Me
sigue asombrando la sabiduría de los niños, la sencillez con la que ven la
vida, son maestros de lo simple, de ver donde nosotros estamos ciegos, de
sentir donde nosotros nos dejamos llevar.
Juan,
mi hijo, que tiene 10 años y sabe que escribo un blog sobre el “tiempo”, sobre la
vida, me ha sugerido escribir sobre cómo vivimos el momento. En concreto, sobre
la cantidad de fotos que hacemos, especialmente en vacaciones.
Los
niños se cansan de tanta foto, de ponte aquí y ponte allá (también algunos mayores
nos cansamos). El argumento para convencerlos es, después querrás ver fotos y
no tendrás. Ese argumento no les convence, piensan distinto, se preocupan menos
por el futuro y están menos obsesionados por coleccionar recuerdos, están más
centrados en vivir esos momentos.
Esto,
unido a las redes sociales (Facebook, Instagram, Whatsapp…), donde se trata de
dar una imagen de que todo es estupendo, todo va bien. Hay que colgar fotos deslumbrantes
para seguir con la fachada, las vacaciones tienen que ser maravillosas.
Ver
tanta imagen estupenda distorsiona la visión de la realidad, parece que todo el
mundo tiene una vida feliz y maravillosa. Las malas fotos no se suelen colgar.
Nos enredamos en competir por la mejor imagen en lugar de disfrutar de la
cercana realidad.
Tan
centrados en la imagen se nos puede olvidar vivir. Tan centrados en guardar
recuerdos, se nos puede pasar el ahora. La obsesión por las fotos puede abrumar
a los que nos acompañan.
El
querernos mostrar para los de lejos, que ni siquiera nos conocen (en algunos
casos), puede alejarnos de los que tenemos al lado. La nueva comunicación acerca
a los de lejos y aleja a los de cerca.
Además,
después, con tanta foto, no sabes que hacer. Al final van a quedar menos fotos
significativas que aquellas que teníamos cuando no existía la cámara digital ni
el teléfono móvil, aquellas en las que esperabas meses para revelar el carrete
y ver cómo había salido la foto.
Que la
obsesión por la imagen, por el recuerdo, no te impida vivir el presente, el
ahora, el aquí. Es lo único real, el pasado ya pasó y el futuro ya vendrá.
En mi opinión está bien hacer fotos, la sabiduría está en la dosis, en la cantidad. Ya decían los griegos en el oráculo de Delfos que “nada en demasía”, tampoco demasiadas fotos.
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