El martes 13 de mayo llegué a Buenos Aires desde España a primera hora. Tenía que coger un vuelo interno a Tucumán, y ya había pasado todos los controles cuando llegó la noticia: el vuelo se cancelaba. “En martes y 13 ni te cases ni te embarques”, dice el refrán… y se cumplió al pie de la letra.
En un primer momento me invadió la frustración. Estaba tan cerca de embarcar que podía visualizar el despegue. Pero respiré hondo. Podía quedarme enganchado en la queja o decidir ocuparme de lo que sí estaba en mis manos. Elegí lo segundo.Mientras
otros se enfadaban con razón, aunque sin solución, yo intenté mantener la
calma. La persona que me atendió estaba desbordada, como tantas veces ocurre en
estos casos. Aun así, fue amable. Me explicó que la opción más temprana para
volar a Tucumán era el día 15 a las seis de la mañana. ¿De qué me servía
enfadarme con alguien que no tenía la culpa?
Pedí
lo justo: alojamiento, comida y los traslados en Buenos Aires durante ese día y
medio. No fue fácil encontrar alojamiento disponible, y la responsable tuvo que
intentarlo varias veces. Agradezco su esfuerzo y su trato, incluso bajo
presión.
Y en
medio del caos, algunas lecciones comenzaron a tomar forma:
- Que a veces no merece la pena enfadarse. Es mejor poner la energía en lo que puedes resolver y soltar lo que no está bajo tu control.
- Que reconocer la amabilidad del otro y ser amable tú también, incluso en medio de la tensión, abre puertas. Motiva.
- Que pedir lo justo, ni más ni menos, suele ser el camino más eficaz. No se trata de resignarse, sino de negociar con sensatez y sin venganza.
Con
ese día inesperado en Buenos Aires, aproveché para visitar la Universidad en la
que trabajaré esta semana que empieza. Me ubiqué, practiqué los trayectos, y me
sentí más preparado. Al final, ese imprevisto me sirvió de orientación.
Pero
la aventura no terminó ahí. El día 15 fui al aeropuerto previsto… y el vuelo
había cambiado de terminal. Nadie me avisó. Corrí, tomé un taxi, y por suerte tenía
dinero para cubrirlo. Lo reclamaré, aunque no tengo muchas esperanzas. Aun así,
agradezco poder haberlo pagado. A veces, el dinero sí soluciona cosas, y
rápido.
Y ahí
viene otra enseñanza: tomárselo con humor. No engancharse en el enfado, que
solo desgasta y a menudo termina salpicando a los que intentan ayudarte. Si tú
estás tranquilo, es más probable que el otro lo esté también. Como decía un
viejo compañero de trabajo: la amabilidad llama a la amabilidad.
“El
enfado a veces solo desgasta y salpica al que quiere ayudarte”
Pero
cuidado: esto no es resignación. Es aceptación activa. Buscar soluciones sin
perder el foco, pedir lo justo sin perder la calma. Desde ahí se decide y actúa
mejor.
Y sí,
muchas cosas podrían haber salido peor: el avión no se estrelló, dormí bien,
comí sin problemas. Lo que hoy vemos como “normal” era impensable hace décadas.
Que se lo digan a mi tío abuelo Basilio y a su mujer Lola, que tardaron semanas
en cruzar el océano hace más de 80 años. Hoy, en pocos días, uno puede ir de
Burgos a Tucumán.
¿Por
qué, entonces, tanta atención a lo que falla? ¿Por qué no poner más el foco en
lo que funciona?
Ya he
pasado unos días en Tucumán, han sido estupendos (eso es otra historia). Mañana
vuelvo a Buenos Aires en autobús, buscando una opción con menos probabilidad de
cancelación que el avión. Aunque claro, ahora hay inundaciones y algunas rutas
están cortadas, no sé si podré viajar. La aventura continúa. Haré lo que pueda.
No controlo la lluvia como no controlo la mayoría de cosas.
“Aceptar
lo que no controlas y fluir con lo que hay”
“Lo que
hay, hay”
Lo que
sí puedo es elegir cómo vivir las circunstancias. No engancharme con lo que va
mal, y sí reconocer todo lo que va bien. Porque siempre hay algo que va bien. Y
muchas veces, con buena cara… el mal tiempo se vuelve más llevadero.
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Dicen que lo bueno se hace esperar.... y esta visita fue así!
ResponderEliminarGracias por darnos el placer de tenerte, por las charlas, las risas, porque el tiempo se detuvo... escucharte fue volver el tiempo atrás, llorar por los recuerdos que aun quedan aferrados.... desear con regresar, aunque ya no estén entre nosotros muchos de los que arrancaron tiempo atrás muchas risas. Que lindo recordar a Eusebio, Basilio, Lola, Salus... el orígen de esta hermosa familia que físicamente esta separada por 14000 km pero aferrada de por vida en el corazón.
"Los sueños no caducan... solo esperan el momento adecuado" eso lo dijiste tú... se que el momento de regresar para mi llegara!
Hasta pronto Nacho!!!!!!
A ver si ese momento llega pronto para ti, te esperamos en Burgos ;-)
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