domingo, 18 de abril de 2021

Demasiadas cosas pendientes para cargar con todas. Vacía tu mochila para ir más ligero.

Tendemos a acumular. Esto lo sabe cualquiera que haga una mudanza después de estar viviendo dos años en un mismo sitio. Parece increíble la cantidad de cosas que aparecen.

Para un viaje, si no tenemos cuidado, vamos cargando la maleta por si acaso. Pueden ser tantas las circunstancias, los por si acaso, que al final no hay quien lleve la maleta.

Vamos con la mochila demasiado cargada. Acompaño a mi hija Sofía, la autora del dibujo, al colegio cada mañana. Me pregunto si usa lo que lleva en la mochila. Demasiado peso, que sin duda tendrá efectos en su espalda, o en la mía, que cargo con su peso un rato.

Demasiadas cosas para cargar con todas. Dibujo de Sofía Fontaneda

Igual que cargamos la maleta por si acaso, igual que acumulamos en casa, vamos asumiendo tareas, responsabilidades, compromisos que nos van lastrando. Llevamos la mochila demasiado cargada para avanzar.

Es difícil avanzar con demasiados pendientes, con demasiado peso. Esto nos puede pasar en el trabajo, en nuestra vida personal, en casa. Sin darnos cuenta, igual que llenamos la casa, vamos acumulando cosas en la lista de pendientes.

La lista de pendientes puede ser tan larga que se nos pierden cosas si no la revisamos frecuentemente. Nos pasamos la vida reordenando los pendientes, planificando, en lugar de haciendo. Como no hacemos, lo volvemos a planificar para la semana siguiente.

¡Una tarea más! Arrastrar pendientes de una semana a otra.

Abrumados por tantas cosas pendientes la pregunta es ¿tenemos que hacerlas todas? Igual podemos empezar por tachar algunas.

Tenemos la ilusión de que podemos hacerlo todo, somos superhombres o supermujeres con poderes especiales. Si realmente podemos hacerlo todo, no hay problema, solo es cuestión de ir haciendo.

Si la realidad, como suele ser, es que no podemos hacerlo todo, solo nos queda eliminar, decidir qué es lo que no vamos a hacer. Es la única forma de encontrar tiempo para lo que sí vamos a hacer.

Si no decidimos que dejamos y seguimos con nuestra ilusión de poder con todo, habrá cosas que se queden sin hacer. No podemos hacerlo todo, si no eliges que dejas, lo que se quede sin hacer puede ser lo más importante.

No cuenta lo que empiezas, cuenta lo que acabas. No somos más importantes por tener más cosas pendientes, solo estamos más abrumados y con menor claridad.

Si tienes demasiados pendientes es momento de parar, decidir qué es lo que no vas a hacer, decidir qué es lo que otros pueden hacer por ti (puede que te compense pagar por ello) y priorizar lo que queda.

Empezando por lo importante sabes que lo que queda sin hacer es menos importante. Si todo es importante es que nada es importante. Si no eres capaz de distinguir lo que te merece la pena, no podrás priorizar.

Nadie puede priorizar por ti, para cada uno, distintas cosas son importantes. El éxito no es el mismo para todos. Que no te pase como decía Stephen Covey “Toda la vida subiendo por la escalera del éxito, para llegar arriba y darme cuenta de que está apoyada en la pared equivocada”.

¿Qué es lo importante para ti? ¿Qué es lo que valoras? ¿Cuáles son tus valores? ¿Cómo se nota eso en tu agenda? ¿Cómo se nota en tu planificación? ¿Cómo se nota en lo que haces? Tus acciones, tus comportamientos, son los que muestran que es importante para ti.

domingo, 11 de abril de 2021

El contacto nutre y calma; echo de menos estar con los demás, con los viejos amigos

Tanto estado de alarma, tanto confinamiento y aislamiento social, se me está haciendo largo y duro. Echo de menos estar con mucha gente, la riqueza del intercambio de contacto, cariño, pareceres, experiencias y conocimientos. Seguro que no soy el único.

