia de la guía, de sentirte acompañado por alguien que ya he hecho el camino. Encontrar el guía y dejarse guiar. Dicen que el maestro aparece cuando el discípulo está preparado. No solo hay que encontrar quien te guíe, hay que estar abierto a esa guía y dispuesto a seguir el camino. Encontrar guías que nos orienten, en este caso que nos acompañen a encontrar nuestra guía interior.

Es difícil, diría que imposible, trasmitir en unas líneas la experiencia, profunda y vital. Como estando “solo” he podido sentir más conexión, con otros y con la naturaleza, que estando rodeado de gente. Volver a lo antiguo, el origen, sentir el paso del tiempo en el cuerpo, en la luz. Decía Einstein que el tiempo es relativo, he sentido que largo se puede hacer un día que en otras ocasiones pasa casi en un instante.

Imagen creada con Bing creator
Recapitular los momentos significativos da claridad de lo importante, tanto personas como actividades y lugares. Tan metidos en la vorágine y actividad de cada día, nos perdemos en nimiedades, descuidando lo importante. Cada uno define lo que es importante para él, hay que parar y verlo.

Recuperar el pasado me ha ayudado a ahondar en la conexión con mis raíces, mi historia, mi pasado y antepasados. Formamos parte de un todo, eslabones de una cadena, que viene y continua, se ramifica y se vuelve a encontrar. Formamos partes de la naturaleza que a veces maltratamos, tanto la cercana como la lejana, que está ahí para nosotros.

Darme cuenta de que me puedo retirar cinco días, el mundo sigue girando (¡Vaya sorpresa!). Algunos se dan cuenta y preguntan, otros ni siquiera se han dado cuenta.

Darme cuenta del tiempo de vida dedicado a la conexión tecnológica. Más de 500 mensajes y unos 80 correos electrónicos en espera de que volviese. Mucho más fáciles de gestionar todos juntos que en múltiples interrupciones diarias (pero eso da para otra entrada del blog).

Conexión con los de lejos que nos impide estar con los que tenemos al lado, que bueno es poder apartarnos de esa tecnología de vez en cuando, un rato, aunque solo sea media hora, para poder estar con los de cerca. También para poder estar conmigo mismo. La tecnología a veces nos entretiene y nos despista de lo que es importante.

Gracias Amor y Raquel por la organización, por crear el canal y el espacio, dar lugar a la experiencia y generar la estructura. Para simplemente estar necesitamos soporte y confianza. Gracias por crear espacios seguros, de encuentro con uno mismo y con los de cerca. Gracias por ser y estar.