El primer paso para superar un problema es reconocerlo, darte cuenta. Llevo un tiempo sintiendo el móvil como una chupeta: cuando estoy aburrido, cojo el móvil; cuando me bloqueo con algo, cojo el móvil; cuando me toca esperar, cojo el móvil; para descansar de una tarea, cojo el móvil; hasta para ir al baño, cojo el móvil. Además, en ocasiones, me quedo enganchado, lo que iban a ser cinco minutos se convierte en media hora.
El chupete digital, que nos calma y nos entretiene |
¿Has
sentido alguna vez el móvil como un chupete que te da calma, te entretiene, te
reconforta? El uso del móvil para los adultos se ha convertido en una metáfora
del uso del chupete para los niños, cuando queremos que duerman, lloran o están
inquietos, les ponemos una chupeta. Con el tiempo y cuando crecen ¡Cuánto
cuesta en ocasiones que algunos peques dejen el chupete! Están enganchados.
Ante
la menor señal de aburrimiento, ansiedad o incertidumbre, sacamos nuestro
dispositivo y nos sumergimos en el mundo virtual. Este constante recurso al
móvil nos está robando momentos valiosos de nuestra vida real. Lo virtual nos
aleja de lo real, que tenemos al lado.
Vivir
nuestro tiempo implica más que simplemente pasar de un estímulo digital a otro.
Implica sumergirnos en el presente, ser conscientes de nuestro entorno y de
nuestras emociones, y encontrar formas significativas de ocupar nuestro tiempo.
En lugar de recurrir automáticamente al móvil.
También
nos aleja de quienes tenemos cerca. Consultar el móvil en medio de
conversaciones, reduce nuestra atención, nuestra conexión personal. Todavía me
llama la atención llegar a clase a las 8.15 de la mañana, cuando hay unos 10
alumnos que han llegado antes y está cada uno sentado en su sitio, con el
móvil, en lugar de compartir con el que tienen al lado.
Me
descubro, a veces, mientras veo una película, jugando con el móvil o consultando
las redes sociales. Resulta que no me entero del todo de la película, tampoco
es un drama. Lo que pasa es que no me doy cuenta de que a veces no me entero de
la película de mi vida, no me entero de lo que pasa a mi lado o no me entero
del todo de lo que me pasa dentro, porque anestesio mis emociones con el móvil.
No se
trata de demonizar el uso del móvil. Es una gran herramienta que puede
facilitar la comunicación, el aprendizaje y la productividad. Sin embargo, se
trata de encontrar un equilibrio saludable y aprender a utilizarlo de manera
consciente. Su uso excesivo puede generar dependencia, afectar nuestras
relaciones interpersonales y nuestra salud mental.
El
reto es encontrar ese equilibrio, ser conscientes de cuándo estamos recurriendo
a él de manera compulsiva. Dos alternativas posibles:
- Establecer límites de tiempo, dedicar tiempo sin pantallas y buscar actividades alternativas. Fijar un tiempo para estar con el móvil. O mejor aún, fijar un tiempo para no estar con él. Dueño del móvil y no su esclavo.
- Utilizar la regla de la abuela, contar hasta diez. La próxima vez que sientas la tentación de recurrir al móvil, para, cuenta hasta diez o espera treinta segundos, reflexiona y decide si realmente quieres/necesitas coger el móvil.
Como
cualquier chupete, cualquier adicción, cualquier comportamiento obsesivo
compulsivo, no es fácil deshacerse de él. Darte cuenta de cómo te condiciona es
el primer paso ¿Es el móvil para ti un chupete digital?
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