Ahora me siento más social que nunca. Echo de menos a la tribu, empezando por mis dos hermanas que viven un poco más lejos y ahora vemos menos. Echo de menos a muchos amigos, separados ahora por barreras legales o imaginarias.

¡Cuánto daño está haciendo este virus! No solo con los daños físicos a quienes se contagian, sino con los daños emocionales y sociales del aislamiento ¿Cuál será la herencia que nos deje esta carencia de contacto que muchos sufren y sufrimos?

Hemos descubierto nuevas formas de contacto. Me parece útil la telepresencia y en muchos casos habrá eliminado desplazamientos innecesarios. Pero echo de menos el cara a cara, lo practicado por la especie durante miles de años.

Compartir con los viejos amigos (foto tomada de Pixabay: Stevepb)
Aprendemos en lo social. Somos seres indefensos al nacer que aprendemos de nuestros mayores. Aprendemos en el contacto y la comunicación.

La interdependencia es mayor ahora que hace 60 años. Mis abuelos eran capaces de una subsistencia independiente, conocían la tierra, los animales y vivían en esa sostenibilidad a la que nosotros aspiramos.

Evolucionamos porque, lo que alguien de nuestra especie probaba y aprendía en un lugar, se trasladaba a otros con los viajeros, trovadores y mercaderes. Ahora los avances tecnológicos se difunden más rápido, pero ¿qué pasa con los avances sociales?

Del contacto y del intercambio de experiencias aprendemos. Echo de menos las ideas que aparecen cuando otros me cuentan lo que hacen, el aprender de las experiencias de los demás. Esas ideas que se transforman en nuevas formas de hacer. Echo en falta el contacto cara a cara con aquellos que han tomado distintas decisiones, el compartir vidas.

El conocimiento y la experiencia crecen cuando se comparten.

No estamos solos, ahora vivimos en burbujas, afortunadamente todavía tenemos cercanos con los que estar. Ese contacto que nos calma ante tanta incertidumbre.

La semana pasada tuve la primera reunión presencial en el trabajo desde hace más de un año. Sentí la alegría del reencuentro, las ganas de estar juntos, de contar lo vivido. El encuentro se me hizo corto.

Los que vivimos juntos tendemos a parecernos, vivir cosas parecidas. Echo de menos a los que están a media distancia, los que aportan diversidad, nuevas ideas, distintas perspectivas. El camino lo recorremos entre todos.

Echo de menos a esos cercanos que ahora están lejos, a los que tantas veces he tenido cerca y ahora no puedo ver en persona, a sentir cómo están y cómo les va.

De la diversidad se aprende y ahora siento que estoy/estamos perdiendo mucha diversidad. Las barreras nos empobrecen a todos.

Me encanta la frase de “caminamos a hombros de gigantes”, los que han estado antes nos han dejado un legado que nos permite vivir como vivimos.

Espero que las barreras caigan pronto, para poder seguir construyendo juntos ese legado para los que vendrán.

domingo, 21 de marzo de 2021

A partir de cierta edad, cuenta más el estado de conservación que el año de fabricación

Un amigo y compañero de trabajo, ya desde hace años, tiene su tabla de ejercicios que hace todas las mañanas. Estiramientos y esfuerzos matutinos que traen beneficios a lo largo del día, hacen que te encuentres mejor.

Puede no ser fácil mantener la constancia. Me ha dicho, en más de una ocasión, que depende de lo que hagas a los 40 (o a partir de) así estarás a los 70.

La energía y la motivación para mantener la constancia vienen del conocimiento de la ley de causa-efecto. Lo que hagas tiene sus consecuencias. He estado con Miguel Ángel en Yoga, con más de 60 años, y ¡cómo se dobla!

Al principio la diferencia no se nota mucho. Al empezar un trabajo no hay diferencias, o al empezar en un deporte o al ser joven. Poco a poco, con el tiempo y la repetición (la constancia), la diferencia se va notando. La mejora o el mantenimiento se acumula y las diferencias se empiezan a ver. Como dice el dibujo, a partir de cierta edad, se nota más la conservación que el año de fabricación.

