Inspirado
en el libro "Cómo tener tiempo para todo", de Patricia Ramírez (Patri
Psicóloga). Gracias @Patri Psicologa, me ha encantado el libro.
¿Cuántas
veces al día te sorprendes intentando controlarlo todo (incluso lo incontrolable)?
La respuesta, si somos sinceros, probablemente es: demasiadas. Queremos
controlar lo que hacen los demás, lo que sienten, sus decisiones, sus
despistes, su ritmo. Queremos anticipar todos los resultados, prever todos los
errores, evitar todos los imprevistos. Buscamos sentir que el control nos da
seguridad y paz, pero ese afán nos llena de ansiedad, frustración y
agotamiento.
Una de
las claves para vivir con más calma es aceptar que hay cosas sobre las que no
tenemos ningún poder, aunque sean importantes. Y que por mucho que pensemos,
analicemos o nos preocupemos, no vamos a cambiar el curso de esos asuntos.
Entonces, ¿por qué dedicarles tanta energía? Dice Patricia Ramírez:
“Lo
importante no es la relevancia del problema para ti, sino tu capacidad para
solucionarlo.”
Hay
una pregunta mágica que deberíamos hacernos cada vez que algo nos genera
tensión: ¿Tengo capacidad real para solucionarlo? Si la respuesta es no, toca
soltar. No porque no nos importe, sino porque ocuparnos de lo que no podemos
cambiar solo nos desgasta.
Una
práctica sencilla es hacer una lista con todas esas cosas que solemos rumiar o
intentar controlar. Personas, decisiones ajenas, imprevistos, resultados...
Escríbelas. Léelas. Y después, haz un compromiso contigo mismo: “A esto no le
voy a dedicar atención”. No se trata de indiferencia, sino de cuidar tu energía
y tu salud mental.
Es
fundamental entender que no eres responsable de los olvidos y despistes ajenos.
No puedes hacerte cargo de todo. Cada uno tiene sus propias responsabilidades.
Dejarles que asuman sus responsabilidades y no estar tú para solucionarlo todo
permite que crezcan y aprendan. Si no saben, puedes enseñar, para no tener que
seguir encargándote de todo. Pero si ya saben, observa si es tu necesidad de
control lo que te hace seguir encima (especialmente con los hijos, son más capaces
de lo que a menudo pensamos).
No
tienes control sobre el resultado, solo sobre lo que haces y dices. Tú puedes
cuidar lo que haces, dar lo mejor, comprometerte… pero el resultado puede
variar. Porque hay factores externos, cambios, personas, circunstancias. Ahí
está la clave: pon tu energía en lo que depende de ti. Lo demás, suéltalo.
Y esto
aplica incluso a tu agenda. ¿Tienes que mover una cita? ¿Cambió el plan?
¿Alguien te pidió reprogramar algo? En lugar de enfadarte o verlo como un
fracaso de organización, adapta tu mente. Dice Patri Psicóloga:
“Una
agenda flexible necesita una mente flexible”.
También
puedes recuperar parte del control de tu vida poniendo límites, diciendo “NO” cuando
te conviene y “SÍ” cuando quieres. Puedes dedicar tu tiempo a las necesidades
de los demás, está bien, pero no olvidando tus prioridades y necesidades. Sino
los demás controlan tu vida, te llenarán el día de compromisos que no has elegido.
Tú tienes control sobre tus límites, sobre a qué te comprometes, y a qué decides
renunciar. Y eso no te hace egoísta. Te hace responsable.
Hoy te
propongo que escribas tu propia lista de "cosas que ya no voy a
controlar". Pon ahí todo lo que no depende de ti, todo lo que solo te
agota, todo lo que el tiempo, o los demás, deben resolver.
¿Te
animas a escribir tu lista de lo que vas a soltar hoy?
¿Crees
que se puede vivir controlando menos? ¿Quieres más ideas para organizarte con
calma y vivir con sentido? Te leo en los comentarios o te invito a seguir
explorando el blog.
Gracias
por leerme. Si te ha resonado esta entrada, puedes seguirme en LinkedIn para no
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