martes, 2 de abril de 2024

Esclavos del reloj. El cambio de hora da pistas sobre nuestra relación con el reloj

Este fin de semana, en España, el domingo ha tenido 23 horas en lugar de las 24 horas que tienen los días habitualmente. Tocaba cambio de hora de primavera, a las dos había que poner el reloj a las tres. Si habitualmente ya sentimos que nos faltan horas con 24 ¿Qué tal ha ido con 23? ¿Lo has notado mucho? ¿Todavía lo estás notando?

Ahora amanece una hora más tarde y anochece una hora más tarde. No porque la naturaleza se haya vuelto loca, sino porque hemos acordado cambiar la hora del reloj. El sol sigue a su ritmo, sale cuando toca y se esconde cuando toca.

Me parece una buena metáfora de cómo ahora nos gestionamos por el reloj en lugar de por el sol, o por las necesidades de nuestro cuerpo. El domingo habrá sido un día diferente, igual has retrasado la hora de levantarte o de comer, porque a la hora habitual todavía tenías sueño o no tenías hambre. Para tu cuerpo todavía era una hora antes.

Mira que quitarnos una hora del domingo, ya nos la podían haber quitado del lunes. Si has vivido el domingo sin reloj, igual sientes que te la han quitado del lunes, que es cuando tienes la obligación de ir a trabajar o de cumplir otros horarios.

El cambio de hora: a las dos serán las tres (El reloj manda)
Nos lleva unos días adaptarnos, como cuando tenemos jet lag al cambiar de uso horario, las distintas horas que nos rigen en distintos lugares. Por mi parte me cuesta más adaptarme cuando vengo de América a Europa que cuando voy de Europa para América.

El cambio de hora nos genera un mini-jet-lag. El cuerpo se tiene que adaptar al nuevo desfase entre la hora del reloj y la hora del sol. Nuestro cuerpo se rige por el sol, nuestra vida social habitualmente por el reloj.

Los relojes facilitan ponernos de acuerdo, es una herramienta para la comunicación social. Nos ayudan a programar nuestros días, con los demás y con nosotros mismos. Quedamos a una hora para dar un paseo, tomar un café. Nos sirven para ver cómo vamos de tiempo.

Te lo digo yo, que a veces me obsesiono con el tiempo y con la cantidad de cosas que tengo/quiero hacer. Así me convierto en ocasiones en esclavo del reloj, olvidándome de mi ritmo natural, el que marca el sol y el cuerpo.

Nos convertimos en esclavos del reloj cuando la hora parece gobernar nuestras vidas. Pendientes del reloj desde que nos levantamos hasta que nos acostamos. Corriendo contra el tiempo para cumplir horarios, en una carrera frenética contrarreloj, como si la vida fuese un sprint interminable. Prisioneros de un reloj que define nuestra existencia diaria.

Para mí la clave está en el equilibrio. Usar el reloj a tu servicio, para aumentar la consciencia del día y del paso del tiempo sin obsesionarte. También como herramienta eficaz para coordinarnos con otros. No dejando de lado la capacidad para escuchar el cuerpo, cuando necesita descanso, alimento, compañía o levantarte a dar un paseo; lo que te vaya diciendo.

Esta semana es una oportunidad especial para escuchar tu cuerpo, irte adaptando dentro de tus posibilidades al nuevo horario. Darte cuenta de que los horarios nos los imponemos, cuando estamos pendientes del reloj. Tenemos la oportunidad de diseñar para nosotros nuevos horarios, que se adapten a lo que necesitamos.

Dejar de correr, olvidando lo que necesita nuestro cuerpo, adaptar el reloj a nuestras necesidades personales. Diseñar horarios que se ajusten a nuestras vidas, con mayor armonía y consciencia.

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