Foto tomada de https://twitter.com/zilla_noe; inspiración para el texto
Un concepto menos conocido de la metodología japonesa de Toyota (Lean Manufacturing) es el Muri. El Muri se refiere al sobreesfuerzo para realizar algo, tanto de máquinas como de personas. Cuándo una máquina va más allá de su capacidad sufre consecuencias, especialmente en forma de averías. Lo mismo pasa con las personas cuando vamos más allá de nuestra capacidad. Se debe prestar atención al posible Muri para evitarlo.

Para que todo funcione bien en una fábrica hay que tener un buen mantenimiento. El mantenimiento es un trabajo desagradecido, cuando funciona nadie se da cuenta de que está ahí, no hay averías y si las hay se notan poco. Pero cuando no funciona las averías tienen consecuencias y entonces nos quejamos del mantenimiento.

Lo mismo es para cada uno de nosotros, cuando hacemos un buen mantenimiento con nosotros mismos, casi ni se nota, estamos bien. Si no lo hacemos es cuando nos acordamos de lo bien que se está cuando se está bien.

Se suelen distinguir tres grandes tipos de mantenimiento:

  • Correctivo: se aplica cuando algo falla y hay que arreglarlo. Vamos al taller con el coche porque falla o vamos al médico porque algo está fallando.
  • Preventivo: es lo que se hace para prevenir. El mantenimiento anual del vehículo. En el caso de las personas: ejercicio regular, buena alimentación y descanso son los clásicos. Me atrevo a añadir la buena compañía.
  • Predictivo: Se enciende un piloto que nos avisa, tenemos indicadores de que algo va mal. Puede que tengamos indicadores de nuestro peso o ahora, cada vez más, de otros parámetros. Hay relojes capaces de detectar si estás teniendo un problema cardiaco. Mira a ver qué datos te vendría bien recoger.

Hay veces que ni fallando algo vamos al médico, no tenemos tiempo y vamos tirando con la avería, hasta que se complica y entonces es mucho más difícil.

Tómate el tiempo adecuado para el mantenimiento, así ahorrarás tiempo y especialmente molestias en el futuro. Depende de lo que hagas a lo largo de estos años, así estarás en los futuros.

domingo, 14 de marzo de 2021

Es más fácil viajar con plan, mapa y brújula

Ahora estamos acostumbrados a llegar a cualquier sitio con las indicaciones de Google Maps. Muchas veces nos perdemos parte del camino solo siguiendo sus indicaciones. No hace tanto sabías cómo llegar a una ciudad y una vez allí preguntabas para llegar al destino concreto. Nuestro sentido de la orientación está cambiando.

Hace un par de semanas fuimos a andar al monte, teníamos prevista una ruta espectacular, solemos usar las orientaciones de Wikiloc, pero al llegar al punto de partida no había cobertura y no habíamos descargado los mapas. La ruta estuvo bien, aunque nos perdimos, tuvimos la posibilidad de explorar.

Ayer repetimos, con el mismo objetivo, en este caso con los mapas descargados. Aun así, nos permitimos explorar en los alrededores de la ruta prevista.

Con las orientaciones de quienes habían hecho antes el camino encontramos parajes escondidos, que hubiésemos pasado por alto sin el mapa. La ruta fue impresionante.

Un salto de agua que se nos pasó el primer día. Con el mapa llegamos
Sin conocer el territorio es difícil viajar sin mapa, es fácil perderse, especialmente si vas sin brújula, desconociendo la dirección. Y si tienes mapa, la brújula ayuda a orientarlo.

La brújula en la vida son la misión y los valores:

  • ¿Cuál es tu misión? ¿Para qué haces lo que haces? ¿Por qué lo haces? En qué raíces se apoya y hacia donde te lleva.
  • ¿Cuáles son tus valores? Las cosas que consideras importantes y ¿Cómo vives esos valores? Son tus acciones las que ponen de manifiesto tus valores reales, lo que está en tu agenda. Puedes pensar que la familia es importante ¿Cuánto tiempo le dedicas?

El mapa nos permite diseñar una hoja de ruta, saber dónde estamos y cómo llegar a dónde queremos ir. Podemos diseñar un itinerario que nos apetezca, no solo el destino es lo que pesa, en muchas ocasiones es más importante el camino. En un mapa se muestran hitos importantes, paradas a disfrutar o en las que aprender.

Con el mapa también sabemos si nos estamos desviando y cuánto. Podemos decidir si ese desvío merece la pena. La exploración puede estar más orientada. También podemos soltar el mapa y explorar sin él, para volver cuando lo consideremos oportuno.

He oído muchas veces que en un entorno tan cambiante no merece la pena hacer planes. Lo que no tiene sentido es hacer planes demasiado rígidos, seguro que nos tendremos que adaptar, si cambia el entorno nosotros también hemos de cambiar. Un plan flexible ayuda a mantener la dirección. Puedes cambiar tus planes cuando quieras, eres el dueño de tus planes.

El mapa no es el territorio, solo lo representa y nos sirve para orientarnos. Cuidado con los mapas anticuados, la realidad cambia y ahora muy rápido. Si puedes encontrar un guía que te pueda orientar y que pueda echar un vistazo a tu mapa para ver si está actualizado mejor. ¿Con quién te irías a vivir a la selva? ¿Con alguien que tenga un mapa o con quién haya estado viviendo allí varios años?

Con un buen mapa, preguntando a quien sabe y ha hecho el camino, una brújula y una hoja de ruta será fácil encontrar la compañía adecuada para disfrutar del camino y de la meta.

domingo, 7 de marzo de 2021

Dejar de posponer, vencer la pereza, la apatía o la desgana

La apatía es la falta de emoción, asociada con falta de motivación o entusiasmo. Los grados y las causas son múltiples, algunas de ellas pueden ser la falta de expectativas, el desgaste emocional y la falta de refuerzo.

En la apatía nos abandonamos a la falta de actividad física, mental y social. Si teníamos-queríamos hacer algo que vamos posponiendo, nos sentimos culpables, faltos de fuerza de voluntad, hasta he oído decir eso de “soy imbécil”. Sabiendo lo que tengo que hacer lo he ido dejando hasta que parece demasiado tarde o, en el peor de los casos, es demasiado tarde.

Todos podemos recordar algún momento de estudios donde costaba ponerse a estudiar, cualquier cosa parecía más interesante, ver una película o hasta fregar los platos.

Pereza, apatía o desgana. Dibujo de Leyre Fontaneda

La experiencia me indica que lo que más cuesta es ponerse, empezar, vencer la barrera de la pereza. Una vez comenzado, la inercia invita a continuar. Nos podemos poner sin ganas, solo por cinco minutos, y los siguientes cinco minutos serán más fáciles.

Los pensamientos “me tenía que poner a…” junto con “el último vídeo, la última partida…” hacen que pase un minuto, diez, una hora, un día, un mes y hasta un año. El cargo de conciencia se acumula, la sensación de fracaso, de ser incapaz.

Empezar es la salida, es el primer paso el que lleva a un viaje de 100 millas o más. Una vez comenzado el viaje, con constancia se llega. Y es que no hay misterios, para estar en forma hay que hacer ejercicio (y empezar en algún momento), para dominar un idioma o las matemáticas sucede lo mismo. Empezar, dar el primer paso, y continuar, seguir dando pasos.

Puede ayudar encontrar la motivación, ya sea en el camino (algo que disfrutar) o en la meta. Lo bien que te vas a sentir una vez lo hayas conseguido.

No hace falta esperar al momento límite, a la frase “es que funciono mejor bajo presión”. La presión, es estrés, acaba pasando factura.

Además, el momento límite solo llega para algunas cosas, que tienen marcada fecha. Hay otras cosas importantes, sin fecha límite, en las que la presión nunca llega y cómo “solo” trabajamos bajo presión, nunca las hacemos.

Observa eso que lleva mucho tiempo entre lo pendiente, que tú sabes que es importante para ti y aun así se queda sin avanzar, incluso sin comenzarse. Decide si es momento de empezar o quizá de tacharlo de la lista de pendientes. Si el momento no es ahora ¿cuándo?

