sábado, 30 de noviembre de 2019

¿Dueños o esclavos del reloj y del tiempo?

Los niños son grandes maestros de vida, de cómo vivir, de cómo disfrutar su tiempo, estando en el presente, en el momento, en el ahora. Muchas veces eso a los padres, que vivimos con prisa, nos desespera.

El sábado pasado tenía que llevar a mi hijo Juan, de ocho años, a jugar con unos amigos, le dije, en media hora salimos, y él replico que no sabía cuánto era media hora, hasta ahora no ha usado reloj. Así que se me ocurrió que tenía uno que podía regalarle para que entendiese el tiempo.

Al darle el reloj me quedé con una extraña sensación. Juan encantado porque le había regalado un reloj y yo sintiendo que lo estaba metiendo en un mundo no tan bonito, el de estar mirando el reloj, el de “no tengo tiempo”, en un mundo de cierta esclavitud.

Ahora él era responsable de darse cuenta de cuanto eran treinta minutos, de saber cuánto tiempo le lleva prepararse y el encargado de que llegásemos a la hora.

En mi obsesión por la gestión del tiempo me di cuenta de que el primer paso es sentir y entender lo que es el paso del tiempo, lo que te lleva hacer cada cosa. Teniendo esa medida parece que gestionarás el tiempo, aunque lo que gestionas no es el tiempo, son las actividades que haces, el tiempo se limita a ir pasando.

Sentimientos contradictorios al de ir acompañando a Juan al mundo de la medición del tiempo (cronos). Para los griegos había dos tipos de tiempo:
  • Cronos, que es el tiempo de reloj, el que medimos, algo cuantificable.
  • Mientras Kairos es el tiempo adecuado para cada cosa, el momento oportuno, de tipo cualitativo.

Los niños disfrutan de Kairos y por eso nunca tienen prisa de desayunar para ir al colegio, no saben lo que son 15 minutos.

Cronos o Kairos. Los niños disfrutan jugando (sin preocuparse del reloj). El reloj lo ponemos los adultos

Bien es cierto que Cronos nos ayuda a comunicarnos, poder quedar y coordinarnos. Hay muchas cosas que serían más difíciles sin reloj ni calendario. Tener una hora común nos ayuda a ponernos de acuerdo, el reloj es una herramienta útil y que en muchas ocasiones se convierte en imprescindible.

Me encanta la puntualidad y en cierto punto hay veces que me obsesiono con el tiempo. Los años me van enseñando a volver a ser paciente, a no enfadarme, a no ponerme nervioso, porque algunas veces las cosas empiezan tarde (aunque sigo intentando que las cosas comiencen cuando tienen una hora fijada hay veces que es mejor ser flexible). Y algunas veces, aún saliendo pronto para llegar puntual, algo se tuerce y llego tarde.

Hoy con Juan nos hemos despistado, tenía una clase de pádel que le encanta a las 11 y nos hemos acordado a las 11.15. Cuándo se lo hemos dicho lo único que ha dicho es que él no sabía qué hora era, se ha vestido como una bala y a las 11.30 estábamos en la pista. Ha disfrutado de estar jugando el rato que ha estado (kairos), no se ha enfadado por llegar tarde, lo que quizá me hubiese pasado a mí y me hubiese impedido disfrutar de lo que sí había, un rato con la raqueta y los amigos.

Cómo reflexión que me queda, no obsesionarme con el tiempo, saber vivirlo cómo un niño cuando juega. El reloj puede liberarnos o esclavizarnos según como nos relacionemos con él. Dejar el mundo de la prisa, no tratar de meter demasiadas cosas en poco tiempo e ir más despacio, de acuerdo con el tiempo que necesite cada cosa.

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