domingo, 20 de octubre de 2024

Corre que vuela

"Distintos tiempos, la misma mirada" - imagen cedida por el autor (Gabriel Briones Mardones)


Un poema, regalo de mi amigo Gabi

Por los viejos tiempos, por los tiempos que corren, por los tiempos venideros


Ser un ladrón de tiempo

al tiempo.

 

Apostar para ganarlo

para exprimirlo,

hasta el final.


No dejar las horas pasar para

sacarlo de donde no hay.


Para no perderlo

llegar siempre en hora.


Si ya ha pasado

no mueve relojes,

aunque si pasa,

todo lo cura.


Evitar momentos muertos,

sin matar el que te queda.


Poder disfrutarlo,

sin horarios.


Disponer de él,

sin que corra.


Impedir que vuele

pues oro es.


Abrazarlo para

que no escape.


Aprovecharlo sin restricciones,

para así poder tenerlo,

para ti,

para mi,

para siempre,

el tiempo.


Se volverá una macabra obsesión,

atenazante presión,

desde cuando un buen día,

algún inesperado suceso,

ponga sobre la mesa,

en plato frío y sin cubiertos,

la certeza de que

cada amanecer será uno menos

y que los días están,

ya todos,

contados.


El poema habla por si solo, así que no añado más. “A buen entendedor pocas palabras bastan”. Espero esa próxima publicación de su libro de poemas y de otros más, en los que espero ver esta poesía con su firma.

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domingo, 13 de octubre de 2024

Tanto aprovechar el tiempo nos olvidamos de vivir

¿Sabes que es la cronopatía? Pues es una palabra que al menos mi diccionario de Word no tiene. Me avisa y la subraya en rojo, para que la corrija. Será que se escribe de forma poco habitual.

Hace unos años tampoco era habitual el uso de la palabra procrastinar, casi todo el mundo se dejaba, y se deja, la r después de la c al hablar de la acción de posponer a un futuro de tiempo infinito. Parece que mañana nos va a dar tiempo a hacerlo todo. Al llegar mañana encontraremos la excusa para dejarlo para pasado.

No he encontrado el término cronopatía en el diccionario de la RAE. Si el de procrastinar, como aplazar, posponer, retrasar, postergar, demorar, retardar, dilatar o aparcar. Un montón de sinónimos para un hábito que a veces practicamos.

He escuchado el término cronopatía a Marian Rojas Estapé, propia de gente que necesita estar haciendo cosas y el “no hacer” les genera ansiedad. Podemos decir que es la necesidad del aprovechamiento patológico del tiempo.

Las personas con cronopatía experimentan ansiedad cuando no están haciendo algo “productivo”, ya que sienten que están desperdiciando el tiempo. Esta condición está relacionada con el estrés y la presión social de ser siempre eficientes, sin permitir momentos de descanso o disfrute.

Obsesión por aprovechar el tiempo que genera ansiedad e insatisfacción
Debo reconocer que tengo cierta obsesión con el tiempo. Para mi el tiempo es vida y desaprovechar el tiempo es desaprovechar la vida. Aunque a veces, lo mejor que se puede hacer es “no hacer”, dejar de hacer, parar.

Puedes pensar que para “aprovechar” el tiempo hay que programar cada minuto, cuando hay veces que es mejor fluir con lo que venga, dedicar la tarde a lo que surja, sin prisa, sin estrés, sin programa. Aunque planificar cada minuto puede parecer/ser eficiente, a veces es mejor fluir sin estrés y disfrutar del presente.

El tiempo pasa, realmente no lo gestionamos, no lo controlamos, solo gestionamos las actividades a las que nos dedicamos en ese tiempo, gestionamos la energía que tenemos. Si dejamos que nos dirija la tiranía del reloj podemos pensar que no hacemos lo suficiente, que no aprovechamos el tiempo. Pero ¿Cuánto es suficiente?

Lo importante con el tiempo y su uso es como nos hace sentir. Una afección común en nuestra sociedad es el estrés, relacionada con el ansioso aprovechamiento del tiempo. Obsesionados con aprovecharlo, nos fijamos en lo que no hemos hecho, y eso nos genera ansiedad.

