Pedir
un tiempo muerto puede cambiar un partido. El tiempo muerto está presente en
muchos deportes: baloncesto, vóleibol, balonmano, béisbol. El tiempo muerto
puede cambiar la dinámica del juego, se puede aprovechar para bajar las
revoluciones si el partido está caliente, para preparar la siguiente jugada en
momentos importantes, cortar una buena racha del rival o una racha de fallos
propios.
Petición de tiempo muerto en baloncesto. Con el árbol de la vida de fondo |
También
se puede sacar a un solo jugador de la cancha, en muchos deportes durante un
rato, para que descanse, para hablar con él, para que cambie de mentalidad o suelte
un cabreo, que le puede llevar a acciones poco apropiadas en el campo.
Esto
funciona en los deportes y funciona en la vida. Puedes pedir un tiempo muerto, tomarte
una pausa, de unos segundos, de minutos, horas, días o meses… Depende de
distintos factores. Una pausa puede cambiar tu vida, más de lo que cambia un
partido. Pausar si hay algo que no funciona o para encontrar nuevas ideas.
Tomarse
una pausa, en una cultura que valora tanto la actividad, donde parar parece un
pecado, cuesta, puede dar vértigo, es cómo acercarse a un precipicio. Si paro
igual me doy cuenta de que es lo que estoy tapando con tanta actividad.
Tengo
un compañero en la Universidad que suele poner los pies encima de la mesa y
recostarse en la silla. Un día que me lo encontré así le dije si no le
preocupaba que lo viesen. Me contestó “Revindico el derecho de los profesores
universitarios para pensar”. No es necesario poner los pies encima de la mesa,
pero es una forma de cambiar el foco, parar de escribir en el ordenador y dejar
espacio para que surjan nuevas ideas.
Me encanta
pensar en compañía y paseando. Los peripatéticos eran alumnos de Aristóteles,
que enseñaba caminando. Un paseo puede ser una pausa, sobre todo ahora que pasamos
tanto tiempo sentados. Levántate y anda, quizá se te ocurran nuevas ideas.
Cuando
tenemos que resolver un problema hay veces que no queremos levantarnos hasta resolverlo,
sobre todo si es importante. Lo que nos enseña la experiencia es que, a veces,
al dejarlo reposar, aparece la solución. Nuestro cerebro sigue trabajando en
segundo plano, encuentra nuevas relaciones, encontramos nueva inspiración. La
solución a un problema de matemáticas con el que estamos atascados aparece al
ir al baño ¡¡Eureka!! Cómo no se nos ocurrió antes.
Si
estamos agotados llega un momento que no rendimos. Descansados podemos hacer en
minutos algo que en otras ocasiones nos lleva un par de horas. También saber
que vamos a parar nos hace rendir más el tiempo que nos queda, nos ayuda a cerrar
lo que tenemos entre manos.
Parar
no solo nos permite descansar, nos abre a nuevas formas de pensar, nos permite
nuevas experiencias y conexiones, nos saca de lo de siempre y nos lleva a
nuevos lugares.
La
pausa ayuda a coger distancia, perspectiva. Hay cosas que no ves de cerca y en
cuanto tomas distancia las puedes ver. Necesitamos dar un paso atrás, para ver
con más amplitud. Si sigues haciendo lo mismo, de la misma forma, no te darás
cuenta de lo que es evidente si paras.
Me doy
cuenta de lo importante cuando paro, abro los ojos y el corazón, para mirar y
sentir. Aparecen pistas para la cabeza sobre las que pensar.
No es
fácil parar, somos muchos los adictos a estar ocupados. Aprender a parar es
como aprender a andar, poco a poco, paso a paso.
Las religiones
tienen mucho que enseñarnos. En el Sabbat los judíos paran. Los domingos
paramos los cristianos. Dios descanso (paró) al séptimo día ¿Qué día paras tú?
¿Cuándo paras?
¡Qué
bien suena un año sabático! Que no es un año para no hacer nada, sino es un año
para parar lo habitual, hacer una pausa, haciendo cosas diferentes, aprender de
la experiencia y volver con ideas y energías renovadas.
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