viernes, 15 de julio de 2022

¿Vives la vida o haces fotos?

Me sigue asombrando la sabiduría de los niños, la sencillez con la que ven la vida, son maestros de lo simple, de ver donde nosotros estamos ciegos, de sentir donde nosotros nos dejamos llevar.

Juan, mi hijo, que tiene 10 años y sabe que escribo un blog sobre el “tiempo”, sobre la vida, me ha sugerido escribir sobre cómo vivimos el momento. En concreto, sobre la cantidad de fotos que hacemos, especialmente en vacaciones.

Los niños se cansan de tanta foto, de ponte aquí y ponte allá (también algunos mayores nos cansamos). El argumento para convencerlos es, después querrás ver fotos y no tendrás. Ese argumento no les convence, piensan distinto, se preocupan menos por el futuro y están menos obsesionados por coleccionar recuerdos, están más centrados en vivir esos momentos.

Esto, unido a las redes sociales (Facebook, Instagram, Whatsapp…), donde se trata de dar una imagen de que todo es estupendo, todo va bien. Hay que colgar fotos deslumbrantes para seguir con la fachada, las vacaciones tienen que ser maravillosas.

Ver tanta imagen estupenda distorsiona la visión de la realidad, parece que todo el mundo tiene una vida feliz y maravillosa. Las malas fotos no se suelen colgar. Nos enredamos en competir por la mejor imagen en lugar de disfrutar de la cercana realidad.

Esto es un aviso a navegantes, ahora que muchos comienzan las vacaciones. Algunos se las van a perder, centrándose en las fotos, ya sea para aparentar, para dar envidia a la vuelta o para recordar dentro de unos años.

Tan centrados en la imagen se nos puede olvidar vivir. Tan centrados en guardar recuerdos, se nos puede pasar el ahora. La obsesión por las fotos puede abrumar a los que nos acompañan.

El querernos mostrar para los de lejos, que ni siquiera nos conocen (en algunos casos), puede alejarnos de los que tenemos al lado. La nueva comunicación acerca a los de lejos y aleja a los de cerca.

Además, después, con tanta foto, no sabes que hacer. Al final van a quedar menos fotos significativas que aquellas que teníamos cuando no existía la cámara digital ni el teléfono móvil, aquellas en las que esperabas meses para revelar el carrete y ver cómo había salido la foto.

Que la obsesión por la imagen, por el recuerdo, no te impida vivir el presente, el ahora, el aquí. Es lo único real, el pasado ya pasó y el futuro ya vendrá.

En mi opinión está bien hacer fotos, la sabiduría está en la dosis, en la cantidad. Ya decían los griegos en el oráculo de Delfos que “nada en demasía”, tampoco demasiadas fotos.

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