La apatía, la desgana (falta de ganas) muchas veces se vencen empezando, lo que más cuesta de correr es ponerse las zapatillas y salir, después es más fácil disfrutar del camino.

domingo, 28 de febrero de 2021

Falta la energía y no el tiempo

No es cuestión de tiempo. Muchas veces “¡¡¡No tengo tiempo!!!” es una excusa que nos ponemos. Todos los días tenemos 24 horas, vivimos en el tiempo, con el tiempo. El tiempo es vida.

Cuando “no tenemos tiempo” para algo me pregunto si el problema no es otro. Es increíble lo que conseguimos hacer en una hora con la idea clara de lo que queremos y la motivación adecuada.

Cuánto tiempo se nos escapa entre actividad y actividad, revoloteando antes de dar el siguiente paso. De dónde vienen las dudas, de dónde la pereza, por qué cuesta tanto empezar.

Hay veces que la clave no es la gestión del tiempo, es la gestión de la energía ¿Cómo estás de energía hoy? Si no tienes energía ¿Dónde la vas a encontrar?

El conejo de Duracell, paradigma de la energía que dura y dura...

Cada uno cargamos pilas de una manera. Unos cargan energía subiendo a una montaña, otros sienten pereza solo de pensarlo. Algunos cargamos las pilas fuera de casa (menuda faena con el confinamiento), otros acurrucados en el sofá. Estar con gente te puede dar o quitar energía, depende de con quién pases el rato. Puede que dormir mucho te recargue o puede que dormir demasiado te deje hecho polvo.

Encuentra tu manera de enfocar el día con la energía adecuada, encontrar la energía para cada actividad que empiezas y quieres. Muchas veces la energía estará en la ilusión, en la motivación (encontrar el motivo para la acción), el propósito.

Puede que te de energía pasarte horas jugando al ordenador o puede que ese sea tu sumidero de energía, tu escape porque no te motiva lo que haces. Puede que el trabajo te deje agotado o puede que salgas con más energía de él. O puede ser solo parte del trabajo la que te de energía y otra parte la que te la quite.

Soy profe y cada clase es como un chute de energía, me encanta. El trabajo burocrático, por otra parte, me chupa la energía. Los exámenes me quitan más energía como profesor que cuando era alumno.

Lo que te gusta, lo que disfrutas, normalmente te da energía. Por eso, para unos, hacer ejercicio les descansa y a otros les agota. En muchas ocasiones encontrar la energía está en la dosis, en la cantidad de clases, de ejercicio.

Es curioso como los niños agotados de repente reviven y están corriendo, lo he visto muchos años en campamentos, llegando de una marcha en la que no podían dar un paso más y a los cinco minutos estaban con el balón. Mi hija, con 8 años, me dio la clave, me dijo “los niños tenemos dos bidones de energía, uno para lo normal y otro para las cosas que nos gustan”. Ese es el bidón de repuesto.

Me doy cuenta de que hay días en los que, aunque no tengo nada en la agenda, no encuentro el momento para nada. Realmente, lo que no encuentro es la energía para ponerme y me puedo distraer con cualquier cosa. Es muy fácil que la mañana pase sin hacer nada, incluso sin darme cuenta.

Te deseo que encuentres la energía para hacer lo que te apetece o te toca ¿Ya sabes que es lo que te da energía? Me encantará saberlo si pones un comentario. A cada uno lo suyo.

domingo, 21 de febrero de 2021

Tantas cosas pendientes que no hago nada

 Tantas cosas pendientes, tantas posibilidades, que no hago nada. Estamos rodeados de opciones, tanto en el entorno personal como en el profesional.

La lista de tareas no es una lista cerrada, a pesar de tener muchas pendientes siguen entrando tareas nuevas. Algunas llegan para quedarse, al ser tareas repetitivas. Otras se quedan aparcadas y si no podemos fechas ya ni nos acordamos desde cuando están ahí. Las tareas se van acumulando.

Hay momentos en que las tareas son tantas, algunas tan importantes, que nos sentimos abrumados. Sin saber muy bien por dónde empezar, vamos saltando de una tarea a otra, sin avanzar realmente en ninguna.

Dibujo de Leyre Fontaneda. El estrés que paraliza.

Es el problema de la multitarea, el tiempo se nos escapa cambiando de una actividad a otra. Los tiempos muertos se alargan. Podemos acabar el día con la sensación de no haber parado y a la vez no haber hecho nada.

Quizá es momento de parar, repasar la lista y decidir, elegir. No es cierto el dicho de que “el que quiere puede”, la realidad es que no podemos hacerlo todo. Por intentar hacerlo todo podemos no acabar nada.

Las actividades pendientes son posibilidades, que podemos vivir como obligaciones, cosas del lenguaje. Es claro que tenemos que sufrir y aceptar las consecuencias de lo que no hacemos, quizá algo que vivimos como una obligación. Y también podemos disfrutar y aceptar las consecuencias de lo que si hacemos. Mejor si escogemos qué vamos a hacer y qué no.

Si la lista te abruma, si es demasiado larga, para y decide. Asume la responsabilidad de tus decisiones. Quizá tienes que hablar con tu jefe, si es que tienes demasiadas tareas laborales. Quizá tienes que hablar con tu pareja o con quien convives, si cargas demasiado en casa. Si no puedes hacerlo todo, es en interés de todos el hacer una buena elección.

O quizá sientes qué sí puedes hacerlo todo y que eso tendrá consecuencias tanto positivas, por el esfuerzo realizado, como negativas, por el desgaste sufrido. Tú decides cuanta carga quieres llevar y cuanto desgaste quieres acumular.

Mi experiencia me dice que cuando estás abrumado es buen momento para parar y mirar. Solo el que mira puede ver con más detalle y más lejos.

Reserva y protege tiempo para lo importante, para las actividades y personas importantes, lo demás irá encontrando su lugar.

Para lo suficiente para decidir y continuar, evitando quedar atrapado en demasiadas cavilaciones, escapando de la parálisis por el análisis. Si sabes escucharte, muchas veces tu cuerpo sabe que es lo que quieres y te conviene.

En cualquier caso, es la aventura de la vida ir eligiendo qué camino tomar entre los muchos que se nos presentan. El camino a tomar dependerá de hacía dónde quieras ir y cuanto podrás disfrutar del paseo, el equilibrio entre la meta y el proceso.

domingo, 14 de febrero de 2021

Teletrabajo: ¿Dónde están los límites entre la vida personal y el trabajo?

 El COVID-19, el cierre de espacios de trabajo, de aulas, el distanciamiento social, ha cambiado la forma de relacionarnos y trabajar. El teletrabajo se ha extendido y cada vez son más los que trabajan desde casa o de una forma flexible y deslocalizada. Parte de este cambio se quedará una vez que la pandemia haya terminado.

La gestión de personas a través del control de presencia se dificulta. En muchos entornos se suponía que el que estaba en el trabajo trabajaba, aunque fuese de forma poco productiva (presentismo); el “jefe” controlaba lo que se hacía. En entornos de trabajo deslocalizados se hace más necesario el trabajo por objetivos, con una mayor autonomía del trabajador.

Se producen cambios evidentes en el uso del tiempo, con una reducción de los desplazamientos y mayor posibilidad de organizar los tiempos de trabajo de una forma más flexible. Flexibilidad acompañada de ventajas e inconvenientes.

El equilibrio vida personal-trabajo se transforma, borrándose los límites entre espacios. La flexibilidad puede facilitar la conciliación o se puede producir una invasión de los espacios personales por el trabajo o del trabajo por las actividades personales.



Mayor autonomía supone mayor responsabilidad. Entendiendo responsabilidad por la habilidad para responder. Para tener esa habilidad son necesarias ciertas competencias que influirán en el tiempo y rendimiento del trabajo:

  • Auto-organización, capacidad de establecer objetivos, planificarse y ejecutar el plan.
  • Encuentro de nuevos equilibrios hogar-trabajo: espacios, horarios y responsabilidades. Renegociación de roles.
  • Manejo de las nuevas tecnologías y su aplicación al trabajo deslocalizado. Digitalización del entorno próximo.
  • Creación de espacios adecuados: en casa o en centros de trabajo compartido. Con la transformación del espacio de trabajo tradicional, adaptándolo a una presencia del trabajador más limitada.

La relación personal con los compañeros, los encuentros cara a cara, son necesarios y facilitan la comunicación. También hay muchas actividades y objetivos que resultan más fáciles en los entornos tradicionales. La investigación parece poner de manifiesto que los mejores resultados, para las personas y para la empresa, se producen con una combinación adecuada de presencia tradicional y teletrabajo.

Cada puesto, responsabilidad y trabajador funciona mejor con distintas combinaciones. Es necesario encontrar la proporción adecuada entre teletrabajo y trabajo con presencia en la empresa. Una combinación adecuada maximiza ventajas minimizando inconvenientes ¿Cuál es la combinación que mejor funciona para ti y para tu trabajo?

domingo, 7 de febrero de 2021

¿Cómo quieres salir de la época de vacas flacas? ¿Antes o más tarde? ¿Mejor o peor preparado? De ti depende

Estamos en época de vacas flacas, las cosas están difíciles, un año 2020 donde un coronavirus nos ha llevado a confinarnos, a desconfiar y a una gran crisis económica, que continua en el 2021. Las crisis no son nuevas, llegan cada cierto tiempo, en ocasiones por sorpresa y otras veces las estamos esperando.

La parábola de las 7 vacas gordas y las 7 vacas flacas invita a prepararnos en tiempos de bonanza para los tiempos difíciles. Guardar parte del grano que sobra para el momento en el que la cosecha es más escasa.

Vacas gordas y vacas flacas (foto tomada de Joan en Twitter)

La ley de la cosecha nos dice que recoges lo que siembras, aunque no siempre. En ocasiones el mal tiempo u otros factores puede arruinar la cosecha. Lo que está claro es que si no siembras no recoges.

Es más fácil sembrar cuando hay abundancia. Si nos tenemos que comer el grano que teníamos para sembrar eso condicionará la cosecha futura. Si queremos recoger en el futuro, tendremos que reservar un grano escaso en tiempos de crisis para sembrar.

Los ciclos nos acompañan. Hay momentos propicios (puede que más fáciles) y desfavorables (quizá difíciles). Las crisis nos pueden impulsar a renacer, a buscar que es lo que podemos hacer y hacerlo. Podemos lamentarnos de la situación o hacer lo que podemos para mejorar, para salir de la crisis con algo aprendido.

Las crisis no son solo económicas, las hay de diversos tipos:

  • Si cuando estamos saludables dejamos de cuidarnos, suponiendo que la salud se cuida sola, nos dedicamos a los excesos, a una vida sedentaria y poco saludable, cosecharemos un deterioro de la salud.
  • Si descuidamos los amigos, nuestras relaciones, con tiempo pueden desaparecer y nos podemos sentir solos.
  • Ante la abundancia de tiempo a comienzo de curso y la lejanía de los exámenes, nos relajamos y nos olvidamos de que la época de cosecha llegará. Al llegar los exámenes es más difícil ponerse al día, aunque siempre es mejor intentarlo que abandonarse a la queja y la desesperación.

Quizá esta crisis no la hemos creado nosotros (o quizá sí), quizá no nos ha pillado preparados (o quizá sí), quizá no estés sufriendo (o quizá sí). Lo que está claro es que lo que hagamos ahora influencia dónde estaremos en el futuro (Ley de causa-efecto).

Normalmente tenemos claro que hacer, seguro que si vieses a alguien en tu situación tendrías un consejo que darle ¿Qué consejo te das a ti mismo en la situación en la que estás?

La segunda parte es hacer lo que hay que hacer, aunque en los momentos difíciles es más complicado, por eso son momentos difíciles. Si se nos ha olvidado hacer cuando era más fácil (estudiar con tiempo) habrá que hacerlo cuando es más difícil (con los exámenes a la vuelta de la esquina).

Se dice que las crisis nos hacen más fuertes, creo que solo será cierto si encaramos la crisis adecuadamente. Si hacemos lo que tenemos-podemos hacer, en lugar de hundirnos en la queja y la desesperación. Aunque no sea fácil.

De lo que hagas hoy depende tu cosecha futura. Te animo a hacer lo que tienes que hacer para llegar a tu objetivo (si es que lo tienes claro).