Tanto querer aprovechar el tiempo nos olvidamos de vivir, de disfrutar del momento. Pensando en lo siguiente, en todo lo que tenemos que hacer, perdemos la capacidad de disfrute, de simplemente estar.

Cada uno escoge como aprovechar su tiempo. Se da la paradoja de que la mejor forma de “aprovecharlo” puede ser “desaprovecharlo”. Aprovecharlo para mí desaprovechándolo desde el punto de vista de la sociedad. Voy a aprovechar la tarde del domingo para parar y disfrutar.

Ya no quedan plazas en el curso de gestión del tiempo que empieza el 15 de octubre. Si quieres que te avise para el próximo, puedes escribir a Clara Martínez en (cmcenicerosf@ubu.es).

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martes, 8 de octubre de 2024

Echarle humor y ganas a la vida

Hoy estoy triste, Javi nos ha dejado, se ha ido con los que caminaron antes que nosotros. El viernes estuvo celebrando su 79 cumpleaños, como él sabía hacerlo, rodeado de familia y gente querida, riendo, cantando y brindando por la vida. Parece mentira que todo cambie tanto en cuatro días.

Llevaba un tiempo de susto en susto, pasando por el hospital para que lo pusiesen a punto. Este enero parecía que ya se iba para el otro barrio, media familia viajó a Fuerteventura y una vez más salió adelante, contra todo pronóstico. Creo que las ganas de vivir le hacían revivir.

Veía todo desde arriba. Contaba como había visto un lago y al fondo del lago mucha gente. Puede que fuese la morfina o que ya estaba con medio pie en la próxima vida. Consiguió la prorroga en el último minuto, como hace el Madrid, su equipo, en muchas ocasiones.

Mi tío Javi ha sido ejemplo para todos de cómo llevar los reveses de la vida con buen humor y seguir adelante con lo que se tiene. En 2003 sufrió un ictus, lo que le afecto a la movilidad y el habla.

En lugar de estarse lamentando, ha vivido plenamente estos 21 años. Hablando con lengua de trapo, contando chistes y anécdotas, compartiendo en familia y con los amigos cada día.

De casta le viene al galgo. Digno heredero del abuelo Eusebio, tampoco se quería ir hasta saber en qué paraba todo esto. Encontraba la parte cómica en cada situación, sacar la sonrisa de lo a veces trágico. Hacía amigos allá por donde pasaba, hablaba con todo el mundo, con una gran espontaneidad.

Mi tío Javi, su sonrisa y buen humor, con la gorra del Madrid (su equipo)
Continúo repartiendo las morcillas “Tere”, así como hacía su padre y después ha continuado haciendo su hijo Miguel. Nos llevó a muchos en la cosechadora y en el tractor cuando éramos niños, contagiándonos la conexión con la tierra y con nuestros orígenes y raíces.

Conectado con las personas, rodeado de amor, cariño y cuidado de su mujer, sus seis hijos y sus nietos. Sus hermanos y hermanas, que son piña y ejemplo para los que venimos detrás. Con los de cerca podía sacar el enfado González, aunque enseguida se le pasaba. Hemos aprendido que también te puedes enfadar y el amor no está en cuestión.

Su ejemplo me recuerda lo importante que es cómo te tomas lo que te pasa, la buena compañía, las raíces y la familia. Confianza suficiente para enfadarte y después poder echar la partida o tomar el vermú, hacer una bromas o disentir sobre cuál es el mejor equipo de fútbol.

Es bonito sentir todo el cariño hacia Javi viendo hoy el WhatsApp. Copio lo que ha escrito mi hermana Susana: “Como diría el tío (y la canción de Rozalén, "El día que yo me muera"): "No lloren porque me fui, alcen la copa y brinden por todo lo que viví" (Javi lo podría decir perfectamente porque vivió disfrutando a tope). Se ha ido siendo muy muy querido. La gente buena no se entierra, se siembra...Hoy, ¡brindo por ti!