Decía
Séneca “ningún viento es favorable para el marino que no sabe a qué puerto se
encamina” o en el país de las maravillas de Lewis Carroll Alicia le pregunta al
gato: “¿te importaría decirme, por favor,
qué camino debo tomar?” A lo que el gato contesto: “Eso depende en gran medida de adónde quieres ir”, “¡No me importa mucho
adónde...!” dijo Alicia; “Entonces,
da igual la dirección” termino el gato, añadiendo “¡Cualquiera que tomes está bien...!”
Foto de José García |
¿Dónde
quieres ir? ¿Qué es lo que quieres? Parecen preguntas fáciles y nos las podemos
hacer en cualquier marco temporal. ¿Dónde quieres ir esta tarde? ¿Qué quieres
hacer hoy, mañana? ¿Qué quieres hacer esta semana, mes o año? Y pensando más a
largo plazo ¿Qué quieres hacer con tu vida? ¿Dónde quieres ir? ¿Cuál quieres
que sea tu legado?
A mí me
gusta plantearme la pregunta cada día ¿Qué es lo que si hiciese hoy haría que
me fuese a la cama satisfecho? Y cada semana, un plazo de planificación
ecológico, que podemos mantener en la cabeza ¿Qué es lo más importante esta
semana? ¿Qué es lo que si hiciese esta semana la convertiría en una semana
satisfactoria?
Existen
dos creaciones de cualquier cosa, primero está la creación mental (imagino como
voy a hacer una casa, como voy a escribir esta entrada) y después está la
creación física (el momento de hacer, llevarlo a la realidad). En mi imaginación ya estoy viendo el
resultado que pretendo, ese resultado me anima y motiva a hacer lo necesario
para conseguirlo.
Hay una
diferencia en vivir por vivir y en vivir con un propósito, cuál es el sentido,
el para qué de mi vida. Conociendo el propósito es más fácil decidir qué es lo
importante y que no lo es. Si quiero conocer mi propósito en la vida debo pasar por
el autoconocimiento.
Para
entrar en el Oráculo de Delfos en la Antigua Grecia se encontraba la
inscripción “Conócete a ti mismo”. Decía Alejandro Magno que “Conocerse a uno
mismo es la tarea más difícil porque pone en juego directamente nuestra
racionalidad, pero también nuestros miedos y pasiones. Si uno consigue
conocerse a fondo a sí mismo, sabrá comprender a los demás y la realidad que lo
rodea”.
Las grandes
empresas dedican tiempo a definir su MVV: Misión (su para qué), su Visión
(dónde se ven en 3 o 5 años) y sus Valores (qué es lo que valoran, que es
importante en la empresa). Todos los años revisan, ajustan, pulen o redefinen
su plan estratégico, que empieza con su MVV.
Tú eres
tu empresa más importante ¿Haces lo mismo? ¿Sabes lo que es importante para ti?
¿Lo tienes por escrito? ¿Qué hay de tu misión? ¿Tú “para qué” está determinado
por escrito? ¿Dónde te ves dentro de cinco años? Con salud seguro que estamos
en algún sitio, ¿ese sitio es donde querías estar? ¿Estás ahora donde querías
estar hace cinco años?
Misión,
para qué estoy en este mundo, puede resultar etéreo, quizá pueda ser más fácil
decir ¿cuál quiero que sea mi contribución? Stephen Covey propone el ejercicio
del funeral, si estuvieses en tu entierro ¿Qué te gustaría que dijese un
familiar (tu hijo, padre, hermana…)? ¿Un amigo? ¿Un compañero de trabajo?
¿Alguien de la comunidad dónde vives?
Para
definir la visión, qué tal preguntarte ¿Cuál es tu sueño? ¿Cómo te sueñas
dentro de cinco años? ¿Cuál es el camino hasta llegar allí? Eso permitirá
marcar el rumbo, establecer las etapas, definir las sendas para convertir ese
sueño en realidad.
El
segundo hábito de los siete recomendados por Stephen Covey para ser altamente
efectivos es empezar con un fin en mente. Te propongo, si no lo has hecho ya,
que definas tu misión, visión y valores. Si las tienes y hace tiempo que no las
revisas puede ser un buen momento.
En esta
labor nos pueden ayudar historias inspiradoras, como la que contó Stephen Jobs en Stanford o un resumen de la última lección de Randy Paush, impartida cuando sabía que
iba a morir de cáncer, en la que
reflexiona sobre su vida. Garantizo que son dos historias que merece la pena
escuchar (subtituladas en español).
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