Foto de Infocux technologies |
¿Cuántas veces te sorprendes
diciendo “no tengo tiempo”? El tiempo es vida, prueba a cambiar la frase “¡no
tengo tiempo!” por “¡no tengo vida!” Cambia la forma de verlo.
Esta semana me he encontrado más de
una persona que comenta que no ha tenido tiempo para comer, que ha decidido no
parar de trabajar. Más de uno con viajes urgentes, que se adelantan y se
prolongan, cambiando su vida por esos viajes.
El problema no es no poder comer algún
día (qué en el fondo puedes, después vas a rendir más), que tengas viajes
imprevistos, que en ocasiones va en el sueldo. El problema es cómo eso te
afecta y afecta a los que más te importan y si eso es crónico, se alarga en el
tiempo.
Cuando sobre-trabajes una temporada,
es bueno programar un descanso, un tiempo donde te vas a recuperar. Lo que
suele pasar en realidad es que si estamos muy ocupados todo el mes de
noviembre, tenemos un proyecto importante que vence el día 30 de noviembre, lo
vamos posponiendo todo para el 1 de diciembre. Cuando llega el 1 de diciembre,
que pensamos que vamos a estar más liberados, estamos sepultados en cosas
pendientes que hemos dejado para ese día, a todos les decíamos hablamos el 1 de
diciembre. La carrera sigue.
Es más inteligente y productivo reservar
unos días más tranquilos del 1 al 10 de diciembre (el proyecto que acaba el 30
de noviembre podría haber acabado el 10 de diciembre), dedicar el día 1 a
programar todo lo que hemos dejado pendiente e ir haciendo sin estar abrumados
hasta el día 10 donde parte de lo pospuesto ya estará hecho e iremos cogiendo
otra vez ritmo, poco a poco; Hay que recuperar las fuerzas bien empleadas el
mes de noviembre.
Es muy importante tener esa fecha
de llegada, esa fecha donde las cosas van a cambiar, ese momento de fin. Tener
el momento de fin nos permite estar más enfocados. En toda marcha de muchas
horas también se programan descansos, antes de agotar al cuerpo y que te de una
pájara, como las de ciclismo.
Como ejemplo me encantan las madres
trabajadoras, que cuidan y protegen su hora de salida para llegar a casa.
Durante la jornada seguramente toman menos cafés, tienen menos charlas
triviales, son más productivas y lógicamente se enfadan cuando se pone una
reunión más tarde de la hora normal de salida. La cultura de la empresa puede
ser otra, puede que la hora de salida sean las 18 y lo normal sea salir a las
20. Si vas a salir a las 20 programas tu trabajo para salir a esa hora, si
quieres salir a las 18 te organizas para salir a esa hora y normalmente haces
el mismo trabajo. Las fechas, las horas límites hacen maravillas.
Stephen Covey habla de la escalera
del éxito, los esfuerzos que hacemos para subir por ella, muchos días, meses y
años de esfuerzo. Cuando algunos llegan arriba se dan cuenta de que tienen la escalera
apoyada en la pared equivocada ¿Tienes tu escalera apoyada en la pared
adecuada? ¿Tienes claro dónde quieres llegar? ¿Estás dispuesto a pagar el
precio?
Pon fechas límites, horas límites,
te ayudarán a trabajar mejor, ser más productivo y hacerlo con más alegría. Ver
el final del túnel anima a seguir avanzando.
Planifica una parada, un área de descanso,
un tiempo de reflexión, para saber a dónde vas, si haces lo que tienes que
hacer. Lo mejor es hacer lo que hay que hacer, no hay nada más absurdo que
hacer eficientemente cosas que no hace falta hacer. Parar, pensar, descansar,
conectar contigo y con los demás, conectar con la vida. La vida, el tiempo, se
vive cada día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario