domingo, 22 de noviembre de 2020

Pedir, dar, recibir, compartir

No estamos solos, vivimos acompañados, rodeados de otros. En una sociedad cada vez más compleja, dependemos en mayor medida unos de otros. Mis abuelos eran capaces de vivir con lo que producían, más apegados a la tierra, agricultores con algunos animales, cultivaban y recogían lo necesario.

Somos interdependientes, dependemos unos de otros, vivimos del intercambio, ahora más que antes. Ahora sobreviviríamos menos sin esa colaboración. Cada quien tiene su profesión y el dinero o su equivalente facilita comprar lo necesario.

El intercambio económico cumple su función y vivimos el espejismo de la independencia, suponiendo que podemos “comprar” lo necesario, cuando muchas veces lo más importante no tiene precio.

Se nos olvida la colaboración más valiosa, más allá de lo económico: el papel del buen vecino, que echa una mano cuando hace falta; la mano amiga, que nos ayuda a levantarnos; los compañeros de viaje y de vida, con los que recorremos parte del camino y tantos otros regalos que se nos entregan gratis.

A algunos nos cuesta pedir, hemos aprendido y grabado a fuego que pedir es mostrarse débil. Creemos que con esfuerzo podemos cualquier cosa y nos resistimos a ponérnoslo fácil. Incluso nos negamos a ver cuándo necesitamos ayuda.

Pide ayuda cuando la necesites - No esperes a que lo adivinen (Dibujo Leyre Fontaneda)

Hay quien se enfada porque un compañero de trabajo, la pareja o sus hijos no han hecho lo que esperaba, o lo han hecho de otra manera. Expectativas imposibles de cumplir si no se expresan.

Sin pedir negamos al otro la posibilidad de ayudarnos. La satisfacción de aportar. No podemos pretender que el otro se adelante a lo que necesitamos, que nos lea el pensamiento.

Pedir supone el riesgo de recibir un “no”. Es un acto de valentía. Estar dispuesto a aceptar un “no” por respuesta, porque el otro no está obligado a ayudarnos. Lo más bonito de dar es no estar obligado a ello.

Sin pedir es más difícil que te den. Mi abuelo siempre pedía descuento, decía que el no ya lo tenía. Solo veía la ventaja de pedir, si te negaban el descuento pues estabas como al principio.

El intercambio nos favorece a todos. Tenemos distintas cualidades, habilidades, conocimientos, capacidades. Algo que me puede suponer un gran esfuerzo al que me acompaña no le cuesta, incluso le entretiene y le agrada. Aprovechemos la diversidad siendo trasparentes, mostrando lo que queremos o necesitamos, pidiendo para poner fácil que nos ayuden.

El trabajo en equipo supone aprovechar las capacidades diferentes de cada uno. Compartimos un destino común.

Todos hemos recibido ayuda, especialmente en los comienzos. Tan importante como pedir es saber aceptar los regalos que nos encontramos. No rechazar las manos que se nos brindan.

Estos 10 días hemos estado confinados por el dichoso COVID, nos ha tocado cerca. Hemos tenido muchas personas amigas pendientes de lo que necesitábamos. Sin pedir hacemos más difícil que nos ayuden, les obligamos a adivinar.

Es gustoso dar y recibir. Poder agradecer cuando nos ayudan y ser capaz de prestar ayuda. Pedir y dar nos une, es una forma de comunicación, un lazo que nos trasciende. Juntos cada uno de nosotros somos más.

Pide de la forma adecuada:

  • Sabiendo lo que quieres. Podrás pedir claramente.
  • A quien pueda dar. No suele ser práctico pedir peras al olmo.
  • De forma concreta, sin irte por las ramas, que no tengan que adivinar qué es lo que quieres (no tiene por qué salir del otro).
  • En la medida adecuada. Dice el refrán que el que al pedir abusa, a cambio, recibe una excusa.

Puede que pedir no sea fácil, pero ya lo recoge la biblia, “pedid y se os dará”.


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