Seguro
que te has visto alguna vez envuelto en un marrón, yo ahora estoy en uno y creo
que puede ser buena receta reflexionar el cómo afrontarlo.
Lo
primero es la definición de marrón (no el color), según la Real Academia de la
Lengua es una situación u obligación molesta, desagradable o embarazosa. Además,
comerse un marrón, es cargar con la culpa o hacer frente a una situación
difícil o embarazosa.
En
el marrón la situación suele suponer falta de control, resultado incierto y
viene acompañada de nerviosismo, ansiedad, irritabilidad, cabreos con los de
alrededor, dificultad para conciliar el sueño, cansancio, falta de
concentración, lo que reduce la capacidad de afrontar el marrón, perjudica
nuestras relaciones y nos lleva a la preocupación.
Angustia - preocupación de Blico_O |
La
pre-ocupación, como su propio nombre indica, supone ocuparse por anticipado,
suponiendo problemas que aún no se han presentado y que si reflexionamos
resulta que en el 90% de las ocasiones no se presentan. Dejemos de
pre-ocuparnos por lo que vendrá y pasemos a ocuparnos de lo que tenemos entre
manos. Pre-ocuparnos no aporta nada y nos resta capacidad para lidiar con la
situación.
El
libro “Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida” de Dale Carnegie
me inspira un enfoque que me gusta para enfrentarse a los marrones:
- Reunir todos los datos, conseguir información - ¿Qué me preocupa?
- Analizar la situación a la luz de la información. Generar alternativas - ¿Qué puedo hacer?
- Decidir en función del análisis - ¿Qué voy a hacer?
- Actuar conforme a lo decidido - ¿Cuándo empiezo?
Quizá
llegues a la conclusión de que no se puede hacer nada, que es un marrón
irresoluble, para lo que es bueno recordar la oración de la serenidad: “Señor,
concédeme fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar, serenidad para
aceptar aquello que no puedo cambiar y sabiduría para entender la diferencia”.
Si tiene solución - Acción
Si no tiene solución - Aceptación
En
algunos casos tienes la posibilidad de actuar para aumentar las posibilidades
de un final feliz, pues haz lo que puedas y no más de lo que puedas, que pueda
condicionarte en el futuro. En ocasiones, si no nos paramos a pensar, hacemos
demasiado, más de lo necesario, con lo que no nos ayudamos a nosotros ni a los
demás. Pregúntate el para qué y dónde te deja hacer más de lo necesario.
En
ocasiones con nuestro afán por ayudar atraemos auto-marrones, nos creamos
obligaciones y generamos dependencias de los demás hacia nosotros para después
quejarnos de lo mucho que hacemos. Es difícil darse cuenta de nuestro papel en
estos casos.
¿Por
qué te ha caído el marrón a ti? (en mi caso tengo parte de responsabilidad, que
no culpa, en su aparición) y qué es lo que tienes que aprender de la
experiencia, porque si no aprendes seguirán surgiendo marrones hasta que
aprendas lo que tienes que aprender.
En
mi caso estoy interiorizando que es mejor ponerse colorado una vez que rojo todos
los días, es mejor decir “NO” en el momento adecuado si no soy la mejor persona
para sacar adelante el proyecto aunque me animen y me doren la píldora. Si el
marrón no es tuyo no tienes por qué aceptarlo, no hace falta comerse marrones
que no son tuyos y lo justo es que lo solucione quien tiene la responsabilidad.
Buen post y con dos ideas muy claras. La priemra aceptar que hay problemas que se pueden solucionar y otros que tenemos que aceptar y convivir con ellos y la segunda es que si aprendemos a decir NO, no me cabe duda que nuestra vida sería más fácil.
ResponderEliminarPuedo decir que la primera la tengo muy clara y aprendida. En la segunda, como diría aquel... "Estamos trabajando en ello"
un Saludo y a seguir así!!