La clave para encontrar tiempo para
hacer cosas que te apetece hacer y para las que nunca “tienes” tiempo es dejar
de hacer cosas. ¿Cómo voy a hacer eso? ¡Hay que hacerlo! Si hay que hacerlo y
no quieres hacerlo tú el truco es delegarlo.
Encontramos un montón de excusas para no
delegar, detrás de esas excusas pueden encontrarse otros motivos:
- Creemos que lo hacemos muy bien (inconscientemente) y seguro que lo hacen peor. Somos perfeccionistas, perfectos desde nuestro punto de vista.
- Tenemos un miedo oculto a que lo puedan hacer mejor que nosotros, lo que puede dañar nuestra autoestima, dependiendo de dónde la tengamos apoyada.
- Nos cuesta pedir ayuda, incluso cuando hay personas que nos quieren ayudar.
- Adoptamos el papel de víctimas, comentando lo abrumados que estamos, si nos ayudan ya no nos podemos quejar.
En la delegación debemos encontrar el
espíritu de equipo, la colaboración. Estamos en sociedad, vivimos unos con
otros y nos ayudamos. Hoy delego y tú me ayudas, quizá en algo que se te da
mejor y mañana, tú delegas en mí, aceptemos el Quid pro Quo.
Además cuando ayudo me siento bien, permitamos
a los demás que se sientan bien cuando nos ayudan o nos quieren ayudar y les
dejamos. Dar oportunidades para que nos ayuden y tener la humildad suficiente para aceptar ayuda. No somos ni superhombres ni
supermujeres.
Además delegar permite crecer al otro,
si vas delegando progresivamente en él cosas de mayor responsabilidad, lo que
se conoce por “Empowerment”. En muchos casos el que finalmente hace encuentra
plena satisfacción en hacer. Estoy pensando en mi hija, que desde que ha
aprendido a hacer las tortillas, que por cierto las hace de maravilla, una vez
a la semana se encarga ella de la cena, con lo que además cena estupendamente,
llena de orgullo… ¡Menudo descanso para su padre! ¡Hoy cenamos tortilla!
La delegación tiene la componente de enseñar,
de comunicar bien lo que quieres y de ayudar en las primeras ocasiones. Delegar supone un trabajo inicial.
Incluso podemos estar haciendo cosas que le corresponden a otro y en la
delegación lo que hacemos es devolver las cosas a su lógica. Como ejemplo el
recoger el cuarto de juegos de los niños por la noche. Hoy puede ser mucho más
rápido, menos cansado y más eficaz recogerlo nosotros; pero si eso le repetimos
todos los días, siempre recogemos nosotros (tenemos un alto coste en el largo
plazo). Hoy es más difícil delegar en los niños, enseñarles a que recojan,
clarificar cual es el resultado esperado; Si decidimos hacer el esfuerzo y
delegar los resultados se verán en el largo plazo, cuando ellos recojan sin
nosotros. Ocurre lo mismo en el trabajo y en los demás entornos.
Delegar tiene que ver con confiar en el otro, confiar en que es capaz, que puede, que
aprende, que crece y que incluso lo puede hacer mejor que nosotros. Además si
queremos delegar eficazmente debemos aceptar
el resultado o ayudar en la mejora o el cambio, no desde la crítica sino desde
la comunicación asertiva.
Me estoy acordando de esas
madres-mujeres, como la madre de mis hijos, que delegan por la mañana que
vistas a los niños para ir al cole, con plena confianza de que van a ir
vestidos adecuadamente y aceptan cuando ven a los peques la ropa que llevan puesta.
Si no eres capaz de delegar, confiar y aceptar, acabarás haciendo tú las cosas (o
al menos preparando la ropa por la mañana).
¿Quieres tener tiempo para hacer cosas
para las que ahora no dejas tiempo? ¿Qué vas a dejar de hacer? ¿Qué vas a
delegar? ¿En quién confías? ¿Quién va a estar encantado y le va a servir asumir
nuevas responsabilidades? Escoge tres cosas a delegar y las personas en las que
vas a delegar, después ponlo en práctica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario