domingo, 21 de febrero de 2021

Tantas cosas pendientes que no hago nada

 Tantas cosas pendientes, tantas posibilidades, que no hago nada. Estamos rodeados de opciones, tanto en el entorno personal como en el profesional.

La lista de tareas no es una lista cerrada, a pesar de tener muchas pendientes siguen entrando tareas nuevas. Algunas llegan para quedarse, al ser tareas repetitivas. Otras se quedan aparcadas y si no podemos fechas ya ni nos acordamos desde cuando están ahí. Las tareas se van acumulando.

Hay momentos en que las tareas son tantas, algunas tan importantes, que nos sentimos abrumados. Sin saber muy bien por dónde empezar, vamos saltando de una tarea a otra, sin avanzar realmente en ninguna.

Dibujo de Leyre Fontaneda. El estrés que paraliza.

Es el problema de la multitarea, el tiempo se nos escapa cambiando de una actividad a otra. Los tiempos muertos se alargan. Podemos acabar el día con la sensación de no haber parado y a la vez no haber hecho nada.

Quizá es momento de parar, repasar la lista y decidir, elegir. No es cierto el dicho de que “el que quiere puede”, la realidad es que no podemos hacerlo todo. Por intentar hacerlo todo podemos no acabar nada.

Las actividades pendientes son posibilidades, que podemos vivir como obligaciones, cosas del lenguaje. Es claro que tenemos que sufrir y aceptar las consecuencias de lo que no hacemos, quizá algo que vivimos como una obligación. Y también podemos disfrutar y aceptar las consecuencias de lo que si hacemos. Mejor si escogemos qué vamos a hacer y qué no.

Si la lista te abruma, si es demasiado larga, para y decide. Asume la responsabilidad de tus decisiones. Quizá tienes que hablar con tu jefe, si es que tienes demasiadas tareas laborales. Quizá tienes que hablar con tu pareja o con quien convives, si cargas demasiado en casa. Si no puedes hacerlo todo, es en interés de todos el hacer una buena elección.

O quizá sientes qué sí puedes hacerlo todo y que eso tendrá consecuencias tanto positivas, por el esfuerzo realizado, como negativas, por el desgaste sufrido. Tú decides cuanta carga quieres llevar y cuanto desgaste quieres acumular.

Mi experiencia me dice que cuando estás abrumado es buen momento para parar y mirar. Solo el que mira puede ver con más detalle y más lejos.

Reserva y protege tiempo para lo importante, para las actividades y personas importantes, lo demás irá encontrando su lugar.

Para lo suficiente para decidir y continuar, evitando quedar atrapado en demasiadas cavilaciones, escapando de la parálisis por el análisis. Si sabes escucharte, muchas veces tu cuerpo sabe que es lo que quieres y te conviene.

En cualquier caso, es la aventura de la vida ir eligiendo qué camino tomar entre los muchos que se nos presentan. El camino a tomar dependerá de hacía dónde quieras ir y cuanto podrás disfrutar del paseo, el equilibrio entre la meta y el proceso